Recientemente, la Cancillería argentina y su Secretaría de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur promovieron la divulgación de diversos documentos históricos concernientes a la Cuestión Malvinas y al reclamo argentino de soberanía, los cuales fueron digitalizados y disponibles en la página web Malvinas Nos Une como parte de la  “Colección Histórica Malvinas” del Archivo Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto. El objetivo principal de este impulso fue facilitar el acceso público a diversos archivos del siglo XVIII y XIX “para contribuir a la difusión de los fundamentos que sustentan los legítimos derechos de la Argentina sobre las Islas Malvinas”. 

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El trabajo, que se realizó en conjunto con el Consejo Consultivo del Atlántico Sur (CASUR) y la Dirección Nacional de Malvinas e Islas del Atlántico Sur (DNMAS) de la Cancillería, fundamenta la posición argentina sobre las islas y propone cuatro ejes temáticos principales en materia de documentación: Los orígenes del establecimiento español de Puerto Soledad; El ataque británico y la expulsión de las autoridades argentinas (1833); Primeras protestas; y Las propuestas de negociaciones en la década de 1880 – Primera parte.

Los orígenes del establecimiento español de Puerto Soledad

Este apartado puntualiza en las disidencias ocurridas entre Francia y Gran Bretaña a mediados del siglo XVIII en el ámbito de la exploración geográfica, quienes organizaban expediciones secretas para obtener nuevos puestos de ultramar, puntualmente en América. Pero la Corona española venía ejerciendo regularmente su soberanía en la región durante más de dos siglos e hizo valer sus derechos, aunque Francia y Gran Bretaña pretendieron entre 1764 y 1774 adquirir un punto de recalada en las Islas Malvinas sin importar el ejercicio español. 

Louis-Antoine de Bougainville fue el oficial y explorador francés que fundó un establecimiento en las islas Malouines -llamado luego Fort Saint Louis-, en abril de 1764, aunque la Corona española exigió su retiro y fue concedido. El rey Carlos III luego de lo ocurrido creía que España debía fundar y mantener un establecimiento en las Islas Malvinas, por lo que en 1766 les informó al virrey del Perú y al gobernador de Buenos Aires la decisión de hacer depender administrativamente a las Islas Malvinas de la gobernación y capitanía general de Buenos Aires. 

Sin embargo, en este mismo período Gran Bretaña seguía activa en la región y en 1765, en total secreto, una expedición al mando de Lord Byron desembarcó en la isla Saunders (Isla Trinidad) e izó la bandera británica, realizando una declaración en nombre del rey y zarpó a los pocos días sin dejar ningún establecimiento. La Corona española sabía de la presencia británica en las inmediaciones de las Islas Malvinas desde antes, por lo que entablaron negociaciones bilaterales y en 1771 llegaron a un acuerdo: la Corona española manifestó mediante una Declaración unilateral la restitución solo de la posesión física del “puerto y del fuerte de Egmont”, sin que esa restitución afectara la cuestión de soberanía, y a su vez reservó su soberanía sobre el conjunto de las Islas Malvinas.

El apartado concluye afirmando que “las Islas Malvinas permanecieron entre 1767 y 1810 bajo la administración y soberanía de España, la cual fue efectiva, exclusiva, ininterrumpida, pacífica, pública y de buena fe”. Además, cuenta con múltiples documentos. 

El ataque británico y la expulsión de las autoridades argentinas (1833)

Esta sección de documentos compartidos por la Cancillería trata lo ocurrido en 1833, cuando el Comandante británico James Onslow, al mando de la corbeta HMS Clío, intimó al comandante argentino a arriar la bandera argentina y retirarse en un lapso de 24 horas. 

 En septiembre de 1832 partió del puerto de Buenos Aires la goleta Sarandí al mando del coronel José María Pinedo hacia las Islas Malvinas, y arribó a Puerto Soledad donde continuó navegando para cumplimentar su misión de proteger el archipiélago. Pero Londres seguía de cerca las acciones argentinas y estadounidenses en el Atlántico sur, por lo que envió una corbeta (HMS Clío) al mando del comandante John Onslow a Puerto Egmont para “vencer toda resistencia de parte de fuerzas extranjeras al ejercicio de la soberanía británica”. Onslow tomó posesión de Puerto Egmont en 1832, se dirigió a Puerto Soledad y expulsó a las fuerzas argentinas (algo que no le correspondía ni le había sido instruido). Allí se topó con Pinedo, a quien pidió que arriara su bandera y su pabellón en 24 horas y se retirara de las Islas, utilizando el uso de la fuerza. 

Este apartado, además de contar con tres documentos, afirma que “el acto de fuerza británico fue una flagrante violación del derecho internacional de la época” ya que “cabía al Reino Unido respetar la integridad territorial de un Estado con el cual mantenía relaciones pacíficas” debido a que “la obligación de respetar la integridad territorial de los Estados en tiempo de paz es inherente a la existencia de relaciones fundadas en el Derecho Internacional”. 

Primeras protestas

La sección de Primeras protestas puntualiza en los días posteriores a la usurpación británica de Malvinas, donde autoridades argentinas comenzaron a reclamar diplomáticamente frente a la agresión colonial. No solo solicitaron explicaciones al Reino Unido sino que también enviaron cartas de protestas, las cuales no tuvieron respuesta. También enviaron una circular a los gobiernos americanos contando los hechos y solicitando su apoyo contra la “pretensión europea de menoscabar los derechos soberanos de los Estados”, alcanzando un gran soporte. Se generó un gran repudio en la población y en los medios de prensa, documentos que pueden leerse en el apartado. 

Las propuestas de negociaciones en la década de 1880 – Primera parte

Esta última sección de la primer serie de documentos históricos sobre Malvinas detalla los esfuerzos que las autoridades argentinas realizaron para encontrar una solución a la controversia por las Islas, apelando a la voluntad británica y a los medios del derecho internacional vigentes. Francisco Ortiz, el Ministro de Relaciones Exteriores y Culto bajo la presidencia de Julio Argentino Roca, fue quien inicialmente procuró entablar un diálogo con Gran Bretaña acerca de Islas Malvinas, proceso que fue repetido en múltiples ocasiones. 

sin respuestas, a comienzos de 1885 Ortiz volvió a plantear la importancia de alcanzar una solución amistosa sobre la disputa de la soberanía de las Islas y realizó un largo memorándum que detallaba los fundamentos que tenían los derechos argentinos y propuso un arbitraje. El gobierno británico no dio respuesta formal y evitó las discusiones, aunque todos los intercambios y notas de Ortiz pueden leerse en la página web. 

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Valentina Borghi Ponti
Licenciada en Gobierno y Relaciones Internacionales (UADE). Docente universitaria, con interés en Defensa, Seguridad Internacional, la geopolítica y los recursos energéticos.

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