Lo que en su momento fue el “boom” del petróleo y los movimientos de los comerciantes para conectar a compradores y vendedores para fluctuar los precios, es ahora lo que ocurre con el litio. Este mineral no solo se está convirtiendo en un producto básico para los constructores de baterías y autos eléctricos, sino que también provocó que aumente la demanda del recurso y se disparen los precios, debido puntualmente a que los comerciantes quieran asegurarse de su suministro actual y futuro.
No fue hasta hace un tiempo que el litio no podía comerciarse con la fluidez del ahora, ya que los precios se fijaban en contratos privados a largo plazo y sin intermediarios. Ahora se busca poder comprar y vender el litio de una forma distinta, con precios flotantes vinculados al mercado de contado. Diversas bolsas financieras en el mundo, como la de Chicago o Singapur, están experimentando con contratos de nuevas características, y aunque sea difícil de comparar con el petróleo porque su mercado es mucho más pequeño (la producción mundial anual de petróleo vale más de 3 billones de dólares a precios actuales, frente a los 30 mil millones del litio), se ha convertido con el tiempo en un recurso del cual se depende cada vez más.
El mercado del litio es pequeño en comparación con los mercados de productos básicos más establecidos y líquidos, además de que se refina en productos químicos altamente especializados que son mucho menos fungibles. Algunos buscan la ampliación y maduración del mercado, mientras que otros buscan reducir los riesgos en cadenas de suministro para incitarlos a nuevas fuentes de cadena de producción. Sin embargo, la escasez del mineral ha ido preocupando a los empresarios y el mundo, ya que corre el riesgo de subir los precios a un número mucho más alto e inhabilita el acceso corriente al litio.
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