El pasado jueves, el lanzamiento del cohete Starship de la compañía SpaceX fue la novedad del momento. Su lanzamiento había sido programado días antes y pospuesto por defectos técnicos. Mientras el mundo esperaba el exitoso lanzamiento, la espectacular explosión del mismo sorprendió a sus espectadores. Sin embargo, según expertos, parece ser que la fórmula de negocio de “fracaso exitoso” funciona espléndidamente en la compañía de Elon Musk.
Pese a la decepción, SpaceX comunicó en sus redes sociales su agradecimiento a quienes habían participado de la prueba y vieron con buenos ojos el fracaso. Los ejecutivos de SpaceX, incluido Musk —fundador, consejero delegado e ingeniero jefe de la empresa de cohetes con sede en California—, elogiaron el vuelo de prueba por haber logrado el objetivo principal: lograr el despegue del vehículo. Lejos de ser un revés, los expertos afirmaron que la dramática pérdida de la nave cohete ayudaría a acelerar el desarrollo al proporcionar una gran cantidad de datos.
SpaceX reconoció que varios de los 33 potentes motores Raport del Super Heavy funcionaron mal durante el ascenso y que el cohete propulsor y la Starship no consiguieron separarse como estaba previsto antes de que se interrumpiera el malogrado vuelo. Las imágenes de la Starship cayendo fuera de control a unos 32 kilómetros de altura mientras estaba montada en su cohete acelerador Super Heavy antes de que el vehículo combinado volara en pedazos dominaron la cobertura mediática del esperado lanzamiento.
De los errores se aprende
Elon Musk había advertido la posibilidad de un desperfecto e incluso fracaso del lanzamiento Starship. Sin embargo, esto no supone un retroceso, sino más bien un avance. Al menos dos expertos en ingeniería aeroespacial y ciencia planetaria que hablaron con Reuters coincidieron en que el vuelo de prueba aportó beneficios.
Garrett Reisman, profesor de ingeniería astronáutica en la Universidad del Sur de California, ex astronauta de la NASA y asesor principal de SpaceX, dijo: “Se trata de un fracaso clásico de SpaceX”. Asimismo, calificó el vuelo de prueba como un sello distintivo de la estrategia de SpaceX, lo que diferencia a la empresa de las compañías aeroespaciales tradicionales e incluso de la NASA.
Afortunadamente, el vuelo había sido planeado para que no contara con tripulación, y el cohete voló casi totalmente sobre el agua desde las instalaciones de la Starbase de la Costa del Golfo, en el sur de Texas, para evitar posibles lesiones o daños materiales en tierra por la caída de escombros.
Si bien la fabricación del cohete cuesta mucho dinero, Reisman mencionó que SpaceX ahorrará más dinero a largo plazo. También tarda menos tiempo en identificar y corregir fallos de ingeniería al asumir más riesgos en el proceso de desarrollo en lugar de mantener “un gran equipo trabajando durante años y años y años tratando de conseguir que sea perfecto antes incluso de probarlo”.
La científica planetaria, Tanya Harrison, dijo que despejar la torre de lanzamiento y ascender a través de un punto crítico conocido como presión aerodinámica máxima fueron hazañas importantes en el primer vuelo. Mencionó también que los riesgos de una sola prueba de vuelo eran pequeños en comparación con los ambiciosos logros que estaban en juego.
“Este es el mayor cohete que la humanidad ha intentado construir”, afirmó, añadiendo que está diseñado para transportar ‘órdenes de magnitud’ más carga y personas hacia y desde el espacio profundo que cualquier otra nave espacial existente.
Musk ha calificado Starship de crucial para los objetivos de exploración interplanetaria de SpaceX. Según Harrison, mientras que la NASA está trabajando en una misión para recuperar muestras de suelo marciano y minerales en kilogramos recogidas por el explorador Mars Perseverance, Starship transportará toneladas de roca, así como docenas de astronautas e instalaciones de laboratorio enteras hacia y desde la Luna y Marte.
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