Pese al apoyo de Washington, suscitaron dudas sobre la capacidad de Taiwán para disuadir y resistir una invasión por parte de China. Fue el ex asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Robert O’Brien, quien desató este debate tras sugerir que un millón de taiwaneses armados con AK47 podrían ser una disuasión efectiva para China.
En este sentido, la propuesta fue recibida con escepticismo y críticas que destacaron la dificultad de preparar a la sociedad taiwanesa para un posible conflicto con una potencia militar como es China. El ex jefe del Estado Mayor, Lee Hsi-min, señaló que Taiwán está lejos de estar preparado, destacando la necesidad de mejoras en áreas que van desde la adquisición de armas hasta el entrenamiento civil.
Funcionarios y analistas citaron deficiencias en el tamaño del ejército, la disminución de reclutas voluntarios, idoneidad del equipo adquirido, falta de modernización y un entrenamiento deficiente. Mientras tanto, las tensiones en la región se intensifican a medida que se acercan las elecciones de enero, y el vicepresidente Lai Ching-te – favorable a fortalecer los lazos con Washington – lidera las encuestas.
La invasión rusa de Ucrania avivó las preocupaciones sobre la preparación de Taiwán, especialmente en el contexto de la demora en las ventas de armas estadounidenses. Oriana Skylar Mastro, del Instituto Freeman Spogli de la Universidad de Stanford, advierte que Taiwán caería en un conflicto con China y destaca la vulnerabilidad de la isla debido a su dependencia de alimentos y combustible.
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