Una nueva autopista está en construcción. La misma atravesará las regiones de Mato Grosso do Sul en Brasil, Gran Chaco en Paraguay, las provincias de Salta y Jujuy en Argentina, y las regiones de Antofagasta y Tarapacá en Chile.
El corredor bioceánico es un proyecto de infraestructura desarrollado desde 2015 por los gobiernos de Argentina, Brasil, Paraguay y Chile para conectar cuatro puertos sobre el océano Pacífico —Antofagasta, Mejillones, Tocopilla e Iquique— con la ciudad portuaria de Santos, en Brasil.
Egon Neufeld, un rico propietario de vastas propiedades en Paraguay, describe al corredor bioceánico como “un nuevo Canal de Panamá”. Asimismo, ha dicho que la carretera, la cual tendrá una longitud de unos 2.200 kilómetros y cruzará Argentina, Brasil, Chile y Paraguay, facilitará la vida de los ganaderos y agricultores de la región para transportar ganado y exportar productos a los puertos del Atlántico y el Pacífico. El coste total aproximado de la inversión es de $10.000 millones de dólares.
Los gobiernos de cada país que se encuentra implicado en este gigantesco proyecto de infraestructura han expresado su apoyo. Sin embargo, fue el Presidente paraguayo, Mario Abdo, uno de sus principales promotores. Siendo Paraguay el cuarto exportador mundial de soja, el presidente ha dicho “para que la soja llegue al Océano Pacífico, tiene que pasar por el Canal de Panamá”. Cuando la nueva autopista esté lista para su uso, el sector productivo ahorraría alrededor de un 25% en costos logísticos, según Abdo.
Cada país es responsable de cumplir determinados tramos y plazos, pero no está claro cuál es el plazo final para la conclusión del proyecto. De hecho, en enero de este año, los presidentes de Brasil y Chile, Lula y Gabriel Boric, confirmaron que acelerarán la construcción de los tramos correspondientes a sus territorios. Uno de los países más avanzados en la ejecución de los proyectos es Paraguay, que ya tiene listo uno de los tres tramos en su territorio.
La amenaza ambiental
Unos 525 kilómetros de esta nueva autopista atravesarán la región conocida como Gran Chaco, una de las principales reservas medioambientales del país, poblada de sabanas y humedales. Alberga jaguares, pumas, osos hormigueros y miles de especies vegetales, y es uno de los lugares con mayor biodiversidad del planeta.
Pero lo que es atractivo para algunos es preocupante para otros. Un joven líder de la comunidad indígena Ayoreo, Taguide Picanerai, menciona que la comunidad ya está sufriendo los efectos de la deforestación porque miles de árboles han sido talados debido a la ganadería. Alrededor del 20% del bosque del Gran Chaco, el equivalente del área del estado de Nueva York, se ha convertido en tierra para el pastoreo de ganado y la producción agroindustrial desde 1985.
“La nueva carretera significará más ganadería, lo que conduce a una gran pérdida de biodiversidad”, dice Picanerai.
Respecto a esta preocupación, el presidente Abdo reconoce que la nueva carretera “aumentará la población en Chaco” y generará “más actividad comercial”. De todos modos, el establecimiento de estrictas reglas supondría nada más que un impacto positivo en la zona. Una de estas reglas es la cláusula que estipula que “lo máximo que la gente puede deforestar en el Chaco es el 50% de sus tierras, y menos si la biodiversidad de la zona se considera más delicada”.
Para el ambientalista Miguel Lovera, estas medidas no son suficientes, quien recalca que la construcción de nuevas carreteras conduce a una mayor deforestación y tala de bosques en pequeños tramos, ejerciendo así una enorme presión sobre el frágil ecosistema.
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