El pasado jueves 2 de enero, el Banco Central Europeo (BCE), en sus esfuerzos para combatir la inflación, elevó las tasas de interés en medio punto porcentual – el nivel más alto desde 2008 – al tiempo que prevé la posibilidad de otro aumento de medio punto durante el mes de marzo. 

En este sentido, Christine Lagarde, presidenta del banco, sostuvo el firme compromiso del BCE de acabar con las presiones inflacionarias que atraviesan de manera persistente la región. Afirmando: “Sabemos que tenemos terreno que cubrir. Sabemos que no hemos terminado”. 

Después de un comienzo lento inicial como respuesta a un aumento constante de la inflación registrada el año pasado 2022, el Banco Central Europeo empezó a subir de forma paulatina las tasas de interés en julio. Desde entonces, ha emprendido el ajuste monetario más rápido en sus dos décadas de historia.

Pero a pesar de ello, luego del aumento llevado a cabo el pasado jueves, los inversionistas están apostando a que se vislumbra un final en esta carrera de las tasas de interés en alza. Su pronóstico se apoya en el hecho de que los bonos europeos se recuperaron y sus rendimientos cayeron bruscamente, pronosticando que el Banco Central Europeo subiría las tasas de interés sólo unas pocas veces más durante este año 2023.

El énfasis de Lagarde radica en la fuerza de las presiones inflacionarias y la incertidumbre que se avecina a raíz de los sucesos internacionales. El problema de la inflación en Europa ha sido impulsado principalmente por los precios de la energía y, aunque los precios mayoristas del gas natural han caído en los últimos meses, los mercados de materias primas se caracterizan por ser volátiles, lo que significa que se verán influenciados por la guerra que se desarrolla  – desde hace ya un año – en la frontera de la eurozona con Ucrania.

A esto se suma la preocupación generalizada por parte de los formuladores de políticas europeos, de que la inflación en la región pueda durar más de lo esperado, especialmente porque el ajustado mercado laboral está elevando los salarios. Si bien los salarios en la eurozona no están aumentando al ritmo de la inflación para evitar así la pérdida del poder adquisitivo de los europeos, existe la preocupación de que sean los acuerdos salariales que estén aumentando de una manera que sería inconsistente con el rápido regreso de la inflación al objetivo del 2 por ciento del banco central.

Durante el último tiempo, los europeos se enfrentan a condiciones financieras difíciles, sin embargo la región ha logrado resistir a las recientes turbulencias económicas incluso cuando la guerra en Ucrania continúa por segundo año. En línea a esto, los datos publicados el martes reflejaron como los países que usan el euro lograron anticiparse a una recesión a fines del año pasado, y otros indicadores económicos sugieren que la perspectiva es más prometedora de lo que se esperaba hace unos meses, en gran parte porque los precios del gas natural han bajado desde su punto máximo. en agosto.

A pesar del panorama alentador, aún persisten riesgos significativos, particularmente debido a las persistentes presiones inflacionarias. Es posible que Europa logre evitar una recesión este año, pero es probable que la eurozona experimente una fuerte desaceleración económica, ya que los efectos de las tasas de interés más altas limitan la economía y la inflación acaba con el poder adquisitivo de los hogares. 

Fuente: The New York Times.

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Redacción
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