El 19 de enero de 2024, Estonia, Letonia y Lituania dieron luz verde a la construcción de instalaciones defensivas, incluyendo una red de búnkeres, a lo largo de sus fronteras con Rusia y Bielorrusia. Esta decisión coincide con la continuación de la invasión rusa en Ucrania y los planes de Bielorrusia para desarrollar una doctrina militar que incluya armas nucleares.
El nuevo acuerdo implica la construcción de “instalaciones defensivas antimovilidad” en las fronteras con Rusia y Bielorrusia, con el propósito de disuadir y contrarrestar posibles amenazas militares. Los búnkeres, una medida que no es nueva en los países bálticos, buscan prepararse para una eventual invasión rusa, con Estonia planeando la construcción de 600 estructuras defensivas en su frontera con Rusia con un costo aproximado de 60 millones de euros.
Cada búnker, resistente a la artillería, tendrá una superficie de 37 metros cuadrados y capacidad para diez soldados. Estas fortificaciones están diseñadas para frenar el avance de las fuerzas rusas y redirigirlas hacia áreas donde la OTAN pueda responder de manera más efectiva.
En 2023, el Senado de Estados Unidos aprobó un gasto clave en defensa dentro del programa de asociación de la OTAN, asignando 228 millones de dólares adicionales a la Iniciativa de Seguridad del Báltico para apoyar la cooperación en seguridad con Estonia, Letonia y Lituania. Además de la construcción de fortificaciones, los estados bálticos también han buscado aumentar sus capacidades defensivas mediante la adquisición de armamento sofisticado. Estonia y Letonia firmaron un “acuerdo marco” con Alemania para la compra conjunta del sistema de misiles de defensa aérea IRIS-T, mientras que Lituania firmó un contrato para adquirir lanzadores HIMARS por 495 millones de dólares.
La OTAN ha buscado mejorar la disuasión en la región estacionando fuerzas multinacionales listas para el combate en Lituania, Letonia y Estonia. A pesar de estos esfuerzos, existen dudas sobre la capacidad de la OTAN para proporcionar refuerzos significativos en caso de una invasión rusa a gran escala.
Ante esta incertidumbre, Estonia y Lituania han comenzado a reclutar y capacitar voluntarios, con alrededor de 4.000 voluntarios unidos a las Fuerzas Armadas de Estonia desde febrero de 2022. Además, la falta de sistemas de defensa aérea suficientes ha llevado a la importación e instalación de estos sistemas, aunque ello requiere inversiones adicionales en infraestructura crítica, como conexiones ferroviarias, un desafío significativo para los estados bálticos. Se espera que en 2024 se realicen trabajos masivos en la región para cambiar la infraestructura y mejorar la conectividad terrestre con los socios de la OTAN.
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