En lo que las autoridades rusas califican como el mayor ataque en su suelo desde la Segunda Guerra Mundial, Rusia se ha visto sacudida por oleadas masivas de drones y ataques sin precedentes que han alcanzado refinerías de petróleo, bases militares y edificios de los servicios de seguridad en al menos siete regiones del país.
Según informes del Ministerio de Defensa ruso, al menos 60 drones fueron avistados sobrevolando distintas áreas durante la noche del 13 de marzo, mientras que otras siete oleadas más tuvieron lugar en las primeras horas de la madrugada de este martes. Las autoridades aseguran haber “interceptado y destruido” 58 de estos vehículos aéreos no tripulados.
Los ataques, que continuaron por segundo día consecutivo, han tenido como blancos principales instalaciones estratégicas y de vital importancia para el esfuerzo bélico ruso. En la región de Riazán, al menos cuatro drones impactaron contra una importante refinería de petróleo, provocando un incendio en dos unidades de procesamiento e hiriendo a tres personas.
Objetivos estratégicos
Bases aéreas y aeródromos militares en la región de Voronezh también fueron blanco de las ofensivas, según informó a medios ucranianos una fuente que atribuyó los ataques al Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) y otras ramas de las Fuerzas de Defensa ucranianas. En Belgorod, un edificio del temido FSB, el principal servicio de seguridad ruso, sufrió daños en su fachada.
Según la misma fuente citada por medios ucranianos, el objetivo principal de estas operaciones es “privar al enemigo de recursos” al atacar las principales refinerías de petróleo de Rusia, como las de Riazán, Kstovo y Kirishi, que se encuentran entre las cinco más grandes del país.
”Estamos aplicando sistemáticamente una estrategia bien calculada para reducir el potencial económico de la Federación Rusa”, aseguró la fuente al medio NV. “Nuestra tarea es privar al enemigo de recursos y reducir el flujo de dinero del petróleo y combustible que Rusia dirige directamente a la guerra y a la matanza de nuestros ciudadanos”.
Mientras los ataques continúan, las autoridades rusas intentan minimizar el impacto de lo que, según admiten, es la mayor ofensiva en su territorio desde la Segunda Guerra Mundial. Gobernadores regionales han informado de cortes de electricidad, amenazas de misiles y daños menores, aunque las consecuencias totales aún se están evaluando.
Estos ataques se producen en un momento de alta tensión, con Ucrania lanzando su largamente esperada contraofensiva para recuperar territorios ocupados por Rusia. Si bien Moscú no ha acusado directamente a Kiev, los ataques con drones llevan la firma de las fuerzas ucranianas y parecen formar parte de una nueva estrategia para socavar la capacidad militar y económica rusa desde el interior.
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