Ecuador se encuentra en medio de una situación de alta tensión y violencia que ha capturado la atención nacional e internacional. Con episodios recientes que incluyen ataques armados, secuestros y pronunciamientos gubernamentales drásticos, es crucial entender las raíces y factores que han alimentado esta ola de inestabilidad. Este análisis busca desentrañar las claves detrás de la violencia desatada en el país, ofreciendo una perspectiva detallada sobre los principales actores, motivaciones y desafíos que enfrenta la nación.

La escalada de violencia reciente tuvo uno de sus puntos más críticos cuando se desataron una serie de ataques y secuestros en distintos puntos del país. Estos se originaron a raíz de la supuesta fuga de un líder pandillero, marcando un punto de inflexión en la situación de seguridad del país.

El presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, respondió a la crisis declarando a Ecuador en un “conflicto armado interno”. Esta declaración resultó en medidas extremas, como la identificación de más de 20 bandas de narcotraficantes como grupos terroristas. La designación de estos grupos como “actores no estatales beligerantes” otorgó a las fuerzas militares la autorización para “neutralizar” a dichas organizaciones, siempre bajo el marco del derecho internacional humanitario.

La raíz del conflicto

Ecuador ha enfrentado desafíos significativos en términos de seguridad en años anteriores. La presencia y actividad de bandas como Los Choneros, asociadas con el cartel mexicano de Sinaloa, han exacerbado la situación. La reciente fuga de un líder pandillero y las sospechas de complicidad interna han destapado preocupaciones más profundas sobre la integridad de las instituciones y la penetración del crimen organizado en diferentes niveles.

La delincuencia y la violencia se han convertido en problemas cada vez más graves en Ecuador, especialmente en ciudades como Guayaquil y Esmeraldas. Estos lugares han experimentado un aumento en eventos violentos, incluyendo masacres, asesinatos selectivos y ataques con coches bomba. La sensación de inseguridad se extiende por todo el país, con redes de extorsión afectando tanto a grandes como pequeñas empresas, incluso en regiones remotas como las Islas Galápagos.

Transformación de “Isla de Paz” a epicentro de violencia

Ecuador, en el pasado conocido como la “isla de la paz” debido a su relativa estabilidad en comparación con países vecinos, ha experimentado una transformación preocupante. Ahora, el país enfrenta la cuarta tasa de homicidios más alta de América Latina. Este cambio se atribuye a una serie de factores, incluyendo la desmovilización de las FARC en Colombia, lo que ha permitido que grupos delictivos locales y extranjeros llenen el vacío de poder.

El aumento de la delincuencia en Ecuador tiene raíces profundas, desde decisiones políticas cuestionables hasta circunstancias económicas adversas. Gobiernos anteriores, como el de Rafael Correa, implementaron medidas que, aunque redujeron temporalmente las tasas de homicidio, debilitaron las capacidades del Estado para combatir el narcotráfico y otros delitos transnacionales. Posteriormente, la gestión de Lenín Moreno tampoco logró abordar eficazmente estos desafíos, contribuyendo a la situación actual.

Claves del Conflicto Armado Interno en Ecuador

1. El poder de las bandas y la penetración del narco

Ecuador ha experimentado un aumento significativo en la violencia y la delincuencia organizada en los últimos años, especialmente relacionado con bandas criminales como los Choneros, Lobos, Lagartos y Tiguerones.

Estas bandas tienen vínculos directos con carteles de droga en México y Colombia. La influencia de estas organizaciones se ha extendido a las instituciones estatales mediante la corrupción, como se evidenció en la megaoperación “Metástasis”, que resultó en la detención de figuras prominentes, incluido el presidente del Consejo de la Judicatura, Wilman Terán.

La reciente fuga de Adolfo Macías, alias “Fito”, y Fabricio Colón Pico, conocido como “El Salvaje”, subraya la penetración del narcotráfico en las estructuras del Estado ecuatoriano.

2. La administración de Daniel Noboa y las respuestas del gobierno

Daniel Noboa, quien asumió la presidencia hace apenas un mes y medio, ha intentado abordar el problema de seguridad mediante medidas como la propuesta de instalar cárceles flotantes, segmentar las prisiones y fortalecer la seguridad fronteriza con tecnología avanzada.

Sin embargo, su enfoque no ha sido suficiente para contener la violencia y las acciones de las bandas, como se evidencia en la reciente toma de rehenes en un canal de televisión en Guayaquil y la declaración de un estado de excepción de 60 días. Aunque Noboa ha buscado impulsar reformas de seguridad, las bandas criminales han demostrado su capacidad para desafiar al gobierno, mostrando un control significativo sobre áreas del país.

3. El auge del narcotráfico y la descentralización de las cadenas de producción

La ubicación estratégica de Ecuador, entre Colombia y Perú, lo ha convertido en un punto de tránsito crucial para el narcotráfico. Tras el acuerdo de paz con las FARC en Colombia, grupos disidentes y otras organizaciones criminales han descentralizado las cadenas de producción y distribución de drogas, involucrando a bandas mafiosas locales.

Esta descentralización ha llevado a una escalada de violencia, con grupos ecuatorianos compitiendo territorialmente y aliándose con carteles mexicanos como el de Sinaloa y el CJNG. La presencia de múltiples organizaciones internacionales ha exacerbado la situación, creando un conflicto armado interno y una crisis de seguridad que el gobierno actual lucha por contener.

La encrucijada

La falta de acción efectiva para abordar estos problemas podría llevar a Ecuador por un camino de deterioro aún mayor. Expertos y funcionarios públicos han expresado preocupaciones sobre la posibilidad de que el crimen organizado haya cooptado partes del Estado, lo que podría llevar a escenarios aún más alarmantes en el futuro cercano.

La inestabilidad política de Ecuador agrava aún más la situación. Cada nuevo gobierno tiende a reiniciar su estrategia de seguridad desde cero, mientras que los actores criminales continúan operando con relativa impunidad. Ecuador corre el riesgo de entrar en un ciclo de deterioro irreversible que amenaza no solo la seguridad interna, sino también su posición en el ámbito internacional.

“En 10 años, esto podría ser un Estado fallido”, advirtió un asesor cercano al ministro de Asuntos Exteriores. La gravedad de esta afirmación no puede ser subestimada. Si Ecuador no toma medidas decisivas y rápidas para cambiar de rumbo, ese horizonte de una década como Estado fallido podría ser un pronóstico demasiado optimista

Te puede interesar: Argentina brinda apoyo a Ecuador ante crisis de seguridad

Redacción
Equipo de redacción de Escenario Mundial. Contacto: info@escenariointernacional.com

Dejá tu comentario