Recientemente, el presidente de Bolivia, Luis Arce, admitió que la industria de gas de su país ha registrado un declive en su producción aproximadamente desde el 2014, y que al día de hoy ha “tocado fondo”. Según sus declaraciones, realizadas en un acto en la ciudad de Oruro, la industria petrolera tampoco tiene capacidad para continuar produciendo por la falta de inversiones en procesos de exploración de nuevas reservas

Así también lo reconoció el presidente de la estatal petrolera YPFB, Armin Dorgathen, afirmando que “a partir del año 2014 ha comenzado una declinación en la producción de gas natural en el país”, y que eso fue producto de que “no hubo una gran cantidad de proyectos exploratorios que se lleven adelante”. Según el funcionario, la producción de gas cayó de 59 millones de metros cúbicos diarios (mmcd) en 2014 a 37 mmcd actualmente. 

Fuente: Energía

Estos hechos son cruciales para la Argentina por dos motivos: primero, Bolivia no solo abastece su creciente demanda interna sino que también se vende a nuestro país y al vecino Brasil; en segundo lugar, pese a las malas noticias, se torna una oportunidad fundamental para la Argentina para poder eliminar esta dependencia externa en materia energética (ya que con Bolivia se firmó un contrato de abastecimiento hasta 2026) y priorizar la producción nacional. 

En este contexto, Argentina comenzó a priorizar sus obras del Gasoducto del Norte con gas de Vaca Muerta, el proyecto energético más amplio del país, en pos de abastecer a las provincias argentinas del norte. La reversión del Gasoducto Norte significará una inversión de US$ 710 millones por parte de Argentina, de los cuales US$ 540 millones provienen de un crédito del Banco de Desarrollo para América Latina y el Caribe (CAF). Pero se espera que antes del invierno de 2024 el gasoducto ya esté en funcionamiento y pueda revertir esta dependencia del gas boliviano. 

Cabe destacar que, a mediados de julio, la industria boliviana YPFB informó y notificó formalmente a la empresa Energía Argentina (Enarsa) que a partir de 2024 ya no podría garantizar el abastecimiento firme de gas natural. Con este panorama, Argentina debe culminar con los proyectos de ampliaciones sobre el Gasoducto Norte, cumplimentarse las etapas previstas de la licitación y firmar los contratos para comenzar la construcción, todo en este 2023, si realmente pretende ahorrar en términos de importaciones y poder suplir la demanda del resto del país en términos energéticos. 

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Redacción
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