Níger era el último aliado sólido de Occidente en la región y albergaba a unos 1,500 soldados franceses que ayudaban a combatir a los yihadistas. Además, Estados Unidos tenía desplegadas a más de 1,000 personas de servicio allí, principalmente en bases de drones. Sin embargo, su futuro ahora es incierto.

Durante los últimos meses, el presidente de Níger, Mohamed Bazoum, comprendió que los golpes en Burkina Faso y Malí habían afectado su lucha contra los yihadistas en el Sahel. Sin embargo, el 26 de julio, él mismo fue derrocado por el general Abdourahamane Tchiani, jefe de su guardia presidencial.

Este derrocamiento ha provocado una crisis sin precedentes, y existe el temor de que pueda desencadenar una guerra regional. La Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (ECOWAS) ha amenazado con tomar medidas militares si Bazoum no es reintegrado antes del 6 de agosto.

La situación es sombría en la región del Sahel, donde los yihadistas han estado ganando terreno y aumentando su violencia. A pesar de la estrategia de Bazoum en Níger, que implicó mejorar los servicios gubernamentales, mantener diálogos y utilizar ayuda militar occidental, otros países de la región han sido menos exitosos en su lucha contra el yihadismo.

El golpe en Níger también pone en riesgo la estrecha cooperación militar con Occidente, lo que podría tener consecuencias graves en la lucha contra el terrorismo en la región.

El rol de ECOWAS en la crisis de Níger

Durante la última década, se ha llevado a cabo una batalla contra los yihadistas, autócratas e insurgentes en el Sahel, una región árida y empobrecida del oeste de África. Esta lucha ha alcanzado un punto crítico tras el golpe militar ocurrido el 26 de julio en Níger, convirtiéndose en el último estado en quedar semifuncional en la región, tras recientes tomas militares en Malí y Burkina Faso.

La situación inmediata plantea un país al borde del abismo: ECOWAS, un grupo de estados de África occidental, ha exigido la restauración del gobierno electo para el 6 de agosto y ha amenazado con tomar medidas militares contra la junta en Níger.

A largo plazo, existe el temor de una inestabilidad que se extienda por todo el continente, poniendo en peligro economías mucho más grandes, como Ghana y Nigeria, y convirtiéndose en una base para el extremismo y el terrorismo más allá de las costas africanas. La situación en Níger es otro paso arriesgado que amenaza con convertir la lucha en el Sahel en una amenaza para la seguridad mundial.

El derrocamiento del presidente de Níger, Mohamed Bazoum, por parte del ejército liderado por el general Abdourahamane Tchiani, ha generado tensiones adicionales. Francia, la antigua potencia colonial, está evacuando a sus ciudadanos y ha suspendido la ayuda, amenazando con una respuesta firme a cualquier ataque a sus intereses después de que manifestantes intentaran incendiar su embajada en la capital, Niamey. La junta militar de Níger ha declarado que se defenderá contra el “plan de agresión” de ECOWAS, y los regímenes militares de Malí y Burkina Faso, aliados de la junta, han afirmado que considerarían un ataque a Níger como una declaración de guerra contra ellos también.

Irrupción del yihadismo en África

El golpe representa un duro golpe para Níger y la región en general, que ha sido afectada por grupos yihadistas vinculados a al-Qaeda y al Estado Islámico. En el último año, alrededor de 10,000 personas murieron en conflictos en Burkina Faso, Malí y Níger. Mali también fue gobernado por militares en 2020, y Burkina Faso experimentó un segundo golpe en septiembre de 2022.

La magnitud del desastre yihadista en África es abrumadora. Además del Sahel, los militantes controlan vastas extensiones del noreste de Nigeria y Somalia, lo que afecta a más de uno de cada diez africanos subsaharianos. En los últimos 12 meses hasta junio, más de 22.000 africanos murieron a causa de la violencia relacionada con la yihad, un aumento del 50% respecto al año anterior y el doble del número de muertes ocurridas en Irak en 2014, durante el apogeo del Estado Islámico.

A pesar de que los golpistas de Níger alegan que podrían hacer un mejor trabajo en la lucha contra los yihadistas, los derrocamientos de los gobiernos electos en Burkina Faso y Malí llevaron a un aumento en la violencia yihadista en ambas regiones. Las medidas enérgicas tomadas por gobiernos militares aislados e ilegítimos no resolverán el problema en su raíz.

El yihadismo es un síntoma del colapso social y económico, así como una causa de inestabilidad. En el caso del Sahel, el aumento de la población y el cambio climático han desencadenado una competencia por recursos escasos, así como migraciones internas que desestabilizan la región. Los gobiernos corruptos e incompetentes han agravado estos problemas, fomentando tensiones sectarias y abusos contra minorías étnicas.

La fatiga poscolonial y la desconfianza hacia Occidente también han contribuido al conflicto. A pesar de los esfuerzos militares liderados por Francia en 2013 para combatir a los yihadistas en el Sahel, los resultados han sido desalentadores, debido en parte a la desconfianza local hacia la intervención francesa. En lugar de recibir apoyo occidental, algunos países han buscado ayuda en otras fuentes, como los mercenarios del Grupo Wagner, liderados por Yevgeny Prigozhin, quién se comenta estar interesado más en la riqueza mineral de la región que en la paz y la estabilidad.

¿Qué debería hacer el resto del mundo frente a esta situación?

Ante esta crisis, una opción para el resto de África y el mundo exterior es no quedarse de brazos cruzados, ya que los repetidos intentos por controlar el extremismo y establecer gobiernos estables en el Sahel han fracasado. La amenaza ya no está limitada geográficamente, puesto que los insurgentes amenazan con cruzar fronteras y desestabilizar países más ricos y densamente poblados, como Ghana y Costa de Marfil, dos de las principales economías subsaharianas, e incluso pueden vincularse con extremistas en Nigeria, la economía más grande de África.

Por tanto, es esencial un esfuerzo global para contener el yihadismo africano, abordando sus causas profundas. Sorprendentemente, Níger ha mostrado un enfoque progresista ante la amenaza yihadista, mejorando la gobernanza y servicios, y buscando resolver conflictos locales mediante el diálogo y ofreciendo amnistía a algunos yihadistas. La bienvenida a fuerzas occidentales para entrenar al ejército y combatir a los terroristas es otra muestra de su enfoque integral. La esperanza es que ECOWAS logre revertir el golpe en Níger, tal como ha sucedido en otras ocasiones en Gambia, Guinea y Santo Tomé, entre otros.

No obstante, si la nueva junta militar de Níger permanece en el poder, Occidente se verá obligado a cesar su apoyo al país y, en su lugar, enfocarse en ayudar a los países densamente poblados de la franja costera para resistir el yihadismo en África. Esto implica instar a esos estados a adoptar un enfoque integral para frenar el yihadismo, tomando lecciones de Níger sobre el estado de derecho y la importancia de brindar servicios adecuados.

Además, es necesario entrenar a los soldados que se enfrentan a los yihadistas para que no maltraten a la población local, y estar dispuestos a una intervención militar directa de las fuerzas occidentales, siempre y cuando sean invitados por los gobiernos de la región. Por último, es vital construir una alianza más amplia contra el yihadismo que vaya más allá de las potencias coloniales. Muchos países, como China y Turquía, tienen interés en que África sea estable y próspera, por lo que necesitan brindar su ayuda. La amenaza de los yihadistas es urgente, y ya están al acecho.

La comunidad internacional, incluido el presidente francés Emmanuel Macron y la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (ECOWAS), han condenado el golpe y amenazado con sanciones económicas para presionar por un retorno al gobierno elegido democráticamente. Sin embargo, la efectividad de las presiones diplomáticas sigue siendo incierta.

En cuanto a la intervención de Rusia o el Grupo Wagner, no hay evidencia clara que respalde esta teoría. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia incluso pidió la liberación de Bazoum. Un mensaje de audio atribuido al jefe de Wagner, Yevgeny Prigozhin, expresó su apoyo a la lucha del pueblo de Níger contra lo que él llama “colonizadores”. Sin embargo, la autenticidad de este mensaje no ha sido verificada.

En general, la situación es preocupante, y el futuro de Níger y la región del Sahel en términos de seguridad y estabilidad es incierto.

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Juan Ignacio Máscolo
Estudiante avanzado de Relaciones Internacionales (USAL). Coordinador del Observatorio de Política Internacional en el Centro de Estudios Estratégicos en Relaciones Internacionales (CEERI). Especialista en Economía Internacional, Estados Unidos y África.

1 COMENTARIO

  1. Yo no veo ninguna encrucijada de Occidente, lo que veo es que simplemente se tendrá que reacomodar a la nueva situación geopolítica mundial, les guste o no, quieran o no. Se acabó vivir de la sopa boba.

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