En el último tiempo, la Unión Europea ha vuelto a aproximarse a América Latina y a sus socios de la región, aunque sus movimientos internacionales se deben a que la presencia de China es cada vez mayor y consideren necesario limitar su influencia. La gira de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, por América Latina es un claro ejemplo de este accionar. La funcionaria ya estuvo en Chile, Argentina y Brasil, y próximamente se reunirá con Andrés Manuel López Obrador en México. 

¿Es casualidad que los representantes de la Unión Europea hayan pisado puntualmente esos países en este corto período de tiempo? La respuesta es no, ya que se trata de naciones que tienen cierta cercanía con el gigante asiático en diversos niveles. 

Y es que para muchos analistas, China ya se ha asentado en cierta forma en América Latina, y la llegada de la UE a la región como una especie de “salvataje” o advertencia es tardía. Lo cierto es que China ha logrado ocupar los espacios que las naciones más preponderantes de Occidente han dejado vacíos, y esto implica también la construcción de proyectos propios en países latinoamericanos que comienzan a abarcar el mercado de la región.

Este es el caso del litio, entre otros tantos, y se destaca porque también tuvo un papel central en la visita de von der Leyen. Tal es así que con Alberto Fernández firmó un memorándum de entendimiento para una Asociación Estratégica sobre Cadenas de Valor Sostenibles en Materias Primas. Según la funcionaria, este acuerdo será “de beneficio mutuo, por ejemplo, sobre el litio, para ver cómo desarrollar nuevas cadenas de valor que vayan más allá de la mera extracción”.

De igual manera ocurrió en Chile, cuando Úrsula destacó la necesidad de firmar el Acuerdo Marco Avanzado UE-Chile (que se negocia desde 2015) poniendo énfasis en programas de cooperación en hidrógeno verde y en el litio. Lo cierto es que los recursos naturales que son fundamentales para la transición energética se tornan de vital interés para el bloque europeo, y se convierten en los mecanismos que construyen la bilateralidad entre América del Sur y el continente europeo, el “puente” entre una región y otra. 

La realidad es que, en este círculo de visitas y negociaciones, nada es desinteresado. Es un hecho que la Unión Europea, así como también Estados Unidos y otras grandes economías, precisan del litio y otros recursos para solventarse a sí mismos y a sus industrias. Sus “objetivos verdes” y políticas de cambio energéticas precisan, necesariamente, de la explotación de los países que sí poseen reservas. Y es que “hacerse verde” es muy fácil cuando los aspectos más criticados de las industrias extractivas no se encuentran en sus territorios. 

Gobierno de Chile

Pero también es un hecho que China ha llegado con anticipación a aportar en empresas latinoamericanas y consolidar proyectos de explotación, sin necesariamente tener objetivos verdes. Lo cierto es que, en esta dinámica tal vez controversial y cuestionada por los sectores más ambientalistas, la región debe ser funcional a los intereses de quien cuenta con el capital económico. América Latina debe aprovechar esta desesperación occidental (y asiática, en cierto punto) por obtener recursos energéticos para posicionarse como principales proveedores. 

Podremos cuestionar las formas en la que los proyectos se llevan a cabo, la falta de regulaciones en la materia o las convenientes visitas extranjeras atraídas por nuestros recursos. Sin embargo, que haya más interesados en los mismos es motivo de celebración para los países poseedores del recurso, a quienes el aumento de la demanda les permite exigir mejores inversiones, condiciones comerciales y canales de diálogo político. 

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Valentina Borghi Ponti
Licenciada en Gobierno y Relaciones Internacionales (UADE). Docente universitaria, con interés en Defensa, Seguridad Internacional, la geopolítica y los recursos energéticos.

2 COMENTARIOS

  1. La UE viene ahora a ver qué puede rapiñar de nuestros recursos. En siglos pasados se la llevaban con pala. Es menester de nuestra clase política actuar con inteligencia para sacarle el mayor provecho a este recurso natural, para el bien de todos los argentinos y no solo para unos pocos, de adentro y de afuera.

  2. Los recursos son finitos, la mineria de cualquier índole tiene repercusiones ambientales, la materia prima no debería salir de los países sin darles valor agregado ( Industrialización del recurso) y su precio final debería ser lo suficientemente alto no solo para cuidar el recurso, sino para mitigar el daño ambiental producto de su explotación y aún así generar riquezas para el país. Sino repetiremos la historia de siempre.

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