El pasado jueves, Ucrania anunció que su Ejército había derribado 11 de 14 drones lanzados por Rusia, pese a que al menos seis personas resultaron heridas y múltiples infraestructuras sufrieron daños materiales. Y es que los nuevos ataques con aviones no tripulados rusos en la ciudad ucraniana de Odesa llevaron a la Fuerza Aérea de Ucrania a cuestionar el origen de los mismos, acusando al Ejército ruso de que utilizaban drones de diseño iraní.

Lo cierto es que Rusia ha intensificado sus ofensivas militares, pese al duro clima invernal para quien se encuentra en el campo de batalla. La respuesta a cómo esto puede ser posible recae en un fenómeno (hoy) simplista: el uso de vehículos aéreos no tripulados, más comúnmente llamados drones. En palabras del ingeniero Eric Schmidt, es necesario destacar “el valor que la tecnología ha aportado a las ofensivas ucranianas y el desafío que presentan las nuevas tácticas de material y drones de Rusia”. Tal es así que múltiples soldados y operarios de la actual guerra en curso aseguran, en declaraciones recogidas por medios como Business Insider o The Guardian, que la masiva cantidad de drones imposibilitan el avance de soldados rusos y ucranianos y, por ende, la continuidad en el tiempo de las tácticas militares hoy aplicadas.

Hoy en día, después de meses de una relativa tranquilidad, Ucrania se enfrenta a una encrucijada entre alcanzar la supremacía tecnológica en el campo de batalla a través de la industria de drones, o mantenerse con los pies sobre la tierra con estrategias convencionales para evitar daños colaterales causados por su vecino. Pero ¿es efectivamente el uso de drones lo que ha modificado el estado actual de la guerra entre Rusia y Ucrania? ¿Es posible señalar que, definitivamente, la guerra convencional tal y como la conocemos ha cambiado por el uso de estos dispositivos?

Un campo de batalla que atraviesa mutaciones: soldados versus municiones

Para el académico Colin Gray la guerra tiene varios contextos, sobre todo el político, social, cultural y tecnológico, por lo que hablar de este fenómeno implica dejar de categorizarlo como un “suceso autónomo” y focalizar en el contexto como la variable más importante para su análisis y comprensión. Efectivamente, Rusia y Ucrania tienen una historia compleja y ambivalente que ha influido ampliamente en la dinámica del conflicto. La proyección de intereses estratégicos en la región ucraniana por parte de Rusia juega un rol protagonista, así como también la percepción que Kiev mantiene sobre su vecino y sus intenciones. La identidad como bandera de batalla también se torna un elemento crucial, así como el (necesario) condimento geopolítico del territorio y su posesión de recursos ampliamente valiosos para ambas naciones. 

Definitivamente, el contexto influye en el curso de la guerra y establece, en gran medida, los objetivos que se esperan alcanzar. Pero en la guerra entre Rusia y Ucrania, el factor tecnológico es el principal diferencial de este conflicto, así como también de su evolución. El desarrollo, perfeccionamiento y amplio uso de los drones han logrado no solo captar la atención internacional, sino ganar espacio en el campo de batalla de una manera crucial y hasta casi imprescindible. En efecto, lo que hoy hace a la guerra entre Kiev y Moscú es la infalible presencia de los vehículos aéreos no tripulados, así como la competencia armamentística que han producido. 

En un principio, los éxitos de Ucrania se sustentaron, por ejemplo, gracias a los equipos de drones de visión en primera persona (FPV), y el ejército ruso perdió el equivalente a casi el 90% de los soldados y equipos con los que comenzó la guerra. Pero Moscú no se ha quedado atrás, e implementando el uso del modelo Shahed de tipo kamikaze ha logrado obtener victorias recientes. Además, hoy la ayuda adicional se ha estancado y, sin una correcta financiación, las unidades ucranianas de este tipo pueden enfrentar amplios retos por sus altos costos. 

El conflicto entre Rusia y Ucrania ha demostrado el papel crucial que los drones pueden desempeñar en el campo de batalla moderno, ya sea para ataques calculados o para la vigilancia y el reconocimiento, pero especialmente en lo que respecta a las estrategias de combate: la innovación y la adaptación, en un entorno hostil cambiante, son cualidades imprescindibles. Pero aunque existe la afirmación de que las guerras son cada vez más moralmente inaceptables, es difícil precisar si el uso de drones será verdaderamente cuestionado en el campo de batalla. Y aún cuando se piensa que “todas las tendencias, con el paso del tiempo, declinan y finalmente caducan”, el protagonismo de los UAV en el campo de batalla, siendo una herramienta tan útil, dista de prescribir. 

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Valentina Borghi Ponti
Licenciada en Gobierno y Relaciones Internacionales (UADE). Docente universitaria, con interés en Defensa, Seguridad Internacional, la geopolítica y los recursos energéticos.

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