El pasado 25 de mayo, el Congreso del Perú declaró al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, como persona non grata, negándole de ese modo el ingreso al país andino a la máxima figura del Ejecutivo mexicano.
La medida fue tomada en el congreso con un saldo de 65 votos a favor, 40 oposiciones y 2 abstenciones, de este modo, AMLO se convirtió en el segundo presidente de la región en ser declarado bajo la figura judicial de persona non grata por el gobierno peruano, tras el mandatario colombiano Gustavo Petro, quien fuera declarado así durante el mes de febrero.
La medida tomada por el poder legislativo peruano responde a los dichos de López Obrador, en los cuales no reconoce la legitimidad del gobierno de la presidenta Dina Boluarte, a quien no dudó de calificar de “usurpadora”. “Le recordaría (a Boluarte) que le deje la presidencia al que ganó una elección libre y democrática, a Pedro Castillo. Ella está usurpando ese cargo “dijo López Obrador en conferencia de prensa.
De este modo, las relaciones entre el gobierno de Perú y su par mexicano se encuentran en una situación delicada. López Obrador también pidió por la liberación del expresidente y apuntó contra el poder judicial peruano argumentando que “a Castillo lo metieron a la cárcel por ser gente humilde, un profesor serrano, y lamentablemente en ese país, como en tantos otros, impera el racismo y el clasismo.” Lo que llevó al gobierno peruano a declararlo persona non grata por violar el principio de no injerencia en asuntos internos.
Por su lado, los sectores más cercanos a Boluarte tildan al mandatario mexicano de “hipócrita”, y consideran que sus críticas no solo responden a cuestiones políticas, en ellas juega un papel decisivo los grados de afinidad debido a que, durante su mandato, AMLO nunca realizó acusaciones de tal magnitud ante otros líderes controversiales de la región, como Maduro o Diaz Canel.
¿Qué implicaciones traerá a la región este revés en las relaciones exteriores entre estos países?
A corto plazo, el principal punto de conflicto en el marco del desgaste en las relaciones entre ambos países se vio reflejado en la Cumbre de la Alianza del Pacífico. Esta organización tiene como objetivo la integración económica comercial de sus miembros. Está conformado por Chile, Colombia, México y Perú. La alianza rota su presidencia entre los miembros de manera anual y por orden alfabético.
Dado el escenario actual, AMLO se niega a entregar la presidencia de la Alianza al gobierno de Boluarte, argumentando nuevamente que el ejercicio de la presidencia del Perú no es legítimo y que no planea reconocerlo. Despertando así un fuego cruzado de declaraciones y comunicados entre los ministerios de Asuntos Exteriores de ambos países.
Es importante recordar que la relación diplomática entre ambos países está dañada desde hace ya un tiempo, como muestra de esto Perú retiró a su embajador en México, Manuel Talavera, el pasado mes de diciembre.
De este modo, ante la imposibilidad de realizarse la Cumbre con la presencia plena de todos los representantes, al menos hasta el día de la fecha, los demás miembros de la Alianza del Pacífico se muestran críticos frente a la situación, aunque con distintas posturas. El presidente colombiano, Gustavo Petro, tampoco reconoce al gobierno en ejercicio del Perú, mientras que, por su lado, el gobierno chileno respalda que la cumbre se efectúe en territorio peruano.
Dina Boluarte se refirió a la situación y alegó que el proceder de los gobiernos mexicano y colombiano hacen que no se aproveche el potencial de la Alianza por culpa de cuestiones ideológicas. Mientras que asegura que “el Perú no renunciará a mantener viva la Alianza del Pacífico y a ejercer su presidencia. Ya lo estamos haciendo a través del trabajo conjunto que tenemos aquí. No permitiremos que coartadas políticas vulneren y debiliten este exitoso mecanismo como ha sucedido con otras iniciativas regionales”.
De este modo surgen una serie de interrogantes sobre el futuro de la región ¿Qué pasará con la Alianza del Pacífico? ¿Se restablece la representación diplomática del Perú en territorio mexicano? ¿Habrá más respuestas por parte de Boluarte ante las posturas de Petro y López Obrador?, por el momento, lo único que se puede conjeturar es que si las tensiones diplomáticas persisten en el tiempo, existe la posibilidad de poner punto final al proceso de integración económica, que hasta la fecha había generado a su interior canales de diálogo que traspasaba lo económico, y que llevaban la cooperación a múltiples áreas. Además, por otro lado, funcionaba de gran manera para establecer acercamientos con otros bloques regionales para la promoción de inversión.
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