En medio del vasto y enigmático territorio del alto desierto argentino, bajo capas de salmuera y el paso del tiempo, se halla un elemento que podría fácilmente confundirse con la sal de mesa. Sin embargo, este mineral es fundamental para impulsar vehículos eléctricos, teléfonos móviles y la revolución de la energía limpia. Se le conoce como “oro blanco”: el litio.
La mina Cauchari-Olaroz, ubicada en la provincia argentina de Jujuy, promete producir 40,000 toneladas de litio en las próximas cuatro décadas. Pero más interesante que el mineral en sí es la inusual colaboración empresarial que la explora. La mina es propiedad conjunta de dos compañías: Lithium Americas de Canadá y Ganfeng Lithium de China.
En un momento en el que Estados Unidos y China compiten a nivel global, las empresas occidentales están buscando maneras de reducir su dependencia o mitigar riesgos relacionados con sus contrapartes chinas. Todas las compañías se están viendo afectadas, especialmente aquellas involucradas en la búsqueda de minerales cruciales. No obstante, en medio de esta tormenta, emerge una especie de oasis: el Triángulo del Litio en América del Sur, que abarca Argentina, Bolivia y Chile. La empresa minera canadiense-china en Cauchari-Olaroz es un ejemplo de la colaboración constante entre China y Occidente en el epicentro del litio en América del Sur. Pero en esta era de competencia estratégica, la gran pregunta es cuánto tiempo durará este baile.
Colaboraciones entre empresas chinas, occidentales y locales
En las últimas cinco décadas, empresas mineras chinas como Ganfeng, Tianqi y Zijin han obtenido el control total o parcial de minas de minerales críticos en todo el mundo. Esto incluye una participación del 80% de CMOC en la mina de cobalto más grande de la República Democrática del Congo y la inversión masiva de empresas chinas en la industria del níquel en Indonesia. El litio no es una excepción; las empresas chinas han adquirido la mitad de las minas de litio más grandes del mundo que han salido al mercado desde 2018.
Las empresas chinas también han invertido considerablemente en “empresas mineras jóvenes”, que son entidades arrojadas al riesgo de descubrir valiosos tesoros naturales. Por lo general, estas empresas tienen su origen en Canadá y Australia y cotizan en sus respectivas bolsas de valores, y siempre necesitan financiamiento. Los inversores chinos han intervenido cuando los inversores occidentales se mostraron cautelosos respecto a las nuevas empresas tecnológicas.
Una tercera estrategia implica formar empresas conjuntas con empresas occidentales y locales. En Australia, por ejemplo, Tianqi posee el 51% de Greenbushes, la mina de litio más grande del mundo, mientras que la empresa estadounidense Albemarle posee el 49% restante. Ganfeng adquirió una importante participación en Mt Marion, otra gran mina de litio, en asociación con la empresa australiana Mineral Resources. La ironía radica en que los mineros australianos, que producen más de la mitad del litio mundial, envían la mayor parte de su producción a China, donde se encuentra la mayor capacidad de refinación del mundo.
América del Sur también alberga numerosas asociaciones multinacionales de este tipo. En Chile, Tianqi adquirió el 23% de la mayor productora de litio del país, SQM, y busca aumentar su participación. El fabricante chino de automóviles eléctricos BYD está trabajando en una fábrica de producción de baterías de cátodo de litio valorada en 290 millones de dólares en el norte de Chile.
En Argentina, Ganfeng y Lithium Americas comparten la propiedad de la mina de litio Cauchari-Olaroz. Ganfeng es el dueño mayoritario de la minera argentina Exar y adquirió recientemente la empresa local Lithea Inc de la petrolera argentina PlusPetrol por 962 millones de dólares. Actualmente, Zijin está en conversaciones con la empresa estatal argentina YPF para construir una planta de cátodos para baterías de litio en la provincia de Catamarca, y ya es dueño de la mina de litio Tres Quebradas. Los fabricantes de automóviles chinos Chery y Gotion están planificando proyectos para una fábrica de automóviles y baterías de vehículos eléctricos por un valor de 400 millones de dólares en la provincia de Jujuy.
En Bolivia, el consorcio chino CATL ganó la licitación de la estatal boliviana YLB para construir dos plantas de carbonato de litio en la mina de sal de Uyuni por 1,400 millones de dólares. La empresa china CITIC Guoan y el grupo ruso Uranium One invertirán una cantidad igual para construir dos plantas de litio adicionales en Pastos Grandes.
El gran desacoplamiento
Cuando la pandemia de COVID-19 se propagó por todo el mundo, se hizo evidente lo vulnerables que eran las cadenas de suministro de los países occidentales frente a China. Desde entonces, las autoridades estadounidenses, junto con sus homólogos de países aliados, han estado tratando de “desacoplar” o reducir el riesgo relacionado con las cadenas de suministro clave de China. Ahora, para varias empresas privadas, colaborar con sus homólogos chinos en industrias vitales para la seguridad nacional se ha vuelto arriesgado.
Canadá es un ejemplo destacado. En julio de 2023, Lithium Americas decidió dividir sus operaciones en Norteamérica y Argentina, probablemente para proteger la división norteamericana de trabajar con Ganfeng en el proyecto Cauchari-Olaroz. Un año antes, el gobierno canadiense ordenó a tres entidades chinas que se deshicieran de sus inversiones en empresas mineras junior canadienses, lo que incluyó un proyecto de minería de litio administrado por Canadá en Chile. Esto se enmarca en la Ley de Inversiones de Canadá, que regula las inversiones extranjeras en sectores sensibles, similar al Comité de Inversión Extranjera de Estados Unidos.
Mientras tanto, Australia busca disminuir su dependencia de China al aumentar su capacidad interna para refinar el litio extraído de la espodumena en sal de fosfato de litio, con el fin de venderlo directamente a Estados Unidos y otros clientes. En febrero de 2023, el gobierno australiano bloqueó un intento de duplicar la inversión del Fondo Yuxiao en la empresa minera australiana Northern Minerals, argumentando motivos de seguridad nacional.
Ausencias notables
En este escenario de intrigas sobre el litio, surge una pregunta obvia: ¿dónde están la Unión Europea, Japón y Corea del Sur? A pesar de que las regiones andinas de América del Sur están llenas de actores de China, Estados Unidos, Canadá y Australia, estos aliados de Estados Unidos parecen estar ausentes.
Hasta ahora, el único fabricante de automóviles europeo relacionado con la industria del litio en América del Sur es BMW, que firmó un acuerdo con Livent en marzo de 2021. Sin embargo, aparte de una cumbre en julio de 2023 con líderes latinoamericanos y caribeños en Bruselas, la presidenta de la UE, Ursula von der Leyen, anunció que la UE y Chile están trabajando en un Memorando de Entendimiento sobre litio.
En cuanto a Asia, la situación es un enigma. Japón, con su expertise en la industria automotriz y vínculos profundos con países como Brasil y Perú, sigue notoriamente ausente. Hace una década, Toyota Tsusho firmó un acuerdo de suministro de litio con dos empresas argentinas para el Salar de Olaroz en la provincia de Jujuy, pero no hay avances significativos que mostrar. En 2021, Japón estableció la Asociación de Baterías para la Cadena de Suministro, pero no hay indicios de que BASC tenga planes de involucrarse en América del Sur.
Corea del Sur ha invertido más en la región. En 2018, la empresa coreana POSCO adquirió una participación importante en el Salar de Hombre Muerto y anunció una inversión de 4,000 millones de dólares en un proyecto de minería de litio allí en 2022.
Esta falta de participación en la carrera del litio no se debe únicamente a una negligencia empresarial, es un error estratégico. Las industrias automovilísticas de estos países han contribuido significativamente a su desarrollo económico, innovación y competitividad. La falta de inversión significativa en litio en América del Sur representa una desventaja estratégica que podría permitir que sus competidores chinos los superen en la transición hacia los vehículos eléctricos.
China, que hace unas décadas era una recién llegada en la industria automotriz, ahora está al mismo nivel que los gigantes. ¿Su ventaja? Controlar más del 90% de la capacidad mundial de refinación de litio, una ventaja estratégica que podría dejar a Japón, Corea del Sur y los competidores europeos luchando por alcanzarla.
El futuro del litio en América del Sur
Mientras nos encontramos en una encrucijada de ambición económica y maniobras geopolíticas, ¿qué depara el futuro para el panorama del litio en América del Sur en las próximas décadas? Las señales ya están a la vista.
Existe un fuerte impulso por parte de los gobiernos locales para mantener la refinación, el procesamiento y la producción de baterías dentro de sus fronteras. Chile, en su reciente estrategia nacional sobre el litio, expresó su deseo de refinar y procesar litio a nivel nacional para crear empleo y valor para los chilenos. Mientras los fabricantes de automóviles chinos construyen fábricas de baterías en América del Sur, parece que están respondiendo a los requisitos de los gobiernos locales.
Es poco probable que los principales actores mundiales de la industria automotriz se queden de brazos cruzados. Se esperan acuerdos de abastecimiento directo e inversiones en empresas mineras. General Motors y Ford ya han tomado medidas en esta dirección, y es cuestión de tiempo antes de que los gigantes europeos y asiáticos, como BMW, Toyota y Hyundai, sigan su ejemplo. Incluso las grandes empresas tecnológicas como Sony, LG y Samsung podrían sumarse a la fiebre del litio.
Sin embargo, el escenario del litio es vasto y podría surgir la participación de otros actores. En Estados Unidos, los geólogos han descubierto recientemente depósitos de litio a lo largo de la frontera entre Nevada y Oregón, que podrían ser de los más grandes del mundo. El lago Salton en el sur de California, apodado el “Valle del Litio”, y el paso Thacker de Nevada también son prometedores. En las estribaciones del Himalaya en India se ha encontrado una vasta reserva de espodumena de litio, aunque el conflicto de Cachemira amenaza con dificultar el acceso a este tesoro. Países como Brasil, México y Perú también están explorando sus territorios en busca de depósitos de litio.
Las naciones bendecidas con la generosidad del litio podrían encontrarse ejerciendo influencia geopolítica en un futuro próximo. Si gestionan sabiamente esta era de competencia estratégica, equilibrando la responsabilidad fiscal con la sostenibilidad ambiental, podrían no solo beneficiarse económicamente, sino también mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.
Conclusión: ¿El fin del tango del litio entre China y Occidente?
En el escenario del comercio global y la política, la noción de “desacoplamiento” a menudo suena como una despedida a la colaboración. Sin embargo, el mundo de los negocios no conoce fronteras. La colaboración china-occidental en el ámbito del litio no fue un mero accidente; fue el resultado de la convergencia de sabiduría económica y experiencia compartida. Algunas empresas chinas, que han perfeccionado sus habilidades con el tiempo, cuentan con una ventaja tecnológica superior. Por ejemplo, Ford está trabajando con CATL para construir una planta de vehículos eléctricos en Michigan, aunque este plan enfrenta la oposición del Congreso. Al levantar barreras y pedir a las empresas occidentales que reinventen la rueda, corremos el riesgo de no solo frenar la innovación, sino también obstaculizar la transición global hacia la sostenibilidad.
Si el lema es una rivalidad inclemente, entonces Occidente debería centrar su atención en la abundancia de litio en América del Sur y aspirar a superar a China.
En primer lugar, Estados Unidos, sus aliados y socios deben incluir oficialmente a Argentina y Chile en la Asociación de Seguridad Mineral del Departamento de Estado, un grupo que garantiza que los minerales críticos se produzcan, procesen y reciclen con los más altos estándares de calidad. Hacerlo enviará un mensaje fuerte sobre la importancia de América del Sur en la cadena de suministro global de litio.
En segundo lugar, las autoridades estadounidenses deben ofrecer incentivos para que las empresas estadounidenses sean más activas en Argentina y Chile. Estados Unidos debería considerar a Argentina como un país que califica para beneficios especiales bajo la Ley de Reducción de la Inflación. En este momento, esta ley proporciona créditos fiscales para vehículos eléctricos solo a aquellos cuyas baterías y minerales se produjeron en Estados Unidos o en países con los que Estados Unidos tiene acuerdos de libre comercio. En la actualidad, Chile cumple con este criterio debido a su acuerdo de libre comercio, pero Argentina está excluida por no tener un acuerdo de este tipo con Estados Unidos.
Además, Estados Unidos debería considerar ampliar la Ley de Producción de Defensa, que permite al presidente ordenar a las empresas privadas que prioricen los pedidos del gobierno federal. En mayo de 2023, el Pentágono solicitó al Congreso que se ampliara la DPA para incluir al Reino Unido y Australia; podría hacer lo mismo con Argentina y Chile.
En tercer lugar, las empresas estadounidenses deberían desarrollar relaciones más profundas no solo con el gobierno central argentino, sino también con los gobiernos provinciales de Jujuy, Salta y Catamarca. En el sistema federal argentino, las provincias tienen jurisdicción sobre sus recursos de litio. Las empresas chinas han comprendido esto desde hace tiempo y han hecho un esfuerzo concertado para relacionarse con los líderes provinciales. Las empresas estadounidenses y occidentales deberían hacer lo mismo, evitando al mismo tiempo involucrarse en corrupción. La perspectiva de trabajar con Bolivia es bastante baja debido a las crecientes relaciones de la administración Arce con China y Rusia. Sin embargo, Estados Unidos debería buscar oportunidades para involucrar al gobierno boliviano en el futuro.
En cuarto lugar, Estados Unidos, sus aliados y socios no deberían autoimponer límites a la exploración y producción de litio. La visión de Washington, tanto geográficamente como en términos de etapas de inversión, es lamentablemente estrecha. Actualmente, el financiamiento extranjero respaldado por el gobierno de Estados Unidos no puede destinarse a la exploración minera en etapas iniciales. Sin embargo, las empresas siguen explorando en todo el mundo en busca de posibles depósitos de litio. Además, la estructura de financiamiento se centra únicamente en préstamos o capital privado. Las entidades estadounidenses deberían considerar utilizar una combinación de financiamiento, incluyendo inversiones de capital, préstamos y fusiones y adquisiciones, al igual que sus contrapartes chinas.
Por último, las agencias y empresas estadounidenses deberían colaborar con sus aliados y socios para invertir en proyectos de minería de litio. En la cumbre de Camp David del 18 de agosto de 2023, la Administración Biden pidió a sus aliados y socios globales que respalden la creación de una reserva estratégica mundial de litio que podría almacenarse en minas de litio en Chile y Argentina. Pero la idea de una reserva mundial de litio es peligrosa, porque podría llevar a la concentración del suministro de litio y el riesgo de que no esté disponible en momentos cruciales. En cambio, Estados Unidos debería colaborar con sus aliados y socios para respaldar y desarrollar proyectos de exploración y producción en América del Sur que ofrezcan un suministro confiable y seguro de litio.
En definitiva, aunque la lucha por el litio es feroz y la competencia entre Occidente y China en este ámbito es intensa, todavía existe la posibilidad de una colaboración mutuamente beneficiosa. La estrategia debe centrarse en el aprovechamiento de los vastos recursos de litio en América del Sur, la colaboración con países aliados y la búsqueda de un suministro confiable y seguro de litio para la transición global hacia la sostenibilidad. En lugar de desacoplar, el enfoque debería ser el “enlazamiento” inteligente de esfuerzos, sabiduría y recursos para abordar los desafíos energéticos y ambientales del siglo XXI.
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