La cumbre realizada entre la Unión Europea y la CELAC, dejó definiciones importantes para la agenda de la región. Entre los temas tratados estuvieron el compromiso por mantener una periodicidad en los encuentros, la intención de afianzar vínculos comerciales y económicos, y colaborar en pos del fomento de la paz y la seguridad, la democracia, el Estado de Derecho, los derechos humanos y la ayuda humanitaria, entre otros.
En el encuentro llevado a cabo esta semana en Bruselas, se reunieron delegaciones de más de 60 países, quienes también se pronunciaron sobre un tema que viene captando atención de manera creciente, el cuidado ambiental.
Dentro de este tópico, el eje abordado fue, principalmente, el de “transiciones verdes”. Esto refiere a que países con industrias tradicionales adopten métodos de producción más amigables con el ambiente, incentivando a su vez el desarrollo de actividades económicas sostenibles. Dicha política viene siendo impulsada por distintas instituciones europeas, las cuales buscan asegurar el suministro de materias primas críticas y energías renovables.
A su vez, como era de esperarse, las partes reiteraron su compromiso por la implementación del Acuerdo de París, la mitigación del cambio climático, el cuidado del ambiente (océanos, biodiversidad, etc.) así como la transición a energías renovables.
Según lo establecido en la cumbre en la Nueva agenda para las relaciones entre la UE y América Latina y el Caribe: “A través de la agenda de inversión de Global Gateway para América Latina y el Caribe, movilizar inversiones de calidad para obtener resultados en materia de energías renovables e hidrógeno verde, materias primas críticas, descarbonización y proyectos de infraestructuras de transporte, conectividad 5G, (…) con una oferta de inversión positiva y basada en valores, en el respeto de unos estrictos estándares internacionales.”
En el mismo documento también se hace referencia a medidas puntuales como: impulsar conjuntamente la ejecución de proyectos de inversión ecológicos, intensificar la lucha contra la pérdida de bosques y biodiversidad y la degradación forestal, y concluir memorandos de entendimiento sobre energía y estudiar la creación de asociaciones mutuamente beneficiosas.
Olas de calor en todo el mundo
Todo esto se da en paralelo a un aumento de la temperatura que está afectando a gran parte del hemisferio norte. Los niveles de calor registrados en muchos países están alcanzando récords históricos, generando preocupación sobre la situación crítica a la que se está llegando. Los pronósticos para los próximos años mantienen sus augurios pesimistas respecto a este asunto, previendo una continuidad en el aumento de las temperaturas a nivel mundial, en la medida que no se reduzcan drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero. Uno de los casos más extremos registrados en los últimos días se dió en Irán, donde, el día domingo, una confluencia de calor y humedad se tradujo en una sensación térmica de más de 65,5 grados centígrados, una temperatura peligrosamente cercana a los límites de supervivencia humanos.
Uno de los países de Latinoamérica donde se han producido las últimas y más graves olas de calor es México, superando los 40 grados centígrados y dejando más de cien muertos desde marzo hasta la fecha, según fuentes oficiales. El impacto de estos cambios es especialmente fuerte en países de América Latina, debido a su configuración geográfica y ambiental. A este aspecto se le suma, en muchos casos, la ausencia de una infraestructura capaz de responder a las demandas que estos fenómenos generan. En la medida que esta situación perdure en el tiempo, los efectos serán cada vez más nocivos para el desarrollo de la vida. Varias partes de la región vienen experimentando sequías importantes que han derivado en una ausencia en el suministro de agua potable. Tal es el caso de Uruguay, quien se ha declarado en emergencia hídrica ante esta circunstancia.
Las medidas promocionadas en la cumbre UE-CELAC parecen ser el camino a seguir, aunque de momento insuficientes. Gran parte de los reclamos de los países latinoamericanos se centra en su imposibilidad de encarar transiciones energéticas en contextos de gran incertidumbre e inestabilidad tanto económica como social. Algunos de estos países también acusan no contar con un sistema democráctico lo suficientemente consolidado como para dar un aporte significativo a esta conversación. Desde el lado europeo, la necesidad de un suministro energético alternativo debido a los efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania ha provocado que, dentro de una estrategia mucho más abarcativa, se tomen estos caminos para intentar mejorar su situación energética.
Implementación de las medidas
Las propuestas de transición verde sólo podrán ser implementadas si no representan un coste económico mayor a su beneficio a corto plazo. Esto puede ir en contra de las urgencias que presenta la situación a nivel mundial, pero concuerda con la realidad que enfrenta latinoamérica hoy en día. Las inversiones deben estar bien dirigidas y ser perdurables en el tiempo para que esto suceda, formando parte a su vez de un plan coherente que ponga atención a los diferentes aspectos de la problemática.
Latinoamérica representa una de las zonas con mayor biodiversidad y superficie verde del planeta, por lo que los cuidados sugeridos pueden generar un impacto. Sin embargo, su volumen de emisiones no es el causante del problema, por lo que su reducción es sólo una parte de la respuesta al problema.
Es por ello que las medidas planteadas deben incluir a las principales potencias económicas, las cuales, por razones obvias, son las que cuentan con una mayor incidencia en el aceleramiento del calentamiento del planeta. Cualquier medida que incluya en su mayoría a economías de menor porte, si bien tendrá su aporte a la causa, terminará siendo deficiente.
Fuera de la órbita de la UE y la CELAC, parece ser que estas potencias aún no están dispuestas a modificar segmentos significativos de su estructura económica para contrarrestar dichos efectos. Quizás las altas temperaturas registradas durante las últimas semanas enciendan las alarmas para que se tomen medidas determinantes. Por ejemplo, China registró una temperatura de 52,2 grados centígrados el domingo en la región de Xinjiang (oeste), un récord para mediados de julio. Solo resta esperar que este cambio de rumbo no llegue demasiado tarde.
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