El inicio de la Cumbre BRICS, un evento que reúne a las principales economías emergentes, se vio atravesado por una fuerte retórica por parte de China y Rusia que dejó entrever fricciones y la compleja interacción de los factores económicos y geopolíticos en el escenario global. Las tensiones aumentaron tras fuertes declaraciones emitidas por Vladimir Putin y la ausencia de Xi Jinping en un discurso programado.
En este sentido, el presidente chino no asistió a una reunión programada en Sudáfrica en la que se esperaba que pronunciara un discurso en defensa de la economía china y su apoyo a los mercados emergentes. Esto generó aún más preocupaciones sobre la situación actual de la economía asiática por sus problemas con la caída de los precios, un mercado inmobiliario tambaleante y una deuda pública local disparada.
Asimismo, según reveló un programa público, el líder chino tenía previsto intervenir el martes en un foro empresarial de los BRICS. Sin embargo, en su lugar los delegados fueron recibidos en el escenario por el ministro de Comercio, Wang Wentao, que leyó el discurso sin dar explicaciones sobre la ausencia de su líder.
El mismo trajo un aire de confrontación a la Cumbre tras afirmar que “algún país, obsesionado por mantener su hegemonía, se ha desvivido por paralizar a los mercados emergentes y a los países en desarrollo”, insinuando la creciente disputa económica entre China y Estados Unidos. Al tiempo que destacó el potencial y la resiliencia de la economía china.
Por su parte, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, utilizó un discurso pregrabado para criticar en reiteradas oportunidades las sanciones occidentales contra su país, a las que calificó como “ilegítimas”. Acusó a las naciones occidentales de infringir las normas de libre comercio y amenazó con cortar permanentemente las exportaciones de grano a Ucrania.
Su discurso se centró en la guerra de escala que se desarrolla en Ucrania y en la relación de Rusia con Occidente, alejándose del enfoque previsto para la Cumbre. Pese también a que las autoridades sudafricanas habían afirmado que tanto las fricciones entre Oriente y Occidente como las tensiones geopolíticas no debían dominar la primera cumbre en persona desde antes de la COVID-19.
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