China está aumentando su presión militar, económica y diplomática sobre Taiwán, al que ve como una provincia rebelde que debe ser reunificada, incluso por la fuerza. Aunque un conflicto armado entre China y Estados Unidos por Taiwán no es inmediato ni inevitable, las tensiones crecientes plantean interrogantes que deben resolverse: ¿Por qué Taiwán es relevante para EE. UU.? ¿Es factible que Beijing tome Taiwán por la fuerza?
Según un informe del Council of Foreign Affairs (CFR), Taiwán es un actor clave en la región más dinámica del mundo desde el punto de vista económico. El artículo señala que Taiwán, al estar ubicado en un punto estratégico de la primera cadena de islas, forma parte de una amplia red de aliados y socios de Estados Unidos. Esta cadena está compuesta por bases y enclaves situados en países aliados de Estados Unidos, y tiene como finalidad impedir la proyección de poder marítimo desde la China continental. Taiwán es fundamental para este dispositivo, ya que su reunificación con China lo rompería. De esta forma, la red se extiende desde el archipiélago japonés hasta Filipinas y cubre el Mar del Sur de China, una zona vital para la seguridad regional y la defensa de los intereses de Estados Unidos en el Indo-Pacífico.
En este sentido, el artículo sostiene que si Beijing controlara Taiwán y desplegara allí activos militares, como dispositivos de vigilancia submarina, submarinos y unidades de defensa aérea, podría limitar las operaciones militares de Estados Unidos en la región y, por consiguiente, su capacidad para proteger a sus aliados asiáticos.
Además, si Estados Unidos optara por mantenerse al margen ante un ataque chino a Taiwán y Beijing lograra incorporar la isla a su territorio, China quedaría muy cerca de las fronteras de Japón (112 kilómetros) y Filipinas (192 kilómetros). En tal escenario, los aliados de Estados Unidos cuestionarían si Washington podría, o incluso querría, salir en su defensa. Al perder confianza en el compromiso de Estados Unidos con su seguridad, los aliados podrían verse forzados a adaptarse a los intereses de China o a defenderse por su cuenta, aumentando sus capacidades militares o incluso desarrollando armas nucleares. Cualquiera de estas opciones implicaría una reducción de la influencia de Estados Unidos y un incremento de la inestabilidad tanto regional como global.
Por consiguiente, la anexión de Taiwán por parte de China tendría graves consecuencias para el equilibrio de poder en el Indo-Pacífico y para la prevención de una hegemonía china en la región.
El artículo del CFR destaca otros 2 factores relevantes. En primer lugar, un posible ataque de China a Taiwán, con o sin intervención de Estados Unidos, podría provocar una grave crisis económica mundial y restar billones de dólares al producto económico global. Las empresas taiwanesas producen alrededor del 70 por ciento de los semiconductores del mundo, incluyendo cerca del 90 por ciento de los chips más sofisticados.
Si se perdiera la capacidad productiva de Taiwán, nadie podría suplir esa falta en el corto plazo. Ante un bloqueo o ataque chino, la producción y el envío de semiconductores se interrumpirían, causando una escasez generalizada de productos que usan esta tecnología, desde smartphones hasta computadoras y automóviles. Esto forzaría a empresas de distintos sectores a reducir o incluso paralizar su producción.
En segundo lugar, la situación de Taiwán tiene repercusiones importantes para los valores esenciales del sistema internacional. Ante la ocupación de Ucrania por parte de Rusia, si China lograra anexionarse a Taiwán contra la voluntad de su pueblo, sentaría otro precedente peligroso en el que los regímenes autoritarios usan la violencia para atacar a países democráticos y cambiar fronteras. Esto terminaría de socavar uno de los principios básicos de las relaciones internacionales, que prohíbe que los países recurran a la fuerza para modificar las fronteras.
Probabilidad de un ataque de Beijing
Ante este escenario, la administración Biden está diseñado una estrategia integral de seguridad para la región, basada en la consolidación de alianzas y asociaciones. Entre las iniciativas más destacadas se encuentran la conformación del QUAD con India, Japón y Australia, y el acuerdo AUKUS con Australia y el Reino Unido. Estas acciones buscan salvaguardar los intereses estadounidenses en el Indo-Pacífico y contrarrestar el poderío de Beijing. Además, se está impulsando un marco económico para la región con el objetivo de aislar y contener a China.
Por otro lado, Washington está reforzando sus relaciones bilaterales con Corea del Sur, Japón y Filipinas, y está incentivando la cooperación entre estos países, pese a sus diferencias históricas, con el fin de colaborar en la contención de Beijing. También, la postura de Estados Unidos respecto a Taiwán parece estar configurando una alianza de facto con la isla.
Llegados a este momento cabe preguntarse ¿Qué tan probable es que Beijing lance un ataque contra Taipéi? El único escenario que podría desencadenar una intervención militar china en la isla sería una proclamación unilateral de independencia por parte de las autoridades taiwanesas, lo que supondría cruzar una línea roja para Beijing.
Aunque Estados Unidos ha expresado en varias ocasiones su apoyo a Taiwán y su relevancia estratégica, el creciente poderío militar de China en distintos ámbitos dificulta cualquier intento de proteger a Taiwán, tanto para disuadir una agresión directa como para resistir la presión militar constante. En este sentido, existe la preocupación por la posible afectación al comercio marítimo y la imposición de una zona de exclusión aérea, retos que se vuelven más complejos de afrontar a medida que China se fortalece.
De esta forma, la posibilidad de una invasión militar china a Taiwán es remota, debido a las dificultades logísticas que implica una operación anfibia de tal magnitud. Sin embargo, China se encuentra ejerciendo una presión militar constante sobre la isla, lo que representa un desafío para Taipéi. Como se mencionó anteriormente, ante este creciente poder y asertividad del Partido Comunista Chino (PCCh), los países vecinos han reforzado su cooperación en materia de defensa. No obstante, la ventaja de China sobre Estados Unidos en capacidad de producción militar plantea dudas sobre la sostenibilidad del respaldo militar estadounidense a la autonomía de Taiwán.
Al mismo tiempo, aunque la inversión de China en su ejército es considerable, no se puede obviar que su economía se enfrenta a múltiples desafíos, como la desaceleración del crecimiento, el envejecimiento demográfico y la crisis del sector inmobiliario. Estos factores podrían influir en que el PCCh fuera más prudente a la hora de participar en conflictos internacionales, ya que eso implicaría un alto costo económico y político. China podría enfrentar sanciones y represalias que deteriorarían aún más su situación económica. Es difícil concebir que Beijing desee ese tipo de escenario, especialmente si su economía ya está debilitada.
Sin embargo, en tiempos de crisis económica, los regímenes autoritarios pueden volverse más propensos a tomar acciones imprudentes, apelando al nacionalismo y buscando logros en política exterior para distraer a la población de los problemas internos. Además, si Beijing percibe que su poder está alcanzando su punto máximo y que su crecimiento se ralentizará en el futuro, podría ver la próxima década como su última oportunidad para reunificar la isla. Esto podría aumentar la tentación de actuar, incluso si el riesgo es alto y las probabilidades de éxito son bajas.
Hay que tener en cuenta que en situaciones de disuasión, los factores políticos pueden pesar más que los militares. Un ejemplo histórico de esto es el ataque japonés a Pearl Harbor en 1941, en donde Japón decidió lanzar ese ataque, a pesar de las escasas posibilidades de éxito militar, debido a las presiones políticas y económicas que sufría.
Por lo tanto, Washington debe ser cauteloso y evitar provocar a China con acciones que puedan interpretarse como una amenaza a su soberanía o integridad territorial, especialmente en relación con Taiwán. Aunque los análisis militares indiquen que China tendría pocas posibilidades de ganar en una ofensiva contra Taipéi, eso no significa que Beijing no esté dispuesto a asumir el riesgo si se siente acorralado o humillado. Los factores políticos y psicológicos pueden influir en las decisiones de los líderes de los estados, más allá de las consideraciones estratégicas.
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