Tras cumplirse 100 días desde que asumió como presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva ha tenido resultados mixtos tanto por las medidas aplicadas como por sus declaraciones. En este sentido, el mandatario de 77 años tomó las riendas de un país profundamente dividido en términos políticos y sociales – que lo llevó a una batalla electoral con su predecesor Jair Bolsonaro -, atravesado por problemas económicos, el ascenso de la extrema derecha y el desgaste social hacia lo político, que configuraron un escenario mucho más difícil y complejo de sortear a diferencia de sus últimos dos mandatos (2003 – 2010).
En esta oportunidad, Lula da Silva anunció la puesta en marcha de una serie de medidas destinadas a revertir el legado de Bolsonaro, apuntando a reactivar programas sociales y ambientales obsoletos, y restaurar la posición internacional de Brasil después de cuatro años de un relativo aislamiento. Sin embargo, sus primeros meses como presidente también se vieron empañados por una serie de errores y una disputa pública con el Banco Central sobre la tasa de interés clave.
En línea a esto, en recientes declaraciones el mandatario de izquierda afirmó que la tasa de interés establecida por el Banco Central del país “es demasiado alta”, despertando una alarma creciente en el mundo empresarial. Al respecto, el economista Rodrigo Zeidan en una columna para el diario Folha de São Paulo sostuvo que “Lula ha cometido una serie de errores no forzados”, lo que pueden causar “efectos perversos e involuntarios que impiden el crecimiento económico”.
Sumado a que caracterizó de “espectáculo orquestado por el propio Moro” a la operación policial que se efectuó para sacar a una pandilla acusada de conspirar para asesinar al senador opositor Sergio Moro, el ex juez que condenó a Lula a prisión en 2017 por cargos de corrupción anulados desde entonces. Estas declaraciones indignaron a la derecha opositora del país, que había sido “desmovilizada y aislada” después de los disturbios del 8 de enero cuando simpatizantes de Bolsonaro perpetraron ataques contra los edificios principales de los poderes del Estado.
A pesar de ello, Lula ha conseguido una serie de victorias como relanzar su programa social característico, Bolsa Familia, con mayores beneficios. Desplegar el Ejército para recuperar la reserva indígena más grande de Brasil, el territorio yanomami, de miles de mineros de oro ilegales que lo habían invadido y desencadenado una crisis humanitaria.
Asimismo, la destacada diplomacia que ejerció desde que era candidato para la presidencia, llegando a proponer la conformación de una mesa de negociaciones de paz para Ucrania. Otra medida positiva refiere también a las nuevas reglas fiscales presentadas la semana pasada por el ministro de Hacienda, Fernando Haddad, cuyo objetivo es permitir que el gobierno aumente el gasto social sin hacer explotar el déficit, recibiendo una aprobación de los mercados.
Fuente: Buenos Aires Times
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