Al retirar su ratificación del tratado, Moscú ha debilitado aún más el sistema de control formal de armas diseñado para limitar la propagación.
En un momento histórico que marcó el fin de la Guerra Fría, los presidentes Ronald Reagan de Estados Unidos y Mikhail S. Gorbachev de la Unión Soviética concluyeron una cumbre en Ginebra en 1985 emitiendo una declaración conjunta que afirmaba que “no se puede ganar una guerra nuclear y nunca se debe librar”.
Este compromiso allanó el camino para una serie de acuerdos históricos destinados a reducir los arsenales nucleares de Rusia y Estados Unidos, quienes poseen la mayoría de las armas más destructivas del mundo, y limitar su proliferación a nivel global.
Sin embargo, en medio de relaciones más tensas entre Moscú y Washington, esta arquitectura de desarme y no proliferación se está desmantelando de manera gradual. El jueves, el presidente Vladimir V. Putin firmó una ley que revoca la ratificación de Rusia del tratado global que prohíbe las pruebas nucleares.
Putin argumentó que esta medida refleja la posición de Estados Unidos, a pesar de que Estados Unidos firmó el tratado en 1996 pero nunca lo ratificó.
Dado que Estados Unidos nunca ratificó el tratado, la acción de Rusia tiene un carácter más simbólico que práctico. No obstante, esto deja en vigor solo un pacto importante sobre armas nucleares entre Rusia y Estados Unidos, el Nuevo Tratado START.
El Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCE) fue un intento bajo el paraguas de las Naciones Unidas para prohibir todas las pruebas nucleares. Aunque se adoptó en 1996, nunca entró en vigor debido a la falta de ratificación por parte de países clave, incluyendo Estados Unidos. En Washington, los esfuerzos para ratificarlo han fracasado repetidamente, en gran medida por divisiones partidistas, argumentando las administraciones republicanas que futuras mejoras o modificaciones en el arsenal nuclear podrían requerir pruebas nucleares.
La decisión de Rusia, al retirar su ratificación del tratado, contribuye a debilitar aún más el control formal de armas destinado a limitar la proliferación, aunque esta medida tuvo un carácter principalmente simbólico. Esta acción se suma a la creciente sensación de amenaza promovida por Putin y otros funcionarios rusos de línea dura.
Los líderes de línea dura han estado utilizando la amenaza nuclear como un medio de disuasión para evitar la intervención en la guerra de Ucrania, argumentando que una explosión atómica (en Ucrania, Europa o incluso en una prueba en Siberia) podría revivir el temor al poder ruso en Occidente. Putin mencionó este año que Rusia había probado con éxito un nuevo misil de crucero de propulsión nuclear de alcance global, presentándolo como parte de un robusto arsenal de armas nucleares estratégicas, aunque los analistas creen que no está listo para su uso operativo. Sin embargo, no está claro si Rusia reanudará las pruebas de ojivas nucleares.
En la actualidad, el Nuevo Tratado START es el único acuerdo vigente sobre armas nucleares entre Estados Unidos y Rusia. A pesar del anuncio de Putin en febrero de suspender la participación de Rusia en este tratado, hasta ahora, Rusia ha respetado sus límites. Este tratado tiene como objetivo establecer límites verificables para los misiles balísticos intercontinentales desplegados y limitar el número de ojivas nucleares de cada lado a 1,550. Entró en vigor en 2011 y vence en febrero de 2026.
Además, la administración Trump retiró a Estados Unidos del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, firmado en 1987 con el propósito de eliminar toda una clase de misiles nucleares, alegando que Rusia lo estaba violando. Además, las inspecciones mutuas se suspendieron durante la pandemia de Covid y nunca se reanudaron, lo que afectó tanto los objetivos de desarme como el proceso de verificación.
Después de los ataques terroristas del 11 de septiembre, el presidente George W. Bush retiró a Estados Unidos del Tratado de Misiles Antibalísticos de 1972, argumentando que las restricciones a las defensas antimisiles nacionales obstaculizaban la protección de Estados Unidos contra “terroristas” y “estados canallas”.
El Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP) es la piedra angular del acuerdo nuclear mundial, firmado en 1970 con el objetivo de prevenir la proliferación de armas y tecnología nuclear. Aunque 191 países han ratificado este tratado, sigue teniendo limitaciones, ya que no impone restricciones a los cinco estados nucleares originales: Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Gran Bretaña. Además, países como Israel, Pakistán e India, que poseen armas nucleares, nunca lo han firmado. Irán es parte de este tratado, pero Corea del Norte se retiró. El espíritu del tratado, que incluía el compromiso de los cinco estados nucleares originales de avanzar hacia el desarme, no se ha cumplido.
Te puede interesar: Rusia revoca ratificación del Tratado de Prohibición de Ensayos Nucleares