El dinamismo que maneja la situación sociopolítica de la Argentina se mantiene hace largas semanas en alto voltaje y es prácticamente imposible sacar la atención de los acontecimientos que se suceden minuto a minuto. Dimes y diretes, certezas e incertezas envuelven a un traspaso presidencial que está al caer en nuestra República Argentina.
En el mientras tanto, el escenario internacional no nos deja sin llamados de atención. El más reciente se encuentra en Sudamérica y enfrenta a Venezuela y Guyana en un conflicto territorial que data desde hace más de un siglo por la región del Esequibo. Un poco de su acontecer será parte de la entrega de hoy.
Por una cuestión de cronograma, en el que confieso haber incumplido con los tiempos asumidos al comienzo del año, el desarrollo de esta entrega hará confluir, de manera esquemática y breve, la actual geopolítica del petróleo, deteniendo la lupa en el plano latinoamericano, con la Conferencia de las Partes (COP28), es decir, la Cumbre Anual que realiza la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que este año se desarrolla en los Emiratos Árabes Unidos.
Adelante, entonces.
El hecho de que esta edición de la Cumbre se sitúe en la séptima potencia petrolera del mundo y que, a su vez, esté presidida por Sultan Al-Jaber, el director ejecutivo de la petrolera estatal es un reflejo que hace indisociable los esfuerzos por aunar las visiones e intereses contrapuestos sobre los combustibles fósiles y las energías renovables. La realidad indica que en este mundo coexisten, lisa y llanamente, una compleja geopolítica de la energía verde, combinada con una geopolítica muy caótica vinculada a los combustibles fósiles tradicionales.
Un dato relevante. Esta Cumbre se apunta lo que pareciera ser un gol. El primer día, en el que abunda lo protocolar y la agenda final para las dos semanas de negociaciones, tuvo lugar la aprobación de fondo climático destinado a financiar las pérdidas y daños de los países vulnerables. Nota al pie: “Pérdidas y daños” es un término general usado en las negociaciones climáticas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para referirse a las consecuencias del cambio climático que van más allá de lo que las personas pueden adaptarse, o cuando existen opciones, pero la comunidad no tiene recursos para acceder a ellas.
Una decisión de carácter histórico que emano de la COP27 celebrada en Egipto que tiene como objetivo ayudar a las naciones vulnerables a hacer frente al costo de los daños causados por el clima como consecuencia de la sequía, las inundaciones y el aumento del nivel del mar. “Ahora, los países ricos tienen que anunciar contribuciones significativas“, se escuchó de la boca de Friederike Röder. En otras palabras, las obligaciones financieras recaerán sobre los países que históricamente han sido responsables de las emisiones. Otra discusión será cuán dispuestos estarán las contribuciones para que la diferencia sea sustancial y aporte a las economías más vulnerables a la crisis climática.
“Las promesas realizadas en la COP28 de Dubai se quedan muy cortas para abordar de forma significativa la crisis climática”, pronunció el Secretario General de la ONU.
Ahora bien, en materia de la energía fósil, me gustaría concentrarme en la región sudamericana por dos motivos de alto impacto. Por un lado, la tensa escalada entre Guyana y Venezuela en su histórica disputa por el Esequibo. Por el otro, quisiera poner discretamente la lupa sobre las palabras del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva y su acercamiento a la la Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus aliados (OPEP+) a partir del 2024.
Esequibo. Difícilmente pueda ser explayado en este desarrollo la complejidad de este reclamo, pero vamos a intentarlo. Esto se remonta a fines del siglo XVIII, momento en el que fue fundada la Capitanía General de Venezuela. 1811 fue el año de la independencia de España, y el Esequibo forma parte de la naciente república. ¿Adivinen quien origina un conflicto de soberanía territorial? Sí, no podía fallar. A partir de la intromisión del Imperio británico a mediados del siglo XIX en Guayana y la reclamación territorial, se abrió un conflicto que perdura hasta la fecha.
¿Qué decir sobre el Esequibo? Abarca alrededor de 160.000 kilómetros cuadrados, la mayor parte de ellos son de selva impenetrable, conformando lo que se conoce como Escudo Guayanés. Por un lado, en esta zona de reclamación se encuentra el Arco Minero del Orinoco (reservas de oro, cobre, diamante, hierro, bauxita y aluminio), atravesado también por una vasta red de afluentes hídricos. Por el otro y con gran énfasis, en el año 2015 una expedición encabezada una empresa subsidiaria de la estadounidense Exxon Mobil descubrió decenas de yacimientos de petróleo.
Este 03 de diciembre, el gobierno de Nicolás Maduro convocó a un referendo no vinculante compuesto por cinco preguntas en torno a la disputa con la región del Esequibo. En ese sentido, si bien tuvo una mayúscula expresión a favor, lo cierto es que no fueron entregados los números oficiales del acto comicial.
Por el otro lado, tuvo una fuerte resonancia el pronunciamiento del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva respecto de su adhesión a la alianza OPEP+, una coalición compuesta por los trece miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y diez naciones asociadas. Cabe destacar sobre esta mención que la OPEP tiene por primera vez un pabellón en la cumbre climática.
“Creo que es importante que participemos en la OPEP+, porque tenemos que convencer a los países que producen petróleo de que tienen que prepararse para reducir los combustibles fósiles”, declaró el mandatario brasileño.
Ahora bien, también es cierto que Brasil, a través de la estatal Petróleo Brasileiro (Petrobras) ha incurrido en contradicciones respecto a la salida del consumo de hidrocarburos, ubicando su volumen de barriles de petróleo por encima de los límites del Acuerdo de París de 2015.
Por lo cual, si nos atenemos estrictamente a la narrativa del texto que emanará de las negociaciones, la “grieta” en torno al abordaje de los fósiles pisa fuerte. Por un lado, la presidencia emiratí propuso el viernes 1º un texto que menciona la disminución de los fósiles. No obstante, en el puntapié inicial, un colectivo de 106 naciones de África, el Caribe, las islas del Pacífico y la Unión Europea se posicionaron a favor de una salida completa.
Bajo este escenario hubo una tercera bandera, encabezada por Gustavo Petro, presidente de Colombia. LA semilla del documento surgió en el 2015 abanderado por varios dirigentes de las islas del Pacífico y ONG’s, el Tratado de no Proliferación de Combustibles Fósiles ya tiene una decena de países promoviéndolo. Entre ellas, Colombia es la primera nación latinoamericana no insular y el mayor productor petrolero y carbonífero.
No obstante, reflejando que no hay un bloque geopolítico homogéneo en torno al posicionamiento frente al carbón, el gas fósil y el petróleo, México, cuyo gobierno privilegia la extracción de petróleo y ha detenido la transición energética hacia alternativas menos contaminantes, no se pronuncie sobre cuestiones energéticas en Dubái.
De esta manera, contemplando la disimiles responsabilidades a nivel global, será a fuerza de avances y retrocesos que emanarán los lineamientos para progresivamente comprometerse con las alternativas menos contaminantes y la reducción de los proyectos fósiles en el mundo.
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