Durante esta semana llamó mucho la atención en diversos medios nacionales las recientes declaraciones de la comandante del Comando Sur de los Estados Unidos (SOUTHCOM), Laura Richardson, en el ámbito del programa de debate “Commander Series” que realiza el think tank Atlantic Council. No solo hizo hincapié en la importancia de la región y los avances que se han realizado en el SOUTHCOM, sino también mencionó las múltiples estrategias y desafíos que Estados Unidos enfrenta en su “vecindario”.
En principio, la comandante agradeció la invitación al programa para poder hablar sobre la importancia del hemisferio y de la región por ser “relevante para nuestra Seguridad Nacional y los Estados Unidos”. Destacó que el comando abarca América Central, América del Sur y el Caribe, donde 31 países y 12 dependencias representan también el 8% de la población mundial, siendo una región rica en recursos en donde la historia norteamericana, las raíces, el comercio y la seguridad están liadas en el hemisferio. Con ocho comandos subordinados, Richardson destacó que se encuentra “trabajando muy duro para apoyar a las naciones amigas y sus fuerzas armadas y de seguridad, facilitando que sean más fuertes y capaces de ayudarlas con sus problemas internos y externos”.
Las principales preocupaciones de la comandante en la región
Sobre la región, Richardson puntualizó en tres tópicos fundamentales: las amenazas latentes y el rol de China; el equipamiento ruso en el área; y los mercados del litio, oro y petróleo. En referencia al primer tema, la comandante puntualizó en que en América Latina existe una “actividad maliciosa y múltiples desafíos con los que las Naciones amigas están lidiando”. En este contexto, habló de China como el principal actor activo en la región y, por ende, su competidor más ferviente, además de Rusia y las organizaciones criminales transnacionales. Mencionó la preocupación que le genera observar los “tentáculos de China dentro de los países en el hemisferio y tan cerca de los Estados Unidos”, posición favorecida por la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda.
Para Richardson, el gigante asiático invierte principalmente en infraestructuras críticas como puertos de aguas profundas, el espacio o las telecomunicaciones, con las redes 5G y la multinacional Huawei. Al son de la pregunta “¿Por qué toda esta infraestructura crítica se ha estado invirtiendo tan fuertemente?”, la comandante destacó que Beijing lidera esta clase de proyectos en 25 países de la región, puertos de agua profunda en 17 países, otros cinco con infraestructura de Huawei con respecto a la tecnología 5G, entre otros. Además, destacó que este área está “fuera de serie” con un comercio “increíble” del que China se beneficia en gran medida, convirtiéndose en el principal socio comercial de algunos países latinoamericanos y posicionando a Estados Unidos en el segundo puesto. Allí, China pasó de obtener un valor de 18.000 millones en comercio hacia 2002, a ser de 450.000 millones actuales, por lo que “hay mucho en juego”, en sus palabras.
Otra de las amenazas que Richardson considera completamente intimidante en “su vecindario” son las organizaciones criminales que ven de cerca la inseguridad y la inestabilidad en la región, avalando así el ingreso de “actores malignos para moverse en el área y florecer”, como Beijing o Moscú. Asimismo, destacó que estos problemas de inseguridad e inestabilidad causan otros desencadenantes como la migración y el desplazamiento de la población, el negocio de las drogas o el tráfico de personas.
Sobre las cuestiones de equipamiento, Richardson confirmó que desde el Comando Sur se están impulsando diversas iniciativas para que aquellos países que cuentan con capacidades militares de origen ruso puedan reemplazarlas por materiales de fabricación estadounidense, “que son los mejores”. Estados Unidos se encuentra trabajando con seis países de la región para llevar a cabo este objetivo, donde también una de las propuestas es que ese equipamiento sea donado a Ucrania en el contexto de la guerra con Rusia. Según la titular, son nueve los países cuyas fuerzas armadas cuentan con armamento y equipo de origen ruso o soviético, pudiéndose tratar de Perú, Ecuador, Colombia, Uruguay, Brasil y Argentina.
Por último, otra gran preocupación de Richardson son los mercados de recursos naturales y energéticos que abundan en el hemisferio, los cuales deben “cuidarse”. La comandante destacó que recientemente mantuvo una llamada por Zoom con los embajadores de Argentina y Chile y luego con el vicepresidente de operaciones globales de Albemarle -productor de litio estadounidense- sobre el triángulo del litio y las compañías que allí radican. Nuevamente, consideró que, en la industria del litio, “las agresividades, influencia y coerción de China son un hecho”, por lo que es importante para Estados Unidos conocer qué está pasando en el ámbito y cómo pueden “ayudar a boxear a nuestros adversarios y competidores”, en palabras de la titular. Según sus dichos, la región “es importante con todos sus ricos recursos y elementos de tierras raras”, mencionando no solo el triángulo del litio sino también “la posesión de las reservas de petróleo más grandes en Venezuela (junto al cobre y al oro), los pulmones amazónicos del mundo, el 31 por ciento del agua dulce del mundo”, entre otros. Pero Richardson sugiere que, pese a este favorable contexto, cuando se habla de comercio es China el principal beneficiario, motivo por el cual Estados Unidos debe “intensificar su juego, ser más rápido, trabajar y entregar capacidades a la velocidad de la relevancia para esta región”.
Podría afirmarse entonces, que para la jefa del SOUTHCOM y estas múltiples declaraciones, es fundamental reforzar las amistades con los países de la región. Sin embargo lo que tal vez llama más la atención es que el motivo para hacerlo radica en tratar de “apaciguar las amenazas”. Pese al repetitivo comentario de “la región importa”, sus intenciones muestran que el objetivo principal para profundizar la presencia estadounidense en esta área y mejorar los vínculos con las “Naciones amigas” están impulsadas por la disuasión de las amenazas externas protagonizadas por China, en primer lugar, y Rusia, en segundo lugar. “No tenemos todos los recursos que necesitamos o nos gustaría tener, pero usamos nuestra habilidad y las relaciones que tenemos para ello”, destacó humildemente.
Los comentarios de la comandante denotan la conveniencia que Estados Unidos ahora le otorga a la región por el simple hecho de observar la “competencia” que tienen en el hemisferio, una rivalidad que ahora le añade interés por el simple hecho de estar “en la línea de 20 yardas a nuestra patria, en la zona roja”, tal como afirma Richardson. En conjunto, sus declaraciones no hacen más que revivir la personificación de América Latina como el “patio trasero” de los Estados Unidos, uno al que deben cuidar y proteger por el simple hecho de que, ante un mínimo problema allí, las consecuencias para el gigante norteamericano llegarán tan rápido como una ficha de dominó.
La entrevista de Richardson muestra que mantener el control estratégico de Estados Unidos en América Latina sigue siendo un objetivo principal, así como mostrarse como el hegemón regional que marca la agenda de los países latinoamericanos. Sin embargo, estos objetivos se ven erosionados con el paso del tiempo debido a la presencia cada vez más fuerte de China en la región, un “estado malicioso y profunda amenaza” para los Estados Unidos. Tal y como afirma, Alexander Main, “los Gobiernos estadounidenses han estado siguiendo aproximadamente la misma agenda en América Latina desde al menos principios del siglo XX, aunque las tácticas empleadas han cambiado significativamente con el paso del tiempo”.
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Hay que tener cuidado con la expresión que se usa, no somos socios, ni aliados, ni países amigos, para las potencias somos un botín de guerra y podemos terminar como Corea, Vietnam, Afganistan o la misma Ucrania. Para éllos somos objetivos estratégicos y dudo que les interese hacer simplemente negocios, para hacer tratos con China o EEUU hay que tener en cuenta que es lo que buscan y como compran a nuestros políticos, el costo es la soberanía.