Durante los últimos años, la percepción de China como la mayor amenaza para Estados Unidos fue creciendo considerablemente. En este sentido, encuestas, como la realizada por el Pew Research Center, reflejan que la mitad de los estadounidenses considera al gigante asiático como el mayor riesgo, seguido por Rusia.
Sin embargo, es crucial analizar si esta percepción refleja adecuadamente la realidad del poder chino. El medio Defense One sugiere que altos funcionarios estadounidenses abordaron la cuestión de China de manera alarmista, describiendo la intención de Beijing de dominar económica, militar y tecnológicamente. La Estrategia de Defensa Nacional adopta un tono menos alarmante pero aún reconoce a China como un “desafío de ritmo”, sugiriendo la intención de reformar el orden internacional.
A pesar de las aparentes fortalezas, China enfrenta desafíos internos significativos. La economía muestra signos de tambaleo debido a la deflación, altos niveles de deuda y una crisis inmobiliaria. Además, a pesar de sus esfuerzos en diplomacia y proyectos de infraestructura, el gigante asiatico cuenta con menos aliados sólidos de lo que podría esperarse, incluso entre sus socios comerciales.
La percepción del ascenso inexorable de China es alimentada por la narrativa mayormente por el Partido Comunista, que busca controlar la imagen del país como omnisciente y estratégica. Sin embargo, se debe tener en cuenta que las acciones del Gobierno chino, como la represión en Xinjiang y la vigilancia en Internet, sugieren preocupaciones internas y la gestión de riesgos significativos.
Analistas afirman que es imperativo corregir la sobreestimación del poder chino para evitar asignar incorrectamente recursos y atención. China, si bien es un desafío, enfrenta desafíos internos y no debe ser vista como una amenaza inminente. En este contexto, Estados Unidos y China necesitan una comprensión más tridimensional para estabilizar su relación y aprovechar oportunidades de asociación.
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Fuente: Defense One