La Universidad de Brown publicó un alarmante informe basado en datos de la ONU, revelando que las guerras posteriores al 11 de septiembre han contribuido a un total de aproximadamente 4,5 millones de muertes. El estudio analiza de forma detallada el impacto devastador de estos conflictos tanto en los países afectados como en diversas regiones del mundo, utilizando datos proveídos por la ONU para estimar el número de muertes directamente relacionadas con estos conflictos, abarcando desde operaciones militares hasta enfrentamientos violentos en tierras extranjeras.
El análisis realizado revela que, en total, alrededor de 4,5 millones de personas han perdido la vida debido a estas guerras, incluyendo a militares, civiles y combatientes no estatales involucrados en los conflictos. Además de las muertes, se destacan las consecuencias humanitarias y socioeconómicas, como el desplazamiento masivo de población, la destrucción de infraestructuras y la creación de inestabilidad política en muchos de estos países.
Además, el informe también analiza el impacto de estas guerras en los países directamente afectados, especificando que las naciones que han sido intervenidas militarmente sufrieron un deterioro significativo en sus sistemas de salud y educación. También que la violencia impuesta y contínua obstaculizó el progreso y la estabilidad económica, dejando un rastro de millones de personas viviendo en condiciones de crisis humanitaria.
Según Stephanie Savell, autora del artículo y codirectora del proyecto Costs of War, afirmó que “hay costos reverberantes, el costo humano de la guerra, que la mayoría de las personas en los Estados Unidos realmente no conocen ni piensan lo suficiente”. La autora mencionó un punto focal de esta cuestión: “Hablamos de que todo terminó ahora que Estados Unidos se fue de Afganistán, pero una forma importante en que estas guerras continúan”, y agregó que “las personas en las zonas de guerra continúan sufriendo las consecuencias”.
Es un hecho que, pese a que Estados Unidos se ha apartado significativamente desde el mando de Biden en la Casa Blanca, las intervenciones militares norteamericanas históricamente encontraban razones para ser realizadas. Inicialmente se sustentaban en que las mismas buscaban garantizar la seguridad nacional y prevenir futuros ataques terroristas, pero su involucramiento ha generado críticas y ha planteado interrogantes sobre la efectividad de estas operaciones, además de tener repercusiones en la imagen y la posición internacional de Estados Unidos.
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Un factor común en esas guerras es la intervención de EEUU, con resultados casi siempre negativos. Con el pretexto del 11S han intervenido en países causando más desastres de los que supuestamente pretendían solucionar. Ni hablar del rotundo y silenciado fracaso de la OTAN/EEUU en Afganistán, que luego de más de 20 años se retiraron, esta vez no por los techos, dejando un país en el que no lograron solucionar ninguno de sus problemas. EEUU se cree con el derecho a imponer su forma de “libertad y democracia” a sangre y fuego, un “derecho” que se sustenta solo en su inmensa vocación hegemónica.
alto preço cobrado por ditaduras populistas antidemocráticas.