Por Tomas Semhan, miembro de Politólogos al Whisky 

El 2023 será un año intenso para la República Argentina; las elecciones presidenciales de este año resultan decisivas para una economía argentina necesitada de encontrar un rumbo después de una década de nulo crecimiento económico. Es por ello que en el recetario de temas de todos los potenciales candidatos al sillón de Rivadavia no deja de resonar asuntos de agenda económica, desde el nivel puramente macro como son el déficit fiscal o la inflación, hasta las posibles bondades a futuro de las exportaciones que pueden generar el litio y vaca muerta, más concernientes al comercio internacional y la balanza de pagos del estado nacional. 

Por esto último, donde se deifica los abundantes recursos naturales de nuestro país como los mecanismos mágicos que va a sacarlo del estancamiento al que está sometido, es importante plantearse una pregunta central: ¿Por qué Argentina no logra ser una economía competitiva? Para ello, primero debemos hacer sentar ciertos conceptos, ¿Qué es una economía competitiva? Para simplificarlo diremos que es aquella la cual, por medio de su producción, puede competir a nivel internacional con la producción de los demás países. Por lo tanto es, al mismo tiempo, una economía fuerte, con las condiciones necesarias para que sus productos puedan imponerse y conquistar mercados por encima de los productos de otros países.Esta idea de relación directa entre competitividad y fortaleza de una economía se puede confirmar analizando los últimos datos del Informe de Competitividad Global del Foro Económico Mundial (data del 2019), en donde en los primeros diez puestos encontramos países tales Singapur, Estados Unidos, Hong Kong, Países Bajos, Suiza, Japón, Alemania, Suecia, Reino Unido y Dinamarca. Todos ellos, economías avanzadas (Fondo Monetario Internacional). 

Entonces, divisado el concepto de competitividad y su relación con tener una economía productiva ¿En qué puesto de dicho ranking se encuentra la Argentina? El país rioplatense cuenta con una decepcionante posición número 83 de 144 países considerados, siendo un puesto menor hasta para los estándares latinoamericanos, dado que por encima de la Argentina en el mismo ranking se encuentran Brasil (71), Perú (65), Costa Rica (62), Colombia (57), Uruguay (54), México (48) y Chile (33). Podemos notar que la baja calificación Argentina en el ranking se ve acompañada con una también discreta clasificación para Brasil, demostrando la gran interrelación que tienen los dos gigantes sudamericanos (Brasil es el principal importador y exportador de la Argentina).

Además de ello, para seguir resaltando la importancia de tener una economía competitiva, podemos revisar las tasas de crecimiento en los últimos 10 años (2011-2021) de los países pertenecientes a la parte alta de la tabla en comparación con Argentina y Brasil. En los últimos 10 años el PIB de Singapur creció un 37,3%, Estados Unidos 22,8%, Hong Kong 22,1%, Países Bajos 14,4%, Suiza 18%, Alemania 13,8%, Suecia 22,6%, Reino Unido 12,9% y Dinamarca 18,7%. Todos los países de los primeros 10 puestos en el Índice Global de Competitividad crecieron en los últimos 10 años en tasas superiores al 12%, la excepción es Japón, el cual dada sus condiciones excepcionales como país hacen que su economía este al límite de su capacidad productiva, creciendo solo un 5,5%, que sigue siendo superior al 4,1% de Argentina y 4,4% de Brasil en dicho periodo de 10 años.

¿Qué variables se toman en cuenta para determinar la competitividad de un país? Son varias y se dividen en cuatro secciones, 1- Entorno facilitador, que incluye los apartados de Instituciones, Infraestructura, Adopción de TICs y Estabilidad Macroeconómica; 2- Capital humano, que integra los apartados de Salud y Habilidades de Trabajo; 3- Mercados, con Mercado de Productos, Mercado de Trabajo, Sistema Financiero y Tamaño de Mercado; y 4 -Ecosistema Innovador, que tiene como tópicos el Dinamismo Empresarial y la Capacidad de Innovar. De estos tópicos, en donde mejor sale parado la Argentina es en Habilidades de Trabajo (puesto 34 a nivel global), siendo el segundo mejor país de Latinoamérica solo superado por Chile (puesto 10). Esto no es sorpresa, la existencia de una educación universitaria gratuita de excelente nivel para los estándares latinoamericanos hace que Argentina cuente con una nutrida población de profesionales y recursos humanos. Un ejemplo de esto es el destacable número de unicornios que tiene el país y cómo esto lo posiciona en la vanguardia tecnológica de la región. En concordancia, los otros apartados destacables del país son Tamaño de Mercado (puesto 34 a nivel global, 3 en la LATAM) y Capacidad de Innovación (puesto 56 global, 4 en LATAM).

¿Los aspectos más flojos? Estabilidad Macroeconómica (139 global, 21 LATAM), Mercado de Productos (120 global, 15 LATAM), Mercado Laboral (117 global, 18 LATAM) y Sistema Financiero (105 global, 20 LATAM). Es claro que la carencia de estabilidad macroeconómica en el último tiempo es lo que explica el resto de calificaciones negativas. La existencia de una economía estancada y de bajo crecimiento es lo que provoca las calificaciones negativas en el apartado de mercado de productos por la baja productividad generalizada. Si bien los índices de desocupación se encuentran actualmente en un 7,1%, la existencia de fuertes regulaciones laborales y una enorme presencia política de los sindicatos genera una carencia de dinamismo notable en el mercado laboral. 

La inestabilidad macroeconómica también provoca la debilidad del mercado financiero. Argentina tiene uno de los mercados de capitales con menor capitalización bursátil de la región ($39,99 billones), por dar ejemplos, Brasil ($988,37 billones), Chile ($184,55 billones) y Perú ($87,09 billones) le superan ampliamente. Además, es uno de los países de la región con menor cantidad de crédito interno al sector privado como porcentaje del PIB, con un 16%, muy por detrás de Brasil (70%), Perú (124,6%) y Chile (55,2%). Es imposible generar un sector productivo competitivo si no se le otorga los recursos financieros necesarios para su funcionamiento.

Para concluir, podemos señalar que la competitividad de un país no se logra únicamente por medio de algún área de la economía con ventajas comparativas excepcionales (como sucede con el agro) o por las grandes sumas de dinero que se planea conseguir por alguna commodity que esté al alza (como el litio). Lo que va a permitir a Argentina ser una economía fuerte y por lo tanto, competitiva con el resto del mundo, es la sumatoria del todo y no sus partes por separado. El actual gobierno en el lapso que le queda y el próximo que le suceda deberán tener claro que para salir del estancamiento se deben tomar los cursos de acción pertinentes para estabilizar la situación macroeconómica, solo así se podrán generar las famosas “reglas de juego claras”, que son el reclamo incesante de los diversos sectores económicos en los últimos tiempos. 

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