El país atraviesa la peor sequía en más de 70 años y el agua potable escasea. Montevideo es un anticipo de lo que puede suceder en muchas ciudades del mundo.
El país oriental está atravesando una de las peores sequías de su historia y su capital Montevideo, donde la mitad de la población reside, corre el riesgo de quedarse sin agua. El gobierno ha decretado la emergencia hídrica y ha puesto en marcha un número de medidas para garantizar el abastecimiento de agua a su población
Uruguay viene sufriendo dos años de una sequía normal que se tornó en extraordinaria a partir de fines del año pasado. Los meteorólogos atribuyen la falta de lluvias al fenómeno de La Niña que afectó al continente durante los últimos años. La consecuencia de esto es que Uruguay vive la sequía más importante del último siglo, según el Instituto Uruguayo de Meteorología.
La reacción gubernamental
El pasado 19 de junio el Gobierno uruguayo decretó la emergencia hídrica para la zona de Montevideo y sus alrededores. La represa de Paso Severino, la principal fuente de abastecimiento de agua para la capital cuenta con una capacidad de 67 millones de metros cúbicos de agua, pero actualmente tan solo le quedan unos cuatro millones y medio de metros cúbicos de agua, mientras que Montevideo consume aproximadamente 240 mil metros cúbicos diarios.
El presidente, Lacalle Pou, comunicó en una conferencia de prensa que la emergencia hídrica se declaró para “tener procesos jurídicos más rápidos y más sencillos” respecto a una obra que habilitará otra fuente de agua potable. El mandatario también informó la exoneración de impuestos al agua embotellada y el comienzo de la construcción de una represa que en unos 30 días ofrecerá una nueva fuente de potabilización. “En virtud de esta exoneración de impuestos, suponemos que el precio tiene que bajar. Sin los impuestos que se cobran debería haber una baja sensible”, señaló.
Otra medida que se tomó fue la de incrementar el tope de sodio permitido por litro de agua, de 200 a 440 miligramos, para intentar estirar las reservas del casi seco embalse. Ante estos niveles tan altos de sodio, la composición del agua ya “no es potable” sino que el “bebible” según informaron las autoridades de Obras Sanitarias del Estado, el proveedor estatal de agua. Lacalle Pou intentó que incrementaran los niveles aún más, pero el Ministerio de Salud Pública se negó, alegando preocupaciones sobre el bienestar de la población. Es un tanto irónico que esta situación se dé en Uruguay, primer país del mundo en plasmar en la constitución que el agua potable es un derecho.
El anuncio de la “emergencia hídrica” sirve para facilitar la burocracia en las compras esenciales para la obra que busca crear un embalse en el río San José. Esta represa calculada en u$s20 millones compensará el estado crítico que atraviesa el Paso Severino. La construcción es compleja, porque el objetivo es reforzar el río Santa Lucía, para lo cual habrá que generar la infraestructura adecuada, que consistirá en cañerías y eventuales canales que pueda trasladar el agua de un punto ahora distanciado por varios kilómetros. Se espera que la obra completa y su puesta a punto demore un mes.
La mala gestión y el rol de la industria
Además de la sequía, la actual crisis se relaciona con años de mala gestión. Según el diario El Observador y las fuentes consultadas, las cañerías hace años que pierden entre un 30% y 50% del agua que transportan por falta de mantenimiento. A esto se le suma los recortes de personal de OSE que comenzaron en 2018 bajo la anterior presidencia
También está el rol que juegan las actividades agrícolas e industriales en el uso del agua. La mayor parte de las exportaciones de Uruguay proceden de la agricultura, el cultivo de soja y arrozales, las fábricas de celulosa de madera y papel y las embotelladoras. Para todas estas actividades se necesita agua. Pero el país no cobra por el agua pública que utilizan las empresas privadas para sus usos industriales, pese a que la ley así lo establezca. Una de estas empresas es la firma finlandesa UPM-Kymmene, dedicada a la celulosa, la cual consume de manera diaria el agua equivalente a 96 millones de personas y reduce la disponibilidad de los ríos en un 50 %, según cifras de la Universidad de la República.
Uruguay se encuentra sobre una de las reservas de agua dulce más grande del mundo, el acuífero Guaraní, pero a pesar de esto se encuentra atravesando una emergencia hídrica. Esto muestra que lo ocurrido en el país oriental debe ser tomado como un llamado de atención para el resto de países de la región sobre cuáles son las consecuencias del mal manejo de un recurso tan preciado como el agua. Quitar impuestos al agua embotellada y aumentar el nivel de sodio en el agua son soluciones cortoplacistas que no atacan el problema de raíz. Hay que ir a por soluciones profundas y estructurales y repensar el modelo productivo para proteger el recurso más preciado que hay, sobre todo en un mundo afectado por el cambio climático, donde los fenómenos climáticos extremos pondrán a prueba la infraestructura e instituciones de los Estados.
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