En las últimas horas, el Mar Rojo ha vuelto a captar la atención global, pero esta vez no como una zona de conflicto. En esta ocasión, el corte de cuatro cables submarinos de internet ha impactado en las conexiones de Asia, Europa y Medio Oriente.
Cómo bien se sabe, la mayor parte del tráfico de datos del internet del mundo se conecta a través de un total de 500 cables submarinos que llegan a cualquier continente y país. En particular, el Mar Rojo además de ser uno de los puntas de mayor tráfico comercial del mundo, posee más de 15 conexiones de internet que llegan a diversos lugares, como países en Asia, Medio Oriente y Europa, y alrededor del 80% del tráfico hacia el oeste procedente de Asia pasa por los cables.
Según trascendió en las últimas horas, las diversas empresas afectadas y estados han calificado al hecho cómo extraño. Si bien la interrupción de los cables no desconectó a ningún país del Internet, el Wall Street Journal informó de que el servicio en India, Pakistán y partes de África Oriental se degradó notablemente.
Si bien las causas del hecho aún no han sido esclarecidas, diferentes funcionarios han declarado que se está investigando si los cables han sido cortados de manera intencional o si el ancla del buque estuvo implicado. Observadores han señalado que los cables podrían haber sido dañados por el reciente hundimiento de un carguero británico Rubymar, que fue blanco de las fuerzas houtí el 18 de febrero y abandonado por su tripulación. Los cables afectados pertenecen a SEACOM, TGN-Golfo, Asia-África-Europa 1 y Europe India Gateway.
Por un lado, SEACOM, proveedor de África, confirmó que recién en el segundo trimestre iniciarán los repartos de las conexiones. Europe India Gateway, pertenece aún al consorcio de inversores, entre ellos los gigantes estadounidenses de las telecomunicaciones AT&T y Verizon. Tata Communications, la empresa india de telecomunicaciones que opera el cable TGN confirmó que su cable había sufrido daños cerca de Yemen y que algunos servicios se habían interrumpido o desviado.
Por su lado, el Ministerio de Telecomunicaciones de Yemen, el país que ha estado en el ojo de la tormenta en los últimos meses por ser la base de grupos rebeldes hutíes, negó las especulaciones sobre su responsabilidad en los fallos del internet, y afirmó que “se esfuerza por mantener todos los cables submarinos de telecomunicaciones… alejados de cualquier posible riesgo”. No obstante, el gobierno había advertido en enero que los hutíes podrían causar daño sobre los cables.
Consecuencias
La conectividad y la comunicación depende enormemente de los cables submarinos, permitiendo que la información llegue de manera efectiva. Como ha sido señalado por analistas, la rotura de estos cables implicaría en el corto plazo un freno de operaciones y actividades esenciales, y por ende la afectación de las infraestructuras digitales críticas para un estado. Por ejemplo, estos cables submarinos son responsables del 95% de los flujos de datos y comunicaciones internacionales, que se ha calculado que implica un total de USD 10 mil millones en transacciones financieras.
Por otro lado, algunos analistas señalan que estos cables podrían afectar actividades militares en relación con el flujo de información. Siguiendo esa misma línea, hoy en día la protección de estas infraestructuras críticas submarinas han pasado a ser una cuestión de seguridad que los países abordan en sus estrategias nacionales.
Sumado a esto, la presencia hutie en la región y los continuos enfrentamiento complicaría aún más el reparo de estos cables dañados, ya que se necesitan de permisos para operar en el aéreo afectado, lo que implica que los servicios sea afectado a largo plazo, y que la instalación de los nuevos cables sea una actividad arriesgada.
Sin embargo, el medio especializado TeleGeography, explica que el corte de cuatro cables no afecta del todo, porque los datos que pasaban por los daños pueden desviarse a hacia el sur, alrededor del Cabo de Buena Esperanza, o hacia el este, a través de Asia y Estados Unidos.
Te puede interesar: Trump le pide a Israel que termine con “el problema” de Hamás