El Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, viaja este fin de semana a China para una visita de cinco días con el fin de refrescar las relaciones con el mayor mercado de exportación de su país y buscar nuevas inversiones chinas en el país latinoamericano.

Lula se reunirá con Xi Jinping el 28 de marzo en Pekín, siendo el primer mandatario extranjero que visita al líder chino desde que este se asegurara un tercer mandato como presidente.

Una visión “pragmática”

El viaje a China se produce menos de dos meses después de que Lula se reuniera en la Casa Blanca con Joe Biden, en un momento en que Brasilia aspira a una política exterior pragmática que equilibre los lazos con sus principales socios comerciales, a pesar de las crecientes tensiones entre ambos.

“Brasil tiene que mantener una posición flexible y pragmática en esta disputa entre China y Estados Unidos”, dijo el senador Hamilton Mourao, que como vicepresidente brasileño se reunió con Xi en Pekín en 2019. Eso lo convirtió en una voz conciliadora clave sobre China en el gobierno del ex presidente Jair Bolsonaro, cuya base ideológica vitoreó sus escarceos diplomáticos con Pekín.

En búsqueda de nuevas inversiones

Lula viaja con una amplia delegación que incluye media docena de ministros del gabinete, además de gobernadores, legisladores y 240 líderes empresariales, más de un tercio del sector agrícola de Brasil, que envía la mayor parte de su carne de res, soja y pulpa de madera a China. Lula también visitará Shanghai esta misma semana.

Funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores afirmaron que Brasil quiere diversificar su comercio con China más allá de las exportaciones de mineral de hierro, soja, petróleo y carne, con preparativos para firmar acuerdos sobre tecnología, innovación y desarrollo sostenible.

Lula acercó Brasil a China y viajó dos veces a Pekín durante sus dos mandatos presidenciales, de 2003 a 2010.

Esta visita se produce después de un período de relaciones rocosas bajo Bolsonaro, que hizo campaña para el cargo utilizando una retórica antichina que continuó en sus primeros años en el Gobierno, cuando su hijo legislador culpó a China de la pandemia de COVID-19.

Las relaciones comerciales no se vieron afectadas por la tormenta diplomática, aunque la inversión china se estancó, debido en parte a que la pandemia impidió a los ejecutivos chinos visitar Brasil. Expertos en comercio dijeron que los inversores chinos no se sentían bienvenidos bajo Bolsonaro.

Para 2021, la inversión de empresas chinas en Brasil recuperó el nivel de 2017, según el Consejo Empresarial China-Brasil, que prevé un crecimiento constante en los próximos años.

Los nuevos proyectos chinos incluyen el puente más grande de América Latina en Salvador, Bahía y, más recientemente, planes para construir vehículos eléctricos en un antiguo complejo industrial de Ford allí, potencialmente extrayendo litio cerca y produciendo baterías para la exportación.

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Redacción
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