Según recientes declaraciones del portavoz del consejo de seguridad nacional de la Casa Blanca, John Kirby, se estima que más de 20,000 soldados rusos han muerto en los últimos cinco meses en combates en Ucrania, lo que marca una aceleración en las bajas en la región. La mayoría de las tropas murieron en el combate de trincheras por la pequeña ciudad oriental de Bakhmut, que Rusia ha afirmado repetidamente que estaba a punto de capturar. Kirby señaló que la mitad de estos soldados estaban bajo el mando del grupo mercenario Wagner, siendo enviados a la batalla “sin el entrenamiento o el liderazgo adecuados” por ser reclutados en gran medida de las cárceles.
“El intento de Rusia de una ofensiva en el Donbas, en gran parte a través de Bakhmut, fracasó… Rusia no ha podido apoderarse de ningún territorio estratégicamente significativo”, afirmó Kirby. Además, declaró que estas pérdidas son “tres veces el número de muertos en acción que Estados Unidos enfrentó en la campaña de Guadalcanal en la Segunda Guerra Mundial”, uno de los combates más sangrientos como la primera gran ofensiva aliada contra Japón que también duró cinco meses.
Mientras que los dos bandos luchan por el control de una carretera al oeste de la ciudad, la cual sirve como la última línea de suministro vital para las tropas ucranianas que luchan allí, Rusia espera poder apoderarse de Bakhmut para darle acceso a otras ciudades en el oeste, como Kramatorsk. Por otro lado, las fuerzas ucranianas todavía resisten en un rincón de Bakhmut donde “la situación es bastante difícil”, según el coronel general Oleksandr Syrskyi, comandante de las fuerzas terrestres.
Por lo pronto, Estados Unidos continúa brindando información sobre las pérdidas rusas pero se ha negado a estimar públicamente las bajas ucranianas, diciendo que es “información militar confidencial que podría socavar a un aliado”, aunque cierto documentos secretos que fueron filtrados estimaron que el número de víctimas en febrero había alcanzado entre 15.500 y 17.500 muertos y más de 100.000 heridos. Ambas cifras muestran una aceleración en las bajas, aunque en cierta forma han dado un impulso político al esfuerzo de Rusia por apoderarse de Bakhmut.
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