En el marco de la asunción de Lula da Silva el próximo primero de enero, el futuro presidente anunció a 16 nuevos ministros elevando a 37 el número total de ministerios, a diferencia de los 23 con los que contaba el gobierno de Jair Bolsonaro. Mientras que el Parlamento aprobó el presupuesto para su primer año de Gobierno, Lula declaró que recibe un país en “estado de penuria” esperando que su gobierno sea “el más diverso” en términos de formaciones políticas y representatividad de la sociedad.
En su gabinete, Lula nombró a múltiples defensores de los derechos humanos con un fuerte significado en la sociedad, como Anielle Franco como ministra de Igualdad Racial para “tomar en cuenta a diversos sectores excluidos tradicionalmente de la política” y como la continuación de la lucha de Marielle Franco, hermana de la futura ministra asesinada en 2018.
Joao Alberto Alves, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Sao Paulo, declaró que los nombramientos tienen una gran carga simbólica, como la de Franco o la de Silvio Almeira al frente del Ministerio de Derechos Humanos. Así, Lula muestra que recibe un país caótico en ámbitos como la educación, la cultura o el medio ambiente con una población dividida políticamente y una gran parte en la miseria extrema.
Según Alves, el gobierno de Lula “también tendrá que reconstruir todo lo que fue destruido durante los últimos 4 años. Por ello me preocupa mucho que el Congreso esté conformado por una mayoría conservadora, con una amplia participación de partidos que fueron la base del gobierno de Bolsonaro, sobre todo en el Senado General”.
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