En la última semana, en ambos países escandinavos (Suecia y Dinamarca) han sucedido una serie de protestas controvertidas que reavivaron tensiones diplomáticas con varias naciones de mayoría musulmana. Las quemas del Corán son actos en los que individuos o grupos de personas queman ejemplares del libro sagrado del Islam, suelen surgir en forma de protesta o expresión política, motivos religiosos extremistas, o actos de discriminación hacia la religión.
Estas acciones suelen ser consideradas altamente ofensivas y blasfemas por los musulmanes, ya que el Corán es considerado “eterno” y hace referencia a la palabra de Dios según su religión. La quema del mismo ha afectado las relaciones internacionales entre países, especialmente aquellos con poblaciones musulmanas significativas o que buscan defender los derechos humanos y la libertad religiosa. Los líderes de varios países han condenado estos actos y han llamado a la tolerancia y el respeto mutuo para evitar una escalada de tensiones y conflictos.
La Organización de Cooperación Islámica (OCI), la Liga Árabe y el Consejo de Cooperación del Golfo expresaron por separado una fuerte condena a lo sucedido. Habiendo pasado menos de 24 horas, la reacción de muchos iraquíes fue protestar ante la embajada sueca en Bagdad, se organizó una marcha y la toma de la misma. Si bien no hubo destrozos ni incidentes, hubo embajadores que tuvieron que retirarse del lugar en cuestión, como es por ejemplo el caso del embajador de Marruecos. Paralelamente, en defensa de sus creencias, el gobierno iraquí expresó su condena hacia los “actos racistas, incitadores de violencia y odio” que se han estado produciendo “de forma reiterada” en países que “se enorgullecen de promover la diversidad y el respeto a las creencias de los demás”.
¿Cuál debería prevalecer, el derecho fundamental a la libertad de expresión o el respeto a la religión al abordar las manifestaciones?
Si bien el derecho a la libertad de expresión está protegido por el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos en el que se expresa que “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión” y en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en el artículo 18, se manifiesta que “toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión”. Aun así, una de las propuestas en estudio es restringir o incluso prohibir las protestas que involucren la quema de textos religiosos, especialmente aquellas que se convocan frente a embajadas extranjeras. La idea detrás de esta medida es evitar el riesgo de tensiones diplomáticas y conflictos internacionales que puedan surgir cuando las protestas afectan directamente a naciones extranjeras. Es importante resaltar que esta propuesta ha sido objeto de críticas, ya que algunos argumentan que podría ser una restricción a la libertad de expresión. Sin embargo, los líderes políticos involucrados han dejado en claro que el objetivo no es limitar la libertad de expresión, sino más bien establecer un mayor control sobre los permisos para las reuniones públicas que puedan involucrar acciones ofensivas hacia otras religiones o culturas.
En este contexto, el primer ministro sueco, Ulf Kristersson, ha explicado que el propósito no es coartar la libertad de expresión, sino encontrar una forma de equilibrar la misma con la necesidad de respetar las creencias religiosas, evitar conflictos internacionales y procurando que las mismas se lleven a cabo con un determinado control y de forma responsable. Por otra parte, el ministro de Relaciones Exteriores danés, expresó: “El gobierno danés se está tomando muy en serio las reacciones internacionales a la quema del Corán en Dinamarca. Por eso he invitado a los portavoces de Asuntos Exteriores a una reunión informativa sobre la situación. No debemos permitir que nuestros desacuerdos al respecto creen divisiones, ni en el extranjero ni en casa”. El gobierno danés se vio comprometido a encontrar una solución legal y expresó que estas quemas de escrituras solo generan divisiones en un mundo que precisa unidad.
Estas situaciones han puesto de manifiesto la importancia de las decisiones sobre alianzas militares y la necesidad de considerar cuidadosamente el impacto que pueden tener en las relaciones regionales y en la seguridad internacional. El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, advirtió a Suecia que no recibirá apoyo para su candidatura de ingreso a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Hungría también se mostró reacia a la ampliación de la alianza, en noviembre de 2022, el país confirmó que no completaría el proceso de ratificación para su incorporación a la OTAN. En respuesta a su amenaza, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, criticó la actitud del presidente turco por bloquear la adhesión de Suecia a la Alianza Atlántica debido a la quema del Corán en Estocolmo, el mismo expresó que “ La libertad de expresión es un bien precioso, en Suecia y en todos los otros países de la OTAN. Y es por eso que estos actos inapropiados no son automáticamente ilegales”. Paralelamente, estos acontecimientos han tenido consecuencias significativas en el contexto del conflicto bélico entre Ucrania y Rusia, en particular por parte de Suecia y Finlandia, quienes en un principio iban a abandonar su posición de no alineación e iban a formar una alianza militar. Es decir, la quema del Corán en Estocolmo pudo haber sido llevada a cabo por un “provocador” con la intención de distanciar a dos socios cercanos, y afectar las negociaciones en curso sobre el ingreso de estos países a la OTAN.
El desafío para los líderes políticos y las sociedades en general es encontrar un equilibrio adecuado entre el derecho a la libertad de expresión y el respeto a las creencias religiosas. En un mundo cada vez más interconectado, es fundamental fomentar el diálogo intercultural y la tolerancia religiosa para evitar conflictos innecesarios y promover la paz y la estabilidad internacional. La diversidad de creencias y culturas enriquece nuestra sociedad global y, por lo tanto, debemos reconocer y respetar las diferencias religiosas y culturales de cada individuo y comunidad.
Te puede interesar: Activistas de extrema derecha en Suecia queman el Corán, provocando disturbios