Durante su gira reciente, el presidente Javier Milei viajó a Israel y mantuvo encuentros con múltiples funcionarios del país, quienes no dudaron en llamar su atención y pedirle afirmaciones sobre sus intenciones de trasladar la embajada argentina desde Tel Aviv hacia Jerusalén, así como también de declarar a Hamas como Grupo Terrorista a nivel nación.
El nuevo canciller israelí, Yisrael Katz, le consultó apenas el argentino descendió del avión si eran ciertas sus intenciones y no dudó en agradecerle. De manera similar, el primer ministro Benjamín Netanyahu se acercó a Milei el pasado miércoles en busca de respuestas similares. Y es que desde Israel, el mandatario argentino ratificó su promesa de mover la embajada argentina a Jerusalén y generó polémica, ya que se trata de una ciudad que tiene un status internacional marcado por conflictos territoriales irresueltos.
Y aunque hubo múltiples aproximaciones similares a lo largo de la historia argentina, en términos de declaraciones realizadas por otros presidentes, ningún mandatario ratificó trasladar la embajada de Tel Aviv a Jerusalén. En su momento, Carlos Menem fue el primer presidente argentino en llegar a Israel recién en 1991, que posteriormente visitó Egipto para no ajetrear las relaciones con el mundo árabe (cuestionamiento que sí tuvo Raúl Alfonsin y motivo por el cual no visitó el país). Pero durante su mandato, dos atentados a la comunidad judía tuvieron repercusiones imborrables en las relaciones entre Argentina y el mundo árabe, puntualmente con Irán. El expresidente Mauricio Macri logró acercamientos con Israel y ratificó el régimen internacional especial de Jerusalén, aunque pidió por la necesidad de que existan dos estados.
Pero, ¿es posible llevar a cabo el traslado de la embajada?
Para hacerlo, el oficialismo debe presentar la iniciativa ante el Congreso, aunque la misma podría verse trabada dado su posición minoritaria (con apenas 38 diputados y 7 senadores). Sin embargo, Milei propone emitir un decreto de necesidad y urgencia (DNU) para derogar la ley que establece la sede de la embajada argentina. Para que el mismo tenga luz verde, es esencial que luego el Congreso admita la acción u opte por omitir el DNU.
Además, la ley nacional establece que la embajada argentina debe estar en Tel Aviv, por lo que efectivamente trasladarla implica la modificación de la norma ante el Congreso. Puntualmente, “refleja tratativas diplomáticas sobre la cual ambos estados deciden que la embajada argentina tiene que estar en Tel Aviv”, es necesario”, por lo que para cambiar esta realidad “tiene que cambiar la ley, tiene que haber una nueva negociación diplomática y un nuevo intercambio de notas”, en palabras del abogado constitucionalista Andrés Gil Dominguez.
Cabe destacar que trasladar la embajada a Jerusalén es una promesa de campaña del actual mandatario, considerando que solo tres países en el mundo la reconocen como capital de Israel: Estados Unidos, Honduras y Guatemala. Durante 2017, el entonces presidente norteamericano Donald Trump fue criticado por la decisión de reconocer a Jerusalén, ya que generaba cuestionamientos sobre la paz y el orden en Medio Oriente en torno a la disputa territorial actualmente vigente con Palestina.
La Asamblea General aprobó una resolución para pedir a sus miembros “no seguir el ejemplo de Trump” de trasladar sus embajadas. Y en su momento, Argentina ratificó su apoyo al status especial de Jerusalén como lo establece la resolución de la ONU y “lamentó” las medidas unilaterales de esta línea.
Las implicancias de un eventual y positivo traslado de la sede argentina en Israel
Es menester destacar que, de darse por acabado, el movimiento de mover la sede de la embajada argentina desde Tel Aviv a Jerusalén provocaría un drástico impacto en las relaciones diplomáticas de Argentina con gran parte del sistema internacional. Asimismo, se traduciría como un giro de 180 grados en la tradición diplomática argentina, ya que el país se mantuvo neutral desde que inició el conflicto israelí-palestino tras la partición de Palestina (que dio origen al estado de Israel en 1948).
La resolución 181 de la Asamblea General de Naciones Unidas, votada el 29 de noviembre de 1947, establece la partición de Palestina en un Estado judío, un Estado árabe y una zona bajo régimen internacional particular: Jerusalén. Este status especial considera que se trata de una “ciudad internacional” dividida en dos partes: la occidental, bajo la órbita israelí; y la oriental, bajo dominio árabe y considerada como capital del eventual estado palestino.
En este contexto, Hamás se mostró “enfurecido” con la Argentina tras los dichos de Milei, puntualmente por querer declarar a la organización como grupo terrorista. El comunicado generó incertidumbre para múltiples sectores argentinos, considerando que Hamas nunca había dedicado líneas directas hacia la región ni registra actividad directa en el continente.
En consonancia, el Parlamento Árabe, la Liga Árabe y el Frente para la Liberación de Palestina también repudiaron la decisión de Milei por contradecir la resolución 478 del Consejo de Seguridad de la ONU, la cual declara que la anexión de Jerusalén por parte de Israel es “nula y carente de valor”.
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