Durante este fin de semana se estará llevando a cabo el Diálogo de Shangri-La, habitualmente conocida como la Cumbre de Seguridad Asiática IIEE, que comenzó el pasado viernes en Singapur con los jefes de Defensa de Estados Unidos y China como protagonistas. Se ha convertido en una de las conferencias internacionales de seguridad más importantes, principalmente porque comenzó meses después del ataque del 11-S, y hoy en día toca diversos tópicos concernientes a la seguridad internacional en curso, como Taiwán, la situación del mar de China Meridional o la guerra de Ucrania.
Esta edición comenzó con la negativa de China a que su ministro de Defensa se reúna formalmente con el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin. También se reunieron el ministro de Defensa de Singapur, Dr. Ng Eng Hen, con sus homólogos de ministros de Defensa de Alemania y Reino Unido. Pero aunque la diplomacia reine en este foro, también existe un momento delicado que es que China y Estados Unidos refuerzan sus alianzas y Ejércitos, aumentando los focos de tensión en la región.
De igual forma, Li Shangfu, y Austin intercambiaron palabras brevemente y se dieron la mano antes de sentarse en la cena de apertura del viernes pero, en palabras del portavoz del Pentágono, “no tuvieron un intercambio sustancial”. Esto frustró las esperanzas de que algunas de las fricciones bilaterales se arreglaran, considerando que el mes pasado, el asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, pudo reunirse con su homólogo chino, Wang Yi, en Viena.
Pese a todo, hay una realidad muy marcada, más allá de la evidente tensión entre China y Estados Unidos, y es que la mayoría de los países del sudeste asiático han tratado de no inclinarse demasiado a favor de uno u otro, además de que han participado en ejercicios militares conjuntos con ambos países. Sin embargo, China observa de cerca y con inquietud cómo su principal competencia fue forjando lazos de defensa más estrechos con dos con países importantes de la región, como Indonesia y Filipinas.
En este contexto, donde la competencia militar es cada vez más profunda entre Estados Unidos y China el diálogo llega en un momento importante y se torna una gran oportunidad para los países del sudeste asiático en pos de discutir sus políticas exteriores y diseñar reuniones informales entre funcionarios. Tal es el caso de representantes estadounidenses y taiwaneses, que firmaron un acuerdo comercial en vísperas de la cumbre de seguridad, en manos de trabajadores de entidades no oficiales.
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