Luego de la caída de la Unión Soviética en 1991, la historia había acabado. Esto decía Francis Fukuyama en su reconocida obra “El Fin de la Historia”, escrito posteriormente a este acontecimiento, donde se entendía que el fin del bloque comunista inauguraba una época de prosperidad y desarrollo para el modelo triunfante, el capitalismo, comandada por los Estados Unidos de América.

Desde entonces, se ha buscado integrar a Rusia, heredera política de la URSS, al flujo de capitales mundial como una nación próspera y con un sistema democrático liberal. Lamentablemente, y quizás no bien comprendido por los tomadores de decisiones a nivel mundial, Rusia es una Federación con alma de Imperio, donde el cabecilla del estado debe ser en todo momento único, indiscutible y en capacidad de conducir los destinos de la nación rusa. Primero fueron los Zares, luego los Secretarios Generales del Partido Comunista y por último un presidente y voz de mando prácticamente única, encarnado en Vladímir Putin, quien está por cumplir 25 años al mando de la Federación Rusa.

Aprovechando el momento de aparente debilidad tras el desmembramiento de la Unión Soviética en múltiples repúblicas, organizaciones socioeconómicas y militares como la Unión Europea y la OTAN han aprovechado para captar a las huérfanas naciones anteriormente soviéticas y así reafirmar el rol de protectores frente a cualquier estado que busque ser una amenaza a la seguridad internacional. Poco entendieron que Rusia posee unas de las sociedades más antiguas de la historia de la humanidad, y que, como China, Egipto y Grecia, han sabido reinventarse y adaptarse a los fluctuantes contextos históricos, acompañando los vientos de cambio internacionales.

La ambición geopolítica tiene un límite, la expansión de modelos socioeconómicos, lamentablemente también, y allí donde se cruzan las fronteras de los mismos, es cuando surgen los conflictos bélicos que tan aterrados tienen a quienes tienen la desgracia de vivirlos de cerca. Así como el Pacto de Varsovia encontró su límite en las naciones occidentales, la OTAN y la Unión Europea encontraron su límite en las puertas de la Federación Rusa, más precisamente en Ucrania. Y allí, desde 2014, tras la anexión de Crimea y en febrero de 2022, tras la invasión al Donbás, se han cruzado estas fronteras. Lo que comenzó siendo como una “operación militar especial” en busca de la veloz anexión de territorios rusoparlantes, terminó siendo una cruenta guerra que se ha extendido innecesariamente, siendo el resultado de la misma incontables muertes, heridos y refugiados. 

Rápidamente, como deberán recordar, el mundo occidental europeo, encolumnado bajo la tutela de la OTAN, se ha puesto como objetivo neutralizar a Vladímir Putin y, al mejor estilo de la Guerra Fría, tercerizar mediante financiamiento, envíos de armamento y preparación de soldados, este conflicto bélico, donde Ucrania pasó de ser un estado influenciado por Rusia, a ser el campo de batalla de intereses no zanjados desde 1991.

El Presidente de los Estados Unidos, Joseph Biden, se tomó este conflicto como una pugna personal para con Putin, lo cual convirtió a esta guerra en un “capricho demócrata” (como lo llaman los principales líderes de la oposición republicana), como también en un constante agotamiento de recursos por parte de las fuerzas armadas más importantes del mundo. Quizás, el enfrentamiento directo entre dos potencias, que no fue posible durante 70 años, termina siendo mucho más costoso y muchísimo menos rentable políticamente de lo que parecía en pleno siglo XX.

Hoy, y tras casi 2 años de enfrentamiento armado, se han ido agotando las paciencias de los principales líderes mundiales que han destinado recursos para que Ucrania pueda defenderse y ven con buenos ojos una negociación con Rusia para dar por terminado este estancado conflicto.

El controversial envío de fondos

Ahora bien, veamos en algunos gráficos como se distribuyó esta ayuda para con la República de Ucrania y el gobierno de Volodímir Zelenski.

Infographic: The Countries Committing the Most Aid to Ukraine | Statista
Fuente: Statista

Podrán observar detenidamente como se ha compuesto la cadena de valor del conflicto ruso-ucraniano, donde las armas enviadas por los Estados Unidos fueron mantenidas con dinero de la Unión Europea, dejando de lado cuestiones humanitarias que por obvias razones representan un ínfimo porcentaje de la ayuda dada hacia Ucrania. Esto quiere decir que un ciudadano europeo que trabaja en una churrería en Madrid le estaba pagando a través de sus impuestos el mantenimiento, la munición y la preparación militar del material enviado por el Pentágono a Ucrania, viendo una nula retribución en avances estratégicos y con un coste en vidas humanas cada vez mayor. Un disparate.

En el siguiente gráfico, se podrá ver con mayor claridad mi tesis sobre el inconducente financiamiento hacia este conflicto bélico.

Fuente: Council on Foreign Relations.

Observen como naciones que no ocupan los primeros puestos en términos de PBI mundial son los principales perjudicados en otorgar financiamiento a Ucrania. Países con escasa población como Noruega, Dinamarca, Estonia, Lituania y Letonia han aportado más en términos de PBI que cualquier otro país en el mundo, siendo esto sumamente perjudicial para la balanza fiscal y el desarrollo económico, dónde el resultado de años de producción se ven volcados inútilmente en una guerra. 

Estados Unidos, el principal aportante

Desde el inicio del conflicto bélico, Estados Unidos ha destinado más de 44.000 millones de dólares en ayuda militar a Ucrania, una cifra que supera las contribuciones combinadas de los cuatro mayores donantes siguientes: Alemania, el Reino Unido, Noruega y Dinamarca, según datos del Instituto Kiel para la Economía Mundial.

A lo largo del enfrentamiento, la administración de Biden ha mostrado precaución al suministrar armamento a Ucrania, temiendo que ello pueda exacerbar las tensiones con el presidente ruso. No obstante, desde 2022, se han enviado armas más avanzadas al frente, incluyendo misiles antiaéreos Stinger, misiles antitanques Javelin, así como sistemas de cohetes de artillería de alta movilidad (HIMARS) y baterías antimisiles Patriot. Además, el Pentágono envió más de dos millones de proyectiles de artillería de 155 milímetros, que constituyen la munición básica de este conflicto.

A pesar de las reservas iniciales, el gobierno superó sus reticencias y envió misiles de largo alcance llamados ATACMS este año, los cuales los ucranianos utilizaron en un ataque a una base de helicópteros en octubre.

Fuente: Council on Foreign Relations.

Sin embargo, algunos miembros del partido republicano argumentan que Estados Unidos no debería destinar considerables sumas de dinero a un conflicto distante, señalando las necesidades internas sin resolver y la cuestión de la inmigración en la frontera con México. El expresidente Donald Trump criticó la asistencia estadounidense a Ucrania, acusando a Biden de descuidar los intereses vitales de Estados Unidos y llevando innecesariamente al país a una potencial Tercera Guerra Mundial con Rusia.

En el programa State of the Union de CNN, el senador republicano J. D. Vance de Ohio calificó de “absurdo” pensar que Ucrania pueda expulsar a Rusia de cada centímetro de su territorio. Además, expresó dudas sobre la efectividad de más asistencia financiera de Estados Unidos, cuestionando qué se lograría con 61.000 millones de dólares que no se hubiera alcanzado con 100.000 millones de dólares.

El nuevo presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson, ha insistido en que cualquier paquete de ayuda a Ucrania debe ir acompañado de estrictas medidas de seguridad fronteriza, una condición que genera oposición entre muchos demócratas. Incluso republicanos que anteriormente instaron a un mayor apoyo a Ucrania ahora condicionan la ayuda adicional a las problemáticas cuestiones fronterizas de Estados Unidos. El senador Lindsey Graham de Carolina del Sur afirmó a CNN que no votará a favor de ninguna ayuda hasta que se asegure la frontera, argumentando: “No ayudaré a Ucrania hasta que nos ayudemos a nosotros mismos“, marcando un cambio de postura en comparación con su histórico respaldo a más asistencia para Ucrania en el Congreso.

Aportes que penden de un hilo…

En tiempos anteriores, la noción de que Washington abandonara a una nación democrática y soberana enfrentada a una invasión orquestada por el Kremlin hubiera sido inimaginable. Tal decisión no solo desafiaría la resolución occidental en Ucrania, sino que también enviaría un mensaje a adversarios como Rusia y China, indicando que las garantías de seguridad de Estados Unidos para sus aliados carecen de significado a nivel mundial.

Sin embargo, el cambio en la perspectiva global del Partido Republicano, alejándose de sus tradicionales posturas internacionalistas y adoptando una posición más aislacionista bajo la consigna de “Estados Unidos primero”, promovida por Trump, ha alterado las percepciones sobre la influencia de Estados Unidos.

Fuente: Council on Foreign Relations.

Las fuerzas políticas que podrían reconfigurar el panorama global en un segundo mandato de Trump están en juego en Washington, especialmente en la Cámara de Representantes, y plantean una amenaza para transformar la política exterior estadounidense.

La incapacidad de Ucrania para materializar avances tangibles en su contraofensiva, que durante mucho tiempo se había prometido, ha suscitado dudas entre los escépticos sobre la eficacia de la ayuda y la duración probable de la guerra.

¿Se avecina el fin de la guerra?

Caer en futurología en nuestro rubro es sumamente peligroso y aún así tan utilizado, donde pensar en apostar sobre el desenvolvimiento de un hecho en particular parece dar mayor prestigio a quien hace la predicción. A pesar de esto, hay señales que debemos tener en cuenta:

Primeramente, en Estados Unidos se están respirando aires de cambio gubernamental, el crecimiento en las encuestas por parte del Partido Republicano encabezado por Donald Trump vislumbra un escenario político sumamente polarizado para las próximas elecciones de 2024. En caso de triunfar el expresidente, es muy probable que se apele a la negociación con Rusia para cederle los territorios a cambio de que Ucrania ingrese o a la OTAN, o a la Unión Europea. 

Fuente: Council on Foreign Relations.

En segundo lugar, el conflicto está prácticamente estancado hace casi un año, donde los magros avances militares rusos y el fracaso de la contraofensiva ucraniana han sentado las bases para un escenario de negociación diplomática, es vital comprender que existen pocas opciones para finalizar este conflicto por la vía militar, salvo un milagro o una catástrofe (¿el uso de armas nucleares quizás?).

Evolución del conflicto en Ucrania, como se puede observar, no han logrado grandes avances territoriales desde hace meses.

Además, la Unión Europea está entrando en recesión económica una vez más, donde la falta de recursos energéticos y el financiamiento constante para con Ucrania han deteriorado los objetivos del grupo de países más prósperos del mundo, trayendo consigo múltiples grietas internas y un llamado generalizado a buscar soluciones alternativas que no impacten en el bolsillo de los contribuyentes europeos.

Finalmente, el recientemente desatado conflicto entre Israel y Hamás dentro de la Franja de Gaza ha sido un llamado a replantearse seriamente las prioridades presupuestarias dentro de Estados Unidos y el mundo occidental, donde quizás pese más la histórica alianza con el Estado de Israel más que la reciente recomposición de lazos con Ucrania, que hasta la administración de Zelenski ha sido una nación dominada por la oligarquía pro-rusa y férrea opositora a la Casa Blanca.

Las alianzas que se compran son como castillos en la arena, donde un fuerte viento pueden derribarlas (véase el comunicado de la CARICOM frente a la disputa entre Venezuela y Guyana) y por ello, en pos de construir lazos duraderos que excedan los mandatos presidenciales, el financiamiento externo no es suficiente.

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Juan Ignacio Máscolo
Estudiante avanzado de Relaciones Internacionales (USAL). Coordinador del Observatorio de Política Internacional en el Centro de Estudios Estratégicos en Relaciones Internacionales (CEERI). Especialista en Economía Internacional, Estados Unidos y África.

1 COMENTARIO

  1. Creo que es un error creer que a Rusia la perjudica no lograr avances rápidos y amplios. Más bien los rusos están peleando una guerra de desgaste, de aniquilación, donde no busca tanto territorio como aniquilar la mayor parte de la capacidad militar ucraniana. Me parece un buen artículo. Tiene buenos juicios sobre los contendientes.

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