En las recientes semanas, la confrontación entre Israel y Hamás ha experimentado una intensificación, desencadenando un aumento de la violencia que presenta una amenaza de desestabilización en la región. La última escalada se materializó con el ataque de las fuerzas israelíes a un edificio en Beirut, identificado como un punto de encuentro de miembros de Hamás. En este incidente, resultó muerto Saleh al-Arouri, fundador del ala militar de Hamás y arquitecto del atentado terrorista del 7 de octubre. Al mismo tiempo, el último miércoles 3 de enero en Irán, murieron más de 90 personas durante una serie de explosiones en una ceremonia conmemorativa en honor al teniente general Qassem Soleimani, muerto en 2020 en una operación estadounidense.
A estas acciones se suma a la creciente espiral de tensiones en la región, marcada por los ataques a barcos que cruzan el Mar Rojo, donde las fuerzas paramilitares iraníes proporcionan inteligencia y armamento a los hutíes en Yemen. Esta extensión del enfrentamiento a través del Medio Oriente complica cualquier esfuerzo de negociación orientado a lograr un alto el fuego.
En este contexto, resulta complicado prever el desenlace de la lucha entre Israel y Gaza, así como las posibles vías para alcanzar una paz duradera y justa. Por este motivo, este artículo busca explorar el actual desarrollo de los acontecimientos y preguntarse ¿Cuál será el posible desenlace de este conflicto?
Una victoria militar de Israel, cada vez más improbable
En un artículo publicado anteriormente donde se exploró una alternativa diplomática para el desenlace de la guerra en donde una victoria de Israel y un consecuente acuerdo liderado por Netanyahu con Arabia Saudita podía brindarle a la región un arquitectura de paz duradera. En ese caso se trató de un análisis de lo que cabría esperar en el mejor de los escenarios posibles, en este artículo, en cambio, se analizará la situación a partir de los eventos que podemos percibir de la realidad práctica.
Al día de hoy, mientras se escriben estas líneas, las ramificaciones del conflicto en la región complican cada vez más prever el desenlace de la disputa entre los contendientes. La principal incertidumbre se centra en sí efectivamente Israel será capaz de derrotar a Hamás militarmente y eliminar su presencia en la Franja de Gaza. Aunque los israelíes expresan su intención de lograrlo, parece ser que enfrentar a Hamás dentro de la Franja de Gaza está presentando desafíos considerables al ejército israelí. Los acontecimientos de las últimas semanas sugieren que esta meta podría ser difícil de alcanzar, debido principalmente a cuatro factores clave: El número de heridos en el ejército israelí, las bajas limitadas entre los combatientes de Hamás, la presión ejercida por las potencias occidentales, y la retirada de contingentes de tropas israelíes del terreno en combate. En los siguientes párrafos se explicarán estos factores con más detalle.
El número de heridos en el ejército israelí
Hace una semana, el medio Los Angeles Times informó como el aumento de los soldados israelíes heridos comenzaba a dejar al descubierto el costo oculto de la guerra, que se resentirá durante varios años. Así, según el medio, el Ministerio de Defensa de Israel afirma que alrededor de 3.000 elementos de las fuerzas de seguridad han resultado heridos desde el inicio de la guerra, y sostiene que se tiene previsto que el número de heridos se acerque a los 20.000 una vez que se incluya a aquellos con diagnóstico de estrés postraumático. Al mismo tiempo, el primer ministro Benjamín Netanyahu reconoció que la guerra “está imponiendo un costo muy alto” a Israel cuando el ejército anunció que quince soldados habían muerto solo en las 48 horas anteriores.
Las bajas limitadas entre los combatientes de Hamás
A su vez, en un artículo publicado hace más de una semana, The New York Times informó acerca de las dudas que tiene la comunidad internacional sobre si Israel realmente podrá destruir y desterrar a Hamás de Gaza. En este contexto, el ejército israelí informó que había matado a unos 8.000 combatientes de Hamás de una fuerza estimada entre 25.000 y 40.000, pero no está claro cómo se ha hecho ese cálculo, sostuvo el medio. Al mismo tiempo, según el mismo diario, se cree que los miembros de niveles más altos del grupo se están refugiando, junto con la mayoría de sus combatientes y los rehenes restantes, en túneles profundos; y aunque el ejército israelí mencionó que demolió al menos 1.500 de ellos, los expertos consideran que la infraestructura subterránea está prácticamente intacta.
Este hecho es motivo de preocupación, ya que, en caso de que Israel no logre cumplir sus objetivos de desmantelar el gobierno, dispersar a los combatientes y eliminar a los comandantes y sus principales subordinados, el esfuerzo y la destrucción realizados habrán sido en vano. Además, esto podría impedir la materialización de cualquier arquitectura regional de paz. En cambio, lo más probable es que la escala de la guerra que está llevando adelante Israel radicalice a una nueva generación palestina, como descubrió Estados Unidos al intentar aplastar a Al Qaeda o a los talibanes. Este tipo de organizaciones tienden a recuperarse una vez que se reduce la presión armada.
La presión ejercida por las potencias occidentales
Israel está enfrentando una creciente presión para poner fin al conflicto en Gaza. El mes pasado, el Presidente Biden advirtió a Israel sobre la pérdida de apoyo internacional debido a sus “bombardeos indiscriminados” en Gaza. Además, destacó que Israel no debería repetir el error de reaccionar de manera exagerada, como lo hizo Estados Unidos tras los ataques del 11 de septiembre de 2001.
Por otro lado, el Presidente de Francia, Emmanuel Macron, señalo que es hora de que las autoridades israelíes definan de manera más clara cuál es su objetivo final. Macron cuestionó si la destrucción total de Hamás es realista y advirtió que, en caso afirmativo, la guerra podría prolongarse hasta diez años.
La retirada de tropas israelíes
Esta semana, el ejército de Israel anunció que cinco brigadas, equivalentes a varios miles de soldados, se retirarán de Gaza en las próximas semanas para recibir entrenamiento y descanso, según informó Los Ángeles Times. Esta sería la primera reducción significativa de tropas desde el inicio de la guerra.
Esta acción no sorprende por dos razones. En primer lugar, el país ha enfrentado presiones de su principal aliado, Estados Unidos, para disminuir la intensidad de su ofensiva. Por otro lado, las autoridades israelíes se están preparando para un conflicto prolongado, según lo anunciado por el contralmirante Daniel Hagari, vocero del ejército.
A partir de estos cuatro factores, se observa que Israel está experimentando dificultades significativas para alcanzar sus objetivos de guerra, que incluyen la desarticulación de las capacidades militares y gubernamentales de Hamás.
Planes para el futuro después de finalizado el conflicto
Otro aspecto crucial a considerar es quién y de qué manera tomará el control de Gaza después de un armisticio. Este asunto aún no está claro, funcionarios de Israel han mencionado la posibilidad de ocupar Gaza; incluso, se ha informado que han mantenido conversaciones clandestinas con el Congo y otros países africanos para una posible aceptación de emigrantes de Gaza en el marco de una ocupación del territorio por parte de Israel, según The Times of Israel. Sin embargo, esta opción no parece ser viable, especialmente si no logran una derrota completa de Hamás.
En este contexto, surge la idea de que la Autoridad Palestina, liderada por Mahmud Abás en Cisjordania, asuma el control de la Franja de Gaza. No obstante, esta posibilidad es bastante improbable, dado que la Autoridad Palestina carece de legitimidad y, sobre todo, nuevamente la erradicación de Hamás de Gaza sería un requisito previo. Por estas razones, prever el desenlace del conflicto resulta muy difícil, excepto por el hecho de que lo más probable es que Hamás sobreviva.
Implicaciones internacionales de un conflicto prolongado e incierto
En cuanto a las implicaciones en la política mundial, es fundamental destacar que esto representa un importante revés para Estados Unidos. El país depende en gran medida de mantener la estabilidad en Medio Oriente para enfocarse en la región del Indo Pacífico, donde compite con China. Actualmente, se enfrenta no solo a un conflicto entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza, sino también a un riesgo real de escalada que podría involucrar a Hezbollah, llevando al Líbano a la guerra e incluso desencadenando un conflicto con Irán, algo que la administración en Washington busca evitar a toda costa.
No obstante, algunos sectores neoconservadores del partido republicano abogan por el uso directo de la fuerza militar, atacando objetivos críticos dentro de Irán y buscando el derrocamiento del régimen iraní. Esta estrategia tendría como objetivo eliminar el financiamiento de Irán a grupos como Hamás, Hezbollah y los hutíes, disminuyendo su capacidad de supervivencia, excepto en campamentos afganos remotos.
Simultáneamente, esta crisis beneficia a China y Rusia. Ambos países pueden responsabilizar a Estados Unidos por la situación caótica en Medio Oriente. Argumentan que Estados Unidos ha fallado al no encontrar una solución de dos estados y no ha ayudado a los palestinos a establecer un estado viable. Además, señalan que Estados Unidos respalda plenamente a Israel durante los ataques a grandes cantidades de civiles inocentes en Gaza. De esta manera, China y Rusia se presentan como estando en el lado correcto de la historia, mientras insinúan que Estados Unidos estaría equivocado, generando impacto en la opinión pública de la región y en sectores de centroizquierda en Occidente.
En definitiva, a partir de lo expuesto anteriormente, resulta sumamente complejo anticipar el desarrollo futuro del conflicto en Gaza. La conclusión más sólida que se puede extraer es que lo más probable es que Hamás sobreviva, que Israel no alcance sus objetivos de guerra a corto plazo y que el conflicto se prolongue en el tiempo.
Quizás, con suerte, el máximo logro que Israel podría alcanzar sería el retorno al statu quo previo al conflicto. Esto implicaría la aplicación de una estrategia de contención conocida como “Cortar el césped”. En esta táctica, se busca reducir las capacidades del enemigo, demostrando la determinación de utilizar la fuerza e imponiendo un alto costo. Así, se restablecería la disuasión, aunque solo sea para recuperar el statu quo existente antes del conflicto. La gran incógnita que surge es si este resultado no desencadenará otro conflicto a gran escala.
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