El pasado viernes comenzó la VIII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en San Vicente y las Granadinas. Como un encuentro pactado con anterioridad, se estableció el escenario de diálogo en la capital Kingstown y se invitó a mandatarios y representantes de las 33 naciones que integran la comunidad a dialogar y establecer consensos sobre múltiples desafíos que enfrentan los países miembros.
Cabe destacar que la presente reunión fue, en gran medida, impulsada por el presidente de Brasil, Lula da Silva, en un intento de revitalizar y reacondicionar el grupo de integración regional luego de la VII cumbre del año pasado celebrada en Buenos Aires. En 2023, los representantes del bloque firmaron una declaración que establecía una hoja de ruta para un nuevo proceso de integración, enfocado principalmente en “promover la unidad y la diversidad política, económica, social y cultural de los pueblos”.
En esta oportunidad, Honduras asumió la presidencia pro tempore del bloque y el secretario general de Naciones Unidas brindó un discurso de bienvenida. Xiomara Castro, mandataria de Honduras, destacó la necesidad de impulsar un mandato capaz de promover la paz y evitar la injerencia en asuntos de otros Estados, y destacó la importancia de ratificar el compromiso de que “un pueblo de América Latina y el Caribe nunca usará la violencia contra un país hermano”. Por su parte, Guterres reconoció al continente en su totalidad como uno marcado por la paz, además de destacar los esfuerzos constantes de la Celac.
El que pisa fuerte, pisa mejor
El inicio de la cumbre se vió marcado por múltiples aristas contrapuestas que suceden en América Latina y el Caribe. Sin embargo, si algo quedó claro, fue la fuerte presencia diplomática que mantuvo el presidente brasileño a lo largo del evento. Lula no dudó en mostrarse comprometido al dar un discurso en donde destacó a la organización como “un foro de construcción de consensos”, pero tampoco dudó en traer a la luz los vastos problemas que el continente atraviesa entre sí.
El mandatario de Brasil declaró que la Celac “brinda la posibilidad de pensar la inserción de América Latina y el Caribe en el mundo a partir de nuestras agendas e intereses”, pero fue directo al señalar: “nos hemos convertido una vez más en una región más orientada hacia afuera que hacia adentro”. Para Lula en los últimos años la región no logró “cultivar su vocación de cooperación”, lo que generó que “prevalezcan conflictos y disputas, muchos de ellos ajenos a la región”.
Exhibiendo un comportamiento diplomático al tiempo que mantenía la sinceridad, Lula no titubeó en ir contra el bloqueo a Cuba ni defender la soberanía argentina en Malvinas, afirmando que “todas las formas de sanciones unilaterales, sin el respaldo del Derecho Internacional, son contraproducentes y penalizan a los más vulnerables”. Asimismo, pidió a Guterres que acepte una moción por parte de la Celac para ponerle “un fin inmediato al genocidio de Gaza”, y destacó que en Ucrania “cada día que los combates prosiguen aumenta el sufrimiento humano y la destrucción de hogares”.
Sin dubitar, el mandatario también instó a actuar con rapidez en Haití para “aliviar el sufrimiento de una población lacerada por el caos social”, producto de un problema de desarrollo y no de seguridad, y hasta pidió al Gobierno de Japón, que asume la presidencia del Consejo de Seguridad, que actúe con inteligencia para que los cinco permanentes del organismo “dejen de lado sus diferencias y le pongan fin a esa matanza”, haciendo referencia al conflicto en la Franja de Gaza.
Por último, Lula destacó que, al hablar como región, los países tienen “mayor oportunidad de tener influencia en los grandes debates de la actualidad”. También aseveró que sus principales proyectos como país van en línea con los objetivos de la Celac, puntualizando que, por ejemplo, su “propuesta de alianza global contra el hambre y la pobreza se puede beneficiar del plan de seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza de la Celac”.
En esta línea, afirmó que América Latina y el Caribe posee el mayor potencial energético del mundo y que la región es rica en producción de alimentos. “Contamos con más de un tercio de las reservas de agua del planeta y una biodiversidad riquísima. En nuestros suelos se encuentran una gran cantidad de minerales estratégicos de gran importancia para los proyectos industriales […] Si actuamos juntos, creamos sinergias que fortalezcan nuestros proyectos individuales y de desarrollo”.
¿Y Argentina?
La cumbre de la Celac comenzó el pasado viernes sin la presencia de Javier Milei ni Diana Mondino, en un encuentro marcado por Jefes de Estado y representantes de los 33 países del organismo. La única representación de la Argentina fue el vicecanciller Leopoldo Sahores, quien tuvo que hacer frente a las preguntas sobre la ausencia de su mandatario. Pese a que Argentina jugó un rol central en la consolidación del mecanismo regional y el año pasado hospedaba la cumbre como anfitriona, en 2024 la visión del país por sobre el continente es completamente diferente.
Por el contrario, Brasil buscó pisar fuerte en la reunión y consolidar su presencia en el bloque y en el continente. En este sentido, otorgar a la Celac un rol más activo para “fortalecer el entramado económico, productivo y social de la región” es un objetivo central establecido por Lula de Silva para su presidencia y para esta edición del organismo. Cabe destacar que el país regresó a la Celac luego de haber quedado temporalmente excluido por decisión del entonces mandatario Jair Bolonaro.
En el marco de esta búsqueda por aunar esfuerzos regionales y buscar el consenso a favor de la integración, los integrantes de la Celac destacaron “su más firme apoyo a los derechos legítimos de la República Argentina en la disputa sobre la soberanía de las islas Malvinas como el interés permanente de los países de la región en que se retomen las negociaciones entre los Gobiernos de la República Argentina y de Reino Unido, con el fin de encontrar, lo antes posible, una solución pacífica y definitiva para la referida disputa”.
Y a pesar de que Argentina no envió ningún alto representante, la declaración conjunta destacó la “permanente actitud constructiva y la voluntad del Gobierno argentino de alcanzar, por medio de negociaciones, una solución pacífica y definitiva para esta situación colonial anacrónica en suelo americano, que permita encontrar una solución para la disputa de la soberanía”.
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