En el marco de un nuevo comienzo de la Cumbre de la Liga Árabe, las expectativas sobre alcanzar acuerdos y consensos sobre distintos tópicos regionales son cada vez más bajas. La edición número 31 se llevará a cabo este 1 y 2 de noviembre donde Argelia ocupa el papel de anfitrión, y espera también ser un actor regional que muestre su valía considerando sus recursos energéticos que hoy tanta falta hacen en el mundo.
Es el primer foro en dos años que se celebra en formato presencial, en un contexto mundial marcado por la crisis humanitaria a raíz de la guerra en Ucrania y un recrudecimiento de conflictos regionales. Por el momento, el ministro de Exteriores argelino, Ramtane Lamamra, será quien presidirá las sesiones, y el domingo celebró la reunión preparatoria a nivel ministerial que concluyó con un “gran avance” en las posiciones condenatorias de varios miembros puntualmente “sobre las injerencias de Turquía e Irán en los asuntos internos de los Estados árabes”.
El secretario general de la Liga Árabe, Ahmed Aboul Gheit, habló en su discurso de apertura sobre los temas principales de la Cumbre, entre ellos la crisis alimentaria, la ruptura de las relaciones bilaterales entre Argelia y Marruecos de agosto de 2021, los conflictos abiertos en Libia, Siria o Yemen y el estado de la causa palestina, entre otros. Sobre la seguridad alimentaria, Gheit advirtió que los indicadores son alarmantes, tanto por la pandemia como por acontecimientos posteriores y otras problemáticas (sequía o débil inversión agrícola).
El secretario general adjunto de la Liga Árabe, Hossam Zaki, dijo que existía un amplio consenso sobre los temas planteados por la organización y que “ninguno sería pospuesto o eludido de forma deliberada”, aunque se espera que haya ciertas ausencias. Por ejemplo, Emiratos Árabes Unidos o Baréin no serán representados, y Mohammed Bin Salman, príncipe heredero de Arabia Saudita, no estará presente por cuestiones de salud.
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