Este jueves se dió inicio a la COP28 en Dubai, donde líderes mundiales, expertos, y activistas convergen para abordar la crisis climática. La edición de este año generó controversia al estar presidida por uno de los principales productores de petróleo y gas del mundo. Mientras que la región de Latinoamérica busca consolidar su voz tras estar históricamente al margen de decisiones cruciales sobre esta problemática.
En este sentido, América Latina ocupará un rol importante ya que se enfrenta al dilema de la dependencia de los combustibles fósiles, una fuente significativa de desarrollo económico en la región, y sufre de manera directa las consecuencias de la emisión de los países desarrollados.
El “Balance Mundial” de la COP28 evalúa la implementación del Acuerdo de París, subrayando la brecha de financiamiento para la transferencia de 100 mil millones de dólares comprometidos a países en desarrollo. En América Latina, la atención se centra en la distribución desigual que existe entre financiamiento para mitigación y adaptación.
La región sigue de cerca las negociaciones sobre el Fondo dedicado a pérdidas y daños, acordado en la COP27. Mientras busca abordar nuevamente la cuestión de la justicia climática, una demanda central considerando que regiones como Centroamérica representan solo el 0,03% de las emisiones históricas globales.
América Latina se enfrenta al reto de establecer una visión clara para salir de la dependencia de los combustibles fósiles y aumentar las energías renovables. Por lo que la cumbre podría ser un punto de inflexión, que impulse a la región a establecer planes concretos y colaboración global para abordar la crisis climática de manera efectiva.
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