El pasado martes, el presidente de Bolivia, Luis Arce, junto al vicepresidente boliviano, David Choquehuanca, y el ministro de Defensa, Edmundo Novillo, tomaron juramento al nuevo alto mando militar del país. El general de Ejército Hugo Arandia es el nuevo comandante de las Fuerzas Armadas, el contraalmirante Gonzalo Vigabriel es jefe del Estado Mayor, el general Juan José Zúñiga el comandante del Ejército, la Fuerza Aérea Boliviana (FAB) está a cargo del general Marcelo Zegarra y la Armada Boliviana bajo el mando del contraalmirante Juan Arnez.
Los cambios en esta materia surgen luego de que Arce pidiera defender al Gobierno “legalmente constituido a través de las urnas”, ya que un nuevo conflicto está surgiendo en Bolivia por la realización del censo de población. Desde hace 12 días en la región de Santa Cruz, una huelga ciudadana exige que el censo se debe realizar en 2023 y no en 2024 como lo definió el Gobierno de Arce. Diversos sindicatos y organizaciones sociales afines al oficialismo han intentado frenarla con bloqueos de carreteras e impidiendo el ingreso de alimentos, ya que consideran que esta protesta busca desestabilizar al Ejecutivo.
Además de agradecer a los jefes salientes, Arce destacó que “el lugar de las Fuerzas Armadas está en el seno de su pueblo que ha expresado su voluntad de convivir en paz y en democracia y cuya obligación es la de defender al Gobierno legalmente constituido a través de las urnas como la única vía legítima de alcanzar la conducción del Estado”, y añadió: “hoy Bolivia se encuentra nuevamente amenazada por aquellos que, incapaces de aportar a la democracia, apuestan por la confrontación y la violencia poniendo en peligro la convivencia democrática entre bolivianos” y que “ponen en movimiento una estrategia para reeditar el golpe de Estado de 2019”.
Luego de la crisis política y social en 2019 tras las elecciones generales anuladas supuestamente por fraude de Evo Morales, donde renunció asegurando ser víctima de un golpe de Estado, Arce destacó que hablar de “federalización” del país es “atentar contra la integridad nacional”, por lo que la misión de las Fuerzas Armadas es “garantizar y defender la independencia, la unidad y la integridad” del territorio boliviano.
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