Actualmente todo tiene su versión ciber: ciberespacio, ciberespionaje, ciberincidente, ciberataque, ciberdefensa, ciberguerra, ciberarma, cibercrimen, ciberdelincuencia, ciberseguridad; entre muchos otros. ¿Pero qué implican estos fenómenos en las Relaciones Internacionales?
En primer lugar, hay que tener en cuenta que el ciberespacio está en todos lados y en ninguno al mismo tiempo, logrando configurarse como tierra de todos y de nadie. Si bien los individuos, los Estados, las empresas y los organismos no estatales, entre otros, estamos entrometidos en la red de información que se forma con internet, al mismo tiempo estamos dentro de un “común global”. Es decir, un espacio que escapa al control o la jurisdicción de algún Estado en particular (Bartolomé, 2022, 3), siguiendo la naturaleza anárquica del sistema internacional.
Esto da sitio a una gran libertad cibernética, pero también a una mayor susceptibilidad frente a las amenazas de este espacio. Teniendo en cuenta que los ciberdelitos se ven facilitados por su bajo costo, la posibilidad de realizarse en una jurisdicción diferente a donde uno se encuentra físicamente y las lagunas de punibilidad de determinados Estados (Subijana Zunzunegui, 2008, 171 en Pons Gamón, 2017, 82). Lo que implica que los límites son difusos y se presentan dificultades para aplicar las leyes del mundo físico, así como también para la detección y atribución de los ciberataques.
A su vez, las características de estos ataques permiten que pueda actuarse contra cualquier tipo de blanco y por una amplia variedad de actores. Desde los Estados hasta los criminales, terroristas, hackers, espías, empresas privadas o insiders. Lo que explica de alguna manera porque hoy en día la ciberseguridad se sitúa como uno de los principales asuntos en la agenda de seguridad internacional.
Ciberterrorismo
La evolución del ciberespacio y de las diferentes tecnologías han puesto nuevas herramientas de destrucción en manos de actores no estatales, privatizando la guerra y facilitando otros medios a los grupos terroristas (Nye, 2004, 21).
Es de esta manera que ha surgido el ciberterrorismo, convirtiéndose además en una de las formas más destructivas de ciberdelincuencia (Pons Gamón, 2017, 85) y construyendo una mayor amenaza para el sistema internacional. Más allá de la diversidad de ciberataques que pueden realizarse, la tecnología actual permite a los grupos terroristas también realizar propaganda, reclutamiento e incluso crear redes entre agrupaciones. Teniendo la posibilidad no solo de desestabilizar información, sino también a diferentes sociedades; lo que lo configura como una problemática de seguridad.
Un gran ejemplo de este fenómeno es el de la organización terrorista Al Qaeda, principalmente reconocida por el atentado a las torres gemelas. La misma no solo ha ejecutado fuertes campañas de reclutamiento online, como en 2003 para atacar a las fuerzas estadounidenses establecidas allí (Poveda Criado & Torrente Barredo, 2016, 515), sino también ha difundido documentos con instrucciones detalladas como “La enciclopedia de la Yihad” (Poveda Criado & Torrente Barredo, 2016, 516). Sospechandose también la posesión en Pakistán de un campo de entrenamiento destinado a formación informática y cibernética (Medero, 2014, 77).
Ciberguerra
Pero no solo los grupos terroristas han aprovechado el progreso tecnológico, sino también los actores estatales, generándose así el fenómeno que hoy conocemos como ciberguerra. La cual puede incluir diferentes acciones como por ejemplo la interrupción del flujo de información, el impedimento del acceso a sistemas, la reducción de eficiencia, el engaño o el robo al adversario (Medero, 2010, 64.) Encontrándose la posibilidad de que esta metodología pueda ser tan efectiva como una guerra convencional.
Así se ha desarrollado un frente cibernético entre los escombros de la guerra Rusia – Ucrania. No solo formado por cibermilitares o ejércitos de hackers vinculados a organismos estatales, sino también por diferentes grupos de hacktivistas locales e incluso compañías privadas de ciberseguridad extranjeras (Ball, 2023). Surgiendo no solo una guerra cibernética alternativa a la convencional contemporánea, sino también dando lugar a una variedad de actores involucrados.
Al no necesitar del movimiento de tropas, los ciberataques en el marco de una guerra permiten también que se puedan tomar represalias con mayor facilidad. Por ejemplo, en el marco de la guerra mencionada, se sospecha que Rusia realizó este tipo de ataque a la empresa japonesa Koyima por la asistencia de este país a Ucrania (Chaya, 2023). Aprovechando sus herramientas más allá de la distancia y en pos de sus objetivos nacionales
Lo que también significa velocidad, mucho más en tiempos donde empieza a reinar la inteligencia artificial. Si las computadoras logran tener la información adecuada, pueden tener una capacidad de reacción mucho más rápida que cualquier ser humano. Llegando a tomar las decisiones y ejecutarlas incluso en menos de tres minutos, mediante un sistema de IA (Chaya, 2023).
¿Por qué importa la ciberseguridad en las Relaciones Internacionales?
En el entramado de los fenómenos cibernéticos mencionados se han cruzado diferentes actores, metodologías, peligros y territorios. Internet ha logrado volver al mundo interdependiente, afectando no solo la información, sino también la política, la economía y la seguridad. De esta manera, los objetivos y las agendas del sistema internacional se han diversificado y las guerras ya no se encuentran solo sobre la tierra, escapando a aquello que está a primera vista.
Esto configura la necesidad para la seguridad nacional de reinventarse continuamente, adaptándose a un cruce de fenómenos clásicos con otros que se siguen inaugurando en el día a día. Primero fue la creación de internet en la segunda mitad del siglo XX, en el 2023 es el progreso de la inteligencia artificial.
Vivir en la sociedad de la información envuelve a todos en una doble dimensión, la territorial y la cibernética. Las relaciones internacionales no son ni serán la excepción a esto, y la ciberestrategia tendrá que configurarse como su mayor aliada para la ciberseguridad.
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