China ha rechazado la oferta de Estados Unidos de mantener conversaciones “incondicionales” sobre control de armas nucleares, al tiempo que busca fortalecer su propio arsenal. Esta negativa por parte de China y Rusia representa un riesgo para la proliferación nuclear a nivel mundial.

En un discurso importante la semana pasada, el asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, advirtió que los acuerdos de la posguerra fría que protegen contra la proliferación nuclear global se están desgastando y invitó a Beijing y Moscú a reanudar las discusiones directas sobre el tema. Sin embargo, el gobierno chino respondió en su primera declaración pública directa que no estaba dispuesto a entablar conversaciones en el futuro previsible.

El portavoz de la embajada de Washington en Beijing, Liu Pengyu, declaró: “La fuerza nuclear de China está lejos de estar a la par de Estados Unidos y Rusia. El momento aún no es adecuado para que [Beijing] se una a las negociaciones de control de armas nucleares propuestas por algunos”.

China ha mantenido una política nuclear defensiva, prometiendo no ser el primero en usar armas nucleares y manteniendo su capacidad nuclear al mínimo necesario para la seguridad nacional, según Liu.

La postura rusa

El gobierno del presidente ruso, Vladimir Putin, también rechazó la propuesta de Sullivan el 2 de junio, advirtiendo que no se puede entablar un compromiso sobre el control de armas mientras Estados Unidos sigue una política “hostil” hacia el Kremlin en Ucrania.

La falta de diálogo nuclear entre estas tres potencias mundiales corre el riesgo de sumir al mundo en una carrera armamentista incontrolada que amenaza tanto la estabilidad global como los intereses militares específicos de Estados Unidos.

El Tratado de No Proliferación Nuclear fue diseñado para restringir las armas atómicas a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, quienes gradualmente reducirían sus arsenales. Sin embargo, este marco corre el riesgo de quedar obsoleto, en parte porque Beijing y Moscú parecen estar más interesados en modernizar sus propios arsenales que en evitar que otras naciones adquieran armas nucleares.

Según Sullivan, China tiene previsto aumentar su stock de ojivas nucleares de alrededor de 400 en la actualidad a casi 1.500 para 2035. Mientras tanto, el Kremlin ha abandonado los últimos acuerdos de control de armas de la era de la posguerra fría, como el Tratado START, al tiempo que utiliza tácticas de intimidación nuclear de manera sin precedentes y peligrosa. Esto incluye el despliegue de armas nucleares por parte de Putin en Bielorrusia y las amenazas de usar armas nucleares tácticas contra las fuerzas militares de Ucrania.

Las consecuencias de esta proliferación podrían ser graves. Irán y Corea del Norte han estado avanzando seriamente en sus propios programas nucleares. Mientras tanto, países que durante mucho tiempo han confiado en el paraguas nuclear de Estados Unidos para su protección, como Corea del Sur, Japón y Arabia Saudita, se cuestionan si ha llegado el momento de crear su propia infraestructura nuclear, por temor a que las capacidades disuasorias de Estados Unidos ya no sean suficientes para mantenerlos a salvo.

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Redacción
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