Recientemente, desde el Instituto de Investigación del Ártico y la Antártida anunciaron que durante la 68.ª Expedición Antártica Rusa, se logró completar con el montaje de tres de los cinco modelos previstos para el nuevo complejo de invernada en la estación de Vostok. Asimismo, afirmaron que la próxima temporada, está previsto completar la construcción de un moderno centro científico en la estación interior rusa en la Antártida.
Dicho complejo incluirá 5 módulos con un área total de aproximadamente 2000 metros cuadrados, con una longitud que será de 140m, y una altura máxima de 17,5m. En tanto, los módulos están montados sobre 36 soportes de tres metros, lo que permite que la estación permanezca descubierta por la nieve durante muchos años, y pueda albergar a 35 especialistas de temporada.
Sin embargo, este anuncio representa dos cuestiones claves para el desarrollo científico en dicha región. Primero, el hecho de que aunque estos desarrollos se encuentren en la Antártida, representan avances en la estrategia ártica general de Rusia. Además, resaltan que la guerra en Ucrania no ha frenado el estímulo de Rusia para continuar avanzando en áreas y regiones claves.
Y en segundo lugar, otra consideración que esto trae a la luz, refieren al futuro de la investigación Ártico/Antártico. Desde marzo de 2022, Rusia se encuentra vetado de la participación en los grupos de trabajo del Consejo Ártico a raíz de su invasión a Ucrania, sin embargo, este veto podría obstaculizar fundamentalmente el potencial para una mayor cooperación en la investigación en dicha región, junto con el intercambio de ideas sobre los cambios sustanciales y negativos que se están desarrollando allí.
En línea a esto, especialistas afirman que sin la participación de Moscú se volverá más complejo avanzar en una cooperación científica en el Ártico/Antártico, ya que Rusia posee un amplio conocimiento en lo que refiere a operaciones en el Ártico. La historia ha llevado a que el Ártico sea un elemento clave para su seguridad nacional y desarrollo económico desde principios de la década de 1990.
Asimismo, Occidente también debe prepararse para enfrentar otra situación eventual: que Rusia ahora busque avanzar con asociaciones no árticas que podrían implicar una mayor participación de países “no amigos” como es el caso de China, tanto en la investigación como en la explotación militar de la región. Empujando a Occidente bien a acelerar la investigación y desarrollo en la región, o reconsiderar la posibilidad de permitir la cooperación rusa.
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