El litio y su producción en los últimos años han tomado gran relevancia, ya sea por su creciente valor estratégico en los distintos usos que se le dé como también por los beneficios económicos que este acarrea en su producción.
Se tiene noción que tanto Argentina, Bolivia y Chile, en el denominado “Triángulo del litio” concentra el 68% de los reservorios globales de litio en forma de salmueras, de más práctico procesamiento y mayor rentabilidad de extracción. Esto imprime una serie de desafíos para los Estados que buscan aprovechar el mineral y las reservas que tienen en sus territorios.
Frente a este contexto surge un debate en torno a la articulación de políticas estatales que le permitan a los Estados conseguir ventajas comparativas en dicha producción. La “OPEP del litio” como se denomina al proceso que pretende articular precio y mecanismos de cooperación entre los países, busca generar marcos para el aprovechamiento de este recurso.
Desde Escenario Mundial tuvimos el honor de hablar con Juan Ignacio Guzmán, Gerente General de Gestión y Economía Minera (GEM Consulting), sobre los desafíos que imprime el litio en la producción global, las oportunidades del mismo y la articulación con el sector privado para su desarrollo.
A continuación la entrevista completa:
Escenario Mundial: ¿Cómo ve usted la potencialidad y los beneficios que puede traer el litio para los países del denominado “Triángulo del Litio”?
Juan Ignacio Guzmán: El potencial económico del mercado del litio es muy bueno. Se espera que en los próximos 10 años el mercado crezca a tasas mayores al 20% anual. Desde ese punto de vista, Argentina, Chile y en menor medida Bolivia, están muy bien posicionados porque son actores claves de un mercado que está creciendo con mucha fuerza y donde la demanda fundamentalmente que crece por la construcción del auto eléctrico está básicamente siendo superada a las expectativas que tiene la oferta de poder ingresar al mercado, es decir, esperamos que en los próximos años la atracción del auto eléctrico haga que la necesidad por litio sea mayor a lo que hoy día los países pueden producir.
Eso ha hecho que el precio del litio en estos últimos dos años haya crecido diez veces, pasamos de 6 mil dólares la tonelada de carbonato de litio equivalente a 60 mil. Lo que sin duda hoy implica un gran beneficio para las empresas y los Estados en Argentina y en Chile. ¿Por qué digo en menor medida en Bolivia? Porque allí prácticamente no se produce litio. Si bien tiene el Salar de Uyuni, si vale, recursos del litio que existen a nivel mundial, apenas tienen una planta que produce alrededor de mil toneladas al año, en el contexto en que el mercado hoy en día requiere algo así como 500 mil, y al final de esta década va a necesitar sobre un millón. La producción de Bolivia en litio es muy escasa, entonces diría que vemos con muy buenos ojos tanto el aporte que el litio puede hacer a los países como a las comunidades locales en los próximos años, producto de esta intensa demanda que está haciendo explotar literalmente el mercado del litio.
EM: ¿Cuáles son las dificultades que se identifican para los Estados en este proceso de desarrollo?
JIG: La realidad de Chile, Bolivia y Argentina es distinta. El caso de Bolivia, si bien tiene el recurso más grande del mundo del litio en términos geológicos, la extracción enfrenta problemáticas técnicas de carácter tecnológico. La composición del salar es tal que si bien es cierto tiene bastante litio, también tiene bastante magnesio que es una impureza difícil de separar después del litio, entonces tecnológicamente hablando a Bolivia le ha costado mucho ingresar al mercado porque no ha logrado dar con una tecnología que, a costos bajos, sea capaz de explotar el Salar de Uyuni.
Pero al desafío tecnológico se suma en Bolivia la lógica política de no avanzar en la explotación del litio o cualquier otro mineral a través de alianzas públicas-privadas, es decir, Bolivia durante muchas décadas se ha puesto en el escenario de que la explotación tiene que ser con base en una empresa estatal, y entrar al mercado del litio hoy en día requiere una inversión muy importante considerando que Bolivia tiene muchas otras necesidades y, por lo tanto, no tiene el dinero para invertirlo en esta industria. Hoy día Bolivia está estancada por un componente, yo diría, de restricción política, y es que no pueden abrir el Salar de Uyuni a la explotación de un privado y, por otro lado, a una complejidad tecnológica que es absolutamente resoluble, pero sobre la que hay que investigar e invertir.
Ahora, la situación de Chile es distinta porque Chile produce litio en el Salar de Atacama, y es la segunda mina más grande del mundo. Durante muchos años, fuimos los mayores productores mundiales de litio hasta aproximadamente 2014, cuando perdimos la primera posición a manos de Australia. Ahora, la complejidad en Chile es legal. Teniendo 17 salares desde los cuales se podría extraer litio, se extrae solo de uno. ¿Qué ocurre con los otros 16 que no son explotables por privados? ¿Por qué no son explotables? Porque legalmente tenemos una restricción en la constitución y en el cuerpo normativo del código de minería que establece que el litio es un elemento no concesible, es decir, no lo puede concesionar el Estado para un tercero porque en estos tres países (y en la mayoría del mundo) los minerales son del Estado.
Cuando las empresas explotan estos minerales, lo único que hacen es que explotan una concesión que le da el Estado para explotar en su nombre. Entonces qué ocurre en el caso de Chile, que no hemos podido avanzar en esta última década en un mecanismo que le permita a los privados explotar los otros salares. Si bien en el Salar de Atacama la producción ha crecido, lo ha hecho por debajo de lo que ha sido el crecimiento de la demanda, y producto de esa dificultad es que Chile ha perdido competitividad. Hoy en día producimos bastante menos en términos del porcentaje de participación del mercado. Chile tiene una limitante hoy día legal, asociada a poder crecer en otras minas, porque para eso requiere en el fondo el permiso del Estado y no ha habido voluntad política para entregar esos permisos.
Argentina, a diferencia de Bolivia y Chile, no tiene restricciones legales o políticas. De hecho, si vemos los tres países, el único donde se ha invertido en nuevas minas es precisamente Argentina, y ha aumentado su producción de acuerdo a los mayores requerimientos del mercado. Ahora, ¿cuál es la dificultad en Argentina hoy día? La situación e incertidumbre política-económica, es muy difícil para una empresa hoy día ir a invertir en la Argentina en una nueva mina porque, la verdad, es que el riesgo de hacer la inversión es muy alto basándonos en el riesgo país que existe hoy día y a algunas medidas que se han tomado en el pasado que, obviamente, hacen que una inversión a 20 o 30 años sea muy difícil de materializar. Argentina hoy día está invirtiendo menos de lo que podría invertir en litio porque no ha sido capaz de asegurarle a los privados que la inversión que haga va a ser recuperable.
Desafortunadamente, pese a que el mercado del litio está creciendo muy fuerte, con precios muy altos, y que estos tres países tienen un recurso geológico para producir más, tienen estas limitantes que hacen que en realidad la producción no pueda crecer al ritmo que a estos países les gustaría.
EM: Retomando la idea de la creación de una OPEP del Litio, ¿cómo evalúa dicha iniciativa? ¿En qué puede ayudar y en qué puede dificultar el aprovechamiento del mineral?
JIG: Los acuerdos entre países productores de commodities minerales es una idea vieja, que tiene cientos de años y que se ha materializado cientos de veces en distintos tipos de commodities minerales. Ahora, cuando los países deciden agruparse en un cartel o en una asociación de países productores, en realidad pueden buscar dos objetivos, de forma independiente o al mismo tiempo: aumentar los precios del commodity que producen (que es lo que tradicionalmente busca hacer un cartel, cooperando para levantar el precio) o estabilizar el precio (donde preocupa más que no varíe el precio). Hoy día el precio del litio está históricamente alto, nunca en la historia había estado a estos niveles. Si bien no hay una declaración explícita de estos países de para qué se querrían agrupar, si me preguntas a mí entre estas dos alternativas, esto más que para que subir los precios buscaría tratar de mantener los precios altos, lo que eventualmente está asociado a darle estabilidad al valor actual. O, si en el futuro viene a caer el precio, subirlo. Ahora, desde ese punto de vista, ¿Qué ocurre? Estos dos objetivos, en la historia, muy pocas veces los países han sido exitosos en alcanzarlos, y voy a referir primero al objetivo de subir el precio. Está estudiado que hay tres factores que te garantizan a ti que haya éxito o no en que un cartel levante éxito:
1. El primer factor es que la participación de mercado de los países que forman el cartel sea suficientemente alta; si nosotros sumamos lo que hoy día producen Chile, Argentina y Bolivia, eso es alrededor del 30% de la producción mundial del litio, y si lo llevamos al futuro no se espera una gran inversión por lo que esa participación va a ir cayendo. Para que un cartel tenga éxito, a lo menos, tiene que agrupar al 40% o 50% de la producción mundial. Yo me puedo juntar con mi país vecino, pero si en verdad presentamos una fracción menor del mercado, los precios no van a variar mucho.
2. El segundo requerimiento se refiere a que, cuando tú cómo cartel trates de levantar el precio, lo harás a través de bajar la producción, de acuerdo a la economía clásica. Por ende, cuando trates de bajar la producción, el precio va a subir. Pero si el precio sube, también por economía básica la demanda cae, porque hay algunos consumidores que van a decir “El litio está muy caro, voy a tratar de reemplazarlo con algún otro commodity o voy a minimizar su uso”. Hoy día, ese factor es favorable para un acuerdo de países, porque gran parte de la demanda del litio está creciendo producto del auto eléctrico, y este depende de la batería del litio y no hay como reemplazarlo, por lo tanto, si subes el precio las automotrices van a seguir comprándolo. En consecuencia, ese actor sí permitiría eventualmente lograr un acuerdo de producto.
3. El tercer y último factor tiene que ver con el restante 70% del mercado, u otros países productores. ¿Qué ocurre si estos tres países se ponen de acuerdo para subir el precio y bajan la producción? El precio sube, pero si el precio sube atrae a que el resto de los países que no están en el cartel produzcan más, también eso es economía básica. Entonces, si el resto de los países tiene posibilidad de producir más, van a hacerlo y van a tener contrarrestando el impacto que quería buscar el cartel. Ahora, ¿Qué ocurre en el mercado del litio hoy día? Tiene aproximadamente 200 proyectos disponibles para organizarse, la mayoría de los cuales no están ni en Bolivia, ni en Chile, ni en Argentina. Entonces, si eventualmente estos países quieren mantener el precio por sobre el valor competitivo, lo que ocurría es que muchos de estos proyectos que están fuera del triángulo del litio empezarían a producir y el cartel no sería efectivo en cambiar el precio.
¿Qué ocurre con la segunda intención de un grupo que es estabilizar el precio? La verdad es que esto también es difícil y las industrias de commodities se siguen ocupando, pese a que toda la teoría económica demuestra que cuando los países tratan de mantener los precios en ciertos rangos, tienden a fallar por muchas razones. Y más aún, muchas veces no les conviene estar ahí cuando suba el precio. En la medida que los países organizan bien el tomar esta plata e invertirla cuando los períodos de precios están bajos, es lo que da mejor resultado. Pero tratar de controlar el precio para que se mueva dentro de una banda en general es muy difícil de mantener, y con un mercado en el cual solamente el 30% de la producción está representada en tres países no sería factible. En resumen, un cartel del litio no tendría impacto real en el mercado.
EM: ¿Cómo se articula el trabajo que ustedes hacen en GEM Mining Consulting con las iniciativas alrededor de la producción del litio?
JIG: Nosotros en GEM tenemos variedades de negocios en las que hemos dado soporte a la industria y al mercado del litio. En particular, tenemos un área de evaluación donde hemos hecho algunas de ellas a diferentes empresas con el objetivo de determinar si sus proyectos son convenientes o no de realizar. En el caso particular del litio, por ejemplo, hemos apoyado empresas en Argentina para ver si efectivamente debiesen o no invertir en un proyecto de litio y a qué capacidad de hacerlo. Por otro lado, tenemos un área de economía donde estudiamos los mercados y ahí hemos hecho estudios para distintas empresas con objeto de determinar cuál va a ser el precio futuro y cómo debería moverse ese precio dado el nivel de información que tenemos hoy día para determinar también qué proyectos debieran ingresar, como debiera crecer la demanda, etc.
Por otro lado, tenemos un área de estrategia donde en los últimos tres años hemos trabajado muy fuerte con la industria del litio en Chile, particularmente el Salar de Atacama, con objeto de incorporar la sustentabilidad ambiental y social en la explotación del litio que típicamente solo se enfoca en la sustentabilidad económica. Acá hay mucho por hacer, tanto en Chile como en Argentina y Bolivia.
En Argentina y Bolivia han estado menos metidos que en el Salar de Atacama porque este es un “hot spot” desde el punto de vista social y ambiental. Está en una de las zonas más desérticas del mundo, sin agua, rodeado por algo así como 20 comunidades indígenas distintas, entonces explotar el litio allí es un desafío social y ambiental muy grande, y nosotros estamos apoyando a las empresas que explotan el litio ahí a resolver esos desafíos de la mejor forma posible.
También porque hay algo claro con el litio, y es que está creciendo, porque el auto eléctrico lo está usando y la promesa del auto eléctrico, de por qué deberíamos comprarlo a futuro, es porque vamos a con eso combatir el cambio climático. Entonces, si eventualmente vamos a requerir más litio para combatir el cambio climático, pero ese litio se produce de forma ambientalmente sucia, o socialmente irresponsable, la ganancia desde el punto de vista de sustentabilidad ya no es tal, entonces es muy importante. Yo creo que las empresas productoras de litio lo están entendiendo.
EM: Siguiendo la cuestión ambiental, ¿cómo Chile utiliza la producción de litio para mitigar el cambio climático?
JIG: Volviendo a la idea de la asociación de países o cartel del litio, cuando estos países deciden agruparse con objeto de o bien subir los precios o estabilizarlos, en realidad el mecanismo de control que tienen es la producción. Entonces, ellos lo que pueden hacer es producir menos o más. Producir más litio va en línea con la necesidad del mundo de combatir el cambio climático. Producir menos va en el sentido contrario.
Entonces, si yo decido como país producir menos litio, lo que estoy haciendo es más difícil la introducción del auto eléctrico que combate el cambio climático. Por lo tanto, parece contraproducente que países como Chile, por ejemplo, hoy día el gobierno haya hecho como una de sus banderas de lucha el tema medioambiental queriendo producir menos litio. Son ideas que se contraponen, y la verdad es que desde el punto de vista ambiental, pensando en el bien del mundo, parecen contraproducentes y definitivamente inconsistentes entre sí.
EM: Para finalizar, ¿qué proyección a futuro puede establecer con respecto al litio en términos de cómo este lo puede posicionar a Chile y por qué no a la región como los principales productores y socios en esta industria?
JIG: Yo creo que el futuro del litio para los próximos diez años, desde el punto de vista de la demanda, es muy bueno. Hoy el mundo consume alrededor de 500 mil toneladas de litio y va a necesitar un millón y medio en diez años. Necesitamos litio. Ahora, no soy tan optimista respecto a que estos tres países puedan crecer a ese ritmo. Fundamentalmente por el componente político, legal y económico. Los tres países están golpeados después de la crisis sanitaria. Cada país además trae sus problemas internos. Y en los tres, hoy día, existe muchísima incertidumbre política, social y económica.
Por lo tanto, veo complejo que privados quieran invertir fuertemente en estos países. Ojalá esto se resuelva pronto y eventualmente se abra camino para que los inversionistas puedan invertir de forma segura, pero hoy día lo veo complejo. Por otro lado, pese a que existe voluntad en Chile y Bolivia, no tanto como en Argentina, de generar a través de una empresa nacional estatal la producción que el mundo necesita, en la práctica no tenemos las capacidades ni el dinero como países para hacer eso.
Entonces, dependemos de una alianza público-privada que, afortunadamente, creo que Argentina lo tiene bien resuelto porque no se ha “aproblemado” con ese discurso. Pero no basta con saber que el mecanismo es público, privado o mixto, también hay que generar las condiciones de estabilidad social, económica y política para que una inversión muy grande (de aproximadamente 500 a 1000 millones de dólares) y que por lo demás no se recuperan al corto plazo. Si no le puedo dar a los productores esa garantía, nadie va a querer seguir invirtiendo en esos países.
Juan Ignacio Guzmán es CEO Ingeniero Civil de Industrias, Mención en Minería de la Pontificia Universidad Católica de Chile y doctor en Economía de Minerales de la misma universidad (siendo su tesis de doctorado Poder de mercado en la industria de minerales). Desde 2003 se ha desempeñado como consultor nacional e internacional de minería en más de 25 commodities minerales, incluyendo cobre, oro, litio, potasio, molibdeno, hierro, aluminio, petróleo, gas y yodo, entre otros. En 2008 fundó Gestión y Economía Minera Limitada (GEM), donde hoy se desempeña como gerente general. En GEM ha liderado alrededor de 400 estudios en los ámbitos de la economía, evaluación, estrategia y optimización para la industria minera internacional. Desde 2003 ha sido profesor de pre y postgrado en la Pontificia Universidad Católica de Chile, Universidad de Chile y Universidad de los Andes, en cursos asociados a ingeniería industrial y de minas, así como a la economía de minerales. Es autor de dos libros y más de 20 artículos científicos.
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