A raíz de una entrevista con el medio The Associated Press, el representante estadounidense, Jason Crow, repasa en una mirada retrospectiva y global, los fracasos que llevaron a la inteligencia de Estados Unidos, luego de la invasión a Irak en el año 2003, a rever una serie de cambios desde la base de su estructura.
Sin embargo, también es posible afirmar que, 20 años después del inicio de aquella operación militar liderada por Estados Unidos, no fue solo su servicio de inteligencia lo que cambió, Irak aún hoy atraviesa secuelas como inestabilidad política, pobreza, corrupción y terrorismo, sumado a un futuro incierto al que fue arrastrado como consecuencia de ese suceso.
La operación militar contra Irak fue ordenada por el entonces presidente de Estados Unidos, George Bush, contando con el apoyo del ex primer ministro británico, Tony Blair, y el jefe del gobierno de España, José María Aznar pero sin la aprobación de la ONU. Los argumentos de dicha decisión se sostenían en supuestas evidencias que apuntaban a que Saddam Hussein representaba una real amenaza contra la seguridad occidental, y particularmente de Estados Unidos luego del atentado del 11 de septiembre del año 2001, sumado a que afirmaban estar desarrollando armas de destrucción masiva en el marco de un programa de armas quimicas y biologicas, pese a que nunca se encontró ninguna y las acusaciones fueron desacreditadas.
Cambios en la comunidad de inteligencia
En este sentido, las reflexiones de diversos funcionarios estadounidenses recopiladas por dicho medio, dan cuenta de que los fracasos de dicha guerra moldearon profundamente las agencias de espionaje del país, junto a una generación de oficiales de inteligencia y legisladores. Este suceso, catalogado históricamente como uno de los más violentos que vivieron ambas partes, ayudó a impulsar una reorganización de la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, a partir de la cual, la CIA perdió su función de supervisión sobre otras agencias de espionaje, y se implementaron reformas destinadas a permitir a los analistas evaluar mejor las fuentes, cuestionar las conclusiones por posible sesgo y aceptar la posibilidad de opiniones diferentes.
Estados Unidos tomó nota
En línea a esto, Michael Allen, director gerente de Beacon y quien trabajó en la Casa Blanca durante el mandato del expresidente Bush, afirmó que: “Estados Unidos aprendió a no tomar la inteligencia al pie de la letra, sino a examinar realmente la base sobre la que se hicieron las conclusiones y a escuchar los diferentes puntos de vista entre las diferentes agencias en la comunidad de inteligencia”.
En tanto, Avril Haines, la actual directora de inteligencia nacional de Estados Unidos, señaló a través de un comunicado que la comunidad de inteligencia logró adoptar nuevos estándares para trabajar y abordar desde otra perspectiva los análisis y supervisión de casos. “Aprendimos lecciones críticas a raíz de nuestra evaluación defectuosa de un programa activo de armas de destrucción masiva en Irak en 2002” afirmó la funcionaria estadounidense.
Y al respecto amplio: “Desde entonces, por ejemplo, hemos ampliado el uso de técnicas analíticas estructuradas, hemos establecido estándares analíticos para toda la comunidad y hemos mejorado la supervisión de oficios. Como en cada parte de nuestro trabajo, nos esforzamos por aprender las lecciones que nos permitan preservar y promover nuestro pensamiento con mayor eficacia al servicio de nuestra seguridad nacional”.
Las consecuencias 20 años después
El pasado 20 de marzo de 2023, se cumplieron 20 años desde que el expresidente George Bush, liderando una coalición compuesta por varios países, decidiera iniciar la operación militar en Irak bajo sospechas fundadas en un error analitico y de información de las agencias de espionaje y el servicio de inteligencia de Estados Unidos. El fracaso en el derivo posteriormente la invasión de Irak, dejó profundas secuelas en el país, sumiéndolo a un futuro atravesado por crisis económica, violencia civil, corrupción, inestabilidad política y pobreza, llegando a convertirlo en un Estado ideal para la aparición de diferentes grupos terroristas.
Según testimonios de una generación de iraquíes que ven la invasión del 2003 como un violento episodio en la historia de su país, afirman que desde entonces ninguno gobierno ha logrado alcanzar la estabilidad y paz. Lo que quizás permite pensar, con un visión sobre los hechos actuales, que la retirada por parte de la coalición occidental que logró derrocar al entonces régimen de Saddam Hussein, suma otro caso de fracaso junto con el de Afganistán – luego de más de 10 años de ocupación luego de los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001 -, dejando a su paso paises sumidos en crisis políticas, sociales y económicas.
Este fracaso también dejó secuelas en la sociedad estadounidense, que ha perdido paulatinamente la confianza en la comunidad de inteligencia del país. Según recientes encuestas de The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research: “solo el 18% de los adultos estadounidenses dice tener mucha confianza en las agencias de inteligencia del gobierno, mientras que el 49% dice tener “algo” de confianza y el 31% apenas tiene confianza. A esto se le suma el desgaste generado por una guerra que provocó el rechazo generalizado hacia el expresidente George Bush, logrando una suerte de “presión social” mediante la que se abogaba por finalizar el conflicto bélico en medio oriente y la reticencia hacia la participación de Estados Unidos en conflictos extranjeros. Asimismo, generó una fractura internacional entre aquellos países que apoyaban la operación y aquellos que no, que se mantiene de cierta manera hasta la actualidad.
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