El grupo Hamás, que gobierna en la Franja de Gaza, desató un ataque sin precedentes contra Israel en las primeras horas del sábado. Esta ofensiva involucró la detonación de miles de cohetes y la infiltración de decenas de combatientes en la frontera israelí, realizando incursiones por aire, tierra y mar, lo que tomó por sorpresa al país en un día festivo crucial.
Horas después del inicio de esta incursión, los militantes de Hamás continuaban enfrentándose en tiroteos en varias comunidades israelíes. El servicio de rescate nacional de Israel reportó al menos 22 personas fallecidas y cientos de heridos, convirtiéndolo en el ataque más mortífero en años.
Las redes sociales se inundaron de vídeos que mostraban a combatientes de Hamás recorriendo las calles en vehículos militares que parecían ser de origen israelí, además de mostrar a al menos un soldado israelí fallecido en Gaza siendo arrastrado y pisoteado por una multitud enfurecida de palestinos que coreaban “Dios es más grande”.
“Estamos en guerra”, declaró el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en un discurso televisado, donde anunció una movilización masiva del ejército. “No es una ‘operación’, no es un ‘asalto’, sino una guerra”.
Netanyahu agregó: “El enemigo pagará un precio sin precedentes” y prometió que Israel “responderá con un fuego de magnitud que el enemigo no ha experimentado antes”.
La respuesta de Israel
En respuesta a los 2.500 cohetes lanzados constantemente hacia Israel, el ejército israelí atacó objetivos en Gaza. El gobierno israelí anunció que sus fuerzas se enfrentaron a militantes de Hamás que se infiltraron en Israel en al menos siete lugares, incluso cruzando la valla de separación y llegando a Israel por aire utilizando parapentes.
Las imágenes emitidas por la televisión israelí mostraron explosiones que destruyeron la valla fronteriza entre Gaza e Israel, seguidas por aparentes palestinos armados ingresando a Israel en motocicletas y camionetas.
El contexto
Aunque no quedó claro de inmediato qué motivó a Hamás a lanzar este ataque, parece haber requerido meses de planificación. Sin embargo, en el último año, el gobierno de extrema derecha de Israel ha intensificado la construcción de asentamientos en Cisjordania ocupada, lo que ha aumentado la violencia de los colonos israelíes y las tensiones en torno a un sitio sagrado en Jerusalén.
El líder militar de Hamás, Mohammed Deif, anunció el inicio de lo que denominó “Operación Tormenta Al-Aqsa”, refiriéndose al complejo de la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén, el tercer lugar más sagrado del islam. El complejo se encuentra en el punto más sagrado para los judíos, conocido como el Monte del Templo.
En un discurso televisado, el ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant, advirtió que Hamás había cometido “un grave error” y prometió que “el Estado de Israel ganará esta guerra”.
Las naciones occidentales condenaron la incursión y reiteraron su apoyo a Israel. Arabia Saudí, que ha mantenido conversaciones con Estados Unidos para normalizar las relaciones con Israel, llamó a la moderación de ambas partes.
Hezbolá felicitó a Hamás, lo que subraya el respaldo a esta ofensiva en medio de la tensión regional. Israel mantiene un bloqueo sobre Gaza desde 2007, lo que ha llevado a numerosos conflictos en la región.
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