El ingreso de Ucrania a la OTAN sigue siendo una cuestión pendiente, y expertos destacados instan a Estados Unidos y a sus aliados transatlánticos a establecer de manera formal una ruta clara para la membresía ucraniana en la OTAN. Sin embargo, las propuestas planteadas hasta ahora no parecen ser efectivas y podrían empeorar la seguridad de Ucrania a corto plazo, por lo que se sugiere una aproximación más prudente centrada en expandir significativamente la asistencia militar occidental para ayudar a Ucrania a ganar la guerra.
En este sentido, en el marco de la Cumbre de la OTAN en Bucarest en 2008, Ucrania y Georgia se convirtieron en los únicos dos países en la historia de la alianza en recibir una promesa de membresía eventual sin condiciones. Sin embargo, esta declaración generó preocupación en el Kremlin, que vio a la OTAN como una amenaza. No obstante, los conflictos congelados, creados por Rusia en estos países, han impedido que se unan a la OTAN, ya que la alianza exige que los aspirantes no tengan disputas fronterizas sin resolver con países vecinos.
Promesas insuficientes
Finalmente, la promesa de Bucarest dejó a Ucrania y Georgia en una situación vulnerable, incentivando a Rusia a crear conflictos congelados en ambos países antes de su posible ingreso a la OTAN. Y lo que, bajo las órdenes de Vladimir Putin, terminó en un escenario donde el Ejército ruso posteriormente invadió Georgia en 2008, ocupando las regiones de Osetia del Sur y Abjasia, y en 2014 invadió Ucrania, anexando Crimea y ocupando partes de las regiones de Lugansk y Donetsk. Como consecuencia de ello, estos conflictos han evolucionado en una guerra devastadora en Ucrania, a pesar de las reiteraciones rutinarias de la OTAN sobre el compromiso de Bucarest.
Al respecto, una conclusión certera afirmaría que el fracaso de los acuerdos políticos anteriores, como el memorándum de Budapest de 1994, demuestra que las promesas y acuerdos retóricos son insuficientes para garantizar la seguridad de Ucrania. La única solución duradera para Ucrania es su ingreso a la OTAN, lo que proporcionaría la seguridad necesaria para disuadir al presidente ruso, Vladimir Putin, de incorporar el país a Rusia o convertirlo en un estado títere como Bielorrusia.
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