Esta semana en Beijing, las conversaciones sobre el cambio climático entre China y Estados Unidos fueron marcadas por la buena voluntad y un progreso modesto. Sin embargo, los avances fueron más notorios en la mejora de sus relaciones diplomáticas que en la lucha contra el cambio climático.
A pesar de la sólida relación entre los enviados de ambos países, las expectativas de un gran avance en las conversaciones eran bajas. Aunque hubo progreso en restablecer relaciones, la política interna de Estados Unidos y las perspectivas laborales de los diplomáticos podrían dificultar los avances. Hasta ahora, China no ha emitido una reacción oficial a las conversaciones.
Tanto Washington como Beijing comparten el deseo de acelerar la transición hacia energías limpias, y en esta línea, John Kerry señaló que China acordó mantener el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global a 1.5 grados centígrados, aunque previamente habían mostrado escepticismo sobre esa meta.
A pesar de se logró cierto progreso hacia la COP28, la cumbre climática anual de la ONU que se celebra en noviembre, aún persisten dudas sobre el futuro, especialmente si cambian los vientos políticos en Estados Unidos y los diplomáticos abandonan sus puestos.
La diplomacia climática entre China y Estados Unidos está afectada por las políticas internas y las relaciones bilaterales, lo que dificulta lograr una colaboración más sólida. Sin embargo, Kerry se mostró optimista de que la diplomacia puede generar más recompensas antes de la COP28 en Dubai.
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El cambio climático no sabe de superpotencias o países pobres, joroba a todo el mundo. Algo hay que hacer, de lo contrario no será necesaria una guerra nuclear apocalíptica para destruir nuestra civilización, con destruir nuestro medio ambiente bastará.