Durante los últimos meses del año pasado, el nombre de la droga conocida como “Captagón”, empezó a circular por los medios de comunicación debido a su estrecha relación con los grupos terroristas de Medio Oriente y particularmente relacionado a Hamás tras los ataques a Israel el 7 de octubre. Sin embargo, anteriormente, esta droga también apareció vinculada a organizaciones de esa índole como lo es el autodenominado Estado Islámico –mayormente conocido como ISIS– en Siria e Iraq, lo que le hizo ganar reputación y el nombre de “droga yihadista”.
Ahora bien, ¿cuál es su relación y por qué suele vincularse al Captagón con las organizaciones terroristas?
Si bien la fenetilina, -cuyo nombre comercial es Captagón- es una droga sintética psicoestimulante con orígenes en Alemania a fin de tratar el déficit de atención, narcolepsia y la depresión, rápidamente fue declarada ilegal en el año 1980 a la vez que su consumo empezaba a extenderse entre los jóvenes de Europa del Este hasta llegar a traspasar fronteras, desembarcando en Oriente Próximo para convertirse en la droga de la yihad. Durante aquellos años, la producción de esta droga se centraba nada más ni nada menos que en el Líbano, más precisamente en el Valle de la Becá, lugar en donde opera Hezbolá –la organización terrorista libanesa con fuertísimos vínculos con la República Islámica de Irán-. Desde allí, Hezbolá incursionaba en la producción y comercialización de narcóticos tales como la producción de marihuana y del Captagón –esto último, negado por el líder de la organización, Hassan Nasrallah-.
A pesar de esto, la popularidad del Captagón en Medio Oriente se remontaría recién al año 2011, en el contexto del inicio de la llamada “Primavera Árabe” en Siria, precisamente. Tal es así que, una investigación publicada por New York Times diez años después reveló el estrecho vínculo existente entre la droga y la familia de Bashar al-Assad –el reconocido dictador de Siria- que, sobre las ruinas de un país inmerso en más de 10 años de una feroz guerra civil, construyó los cimientos para el nacimiento de los que algunos llaman el “narcoestado” sirio.
Fue allí entonces, cuando el consumo de las pastillas Captagón –además de su comercialización y, por ende, su producción- llegó a las filas de los distintos bandos que luchaban en esta sangrienta guerra civil a fin de incrementar el coraje de los soldados en batalla –detalle no menor, como veremos más adelante-.
Es a raíz de lo expuesto recientemente que, en la última década, Siria se ha convertido en el mayor productor de esta droga a nivel global (más del 80% del Captagón mundial es producido allí), como así también el principal exportador de Captagón producido en laboratorios ubicados en la frontera con el Líbano. Mientras que, entre los principales destinos de exportación del mismo se encuentran Grecia, Italia, Malasia y varios países del Golfo, con Arabia Saudita encabezando la lista.
Los efectos del Captagón
La fenetilina -producto mezcla de anfetamina con teofilina- funciona como profármaco, es decir que, ejerce su efecto una vez que ésta es metabolizada por el organismo de quien la consume.
En cuanto a sus resultados, según se sabe, entre los principales efectos que genera esta droga se encuentran la euforia, el aumento de la vigilia y la mejora del rendimiento tanto físico como mental, al mismo tiempo que inhibe la sensación de hambre. Es por esto que, como señalamos anteriormente, el Captagón es utilizado en situaciones de combate, permitiéndoles a aquellos que la consumen -además de todo lo descripto previamente- aumentar el coraje en el campo de batalla.
El caso de Hamás e ISIS
A días de estallar el conflicto entre el Estado de Israel y el grupo terrorista Hamás, fuentes de las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) confirmaron haber encontrado píldoras de Captagón en los bolsillos de los terroristas que arrasaron con el Kibutz Nir Or en el sur del país, aquel fatídico 7 de octubre. Según se corroboró después, la droga habría sido incautada meses atrás por los terroristas de Hamás, provenientes de un cargamento con destino final en Gaza.
Sin embargo, lo descripto anteriormente no sería la primera vez que dicho fármaco aparece vinculado con distintos grupos terroristas, ya que años atrás, se descubrió que miembros del autodenominado “Estado Islámico” –comúnmente conocido por sus siglas ISIS- ya habrían estado haciendo uso del Captagón a fin de facilitar las atrocidades cometidas por estos tanto en Iraq como en Siria, en donde la píldora de esta droga puede conseguirse a menos de un dólar.
En muchas ocasiones, la producción y el comercio de drogas ha sido –y es- utilizado por organizaciones de naturaleza yihadista a modo de financiamiento, como lo es el caso de los Talibanes afganos con el opio, por ejemplo.
Sin embargo, el caso del Captagón constituye un caso que no hay que pasar por alto, ya que dicha droga es utilizada por los propios terroristas a fin de sentirse inhibidos, por un lado, y exacerbados por el otro al momento de asesinar, torturar y violar a personas inocentes, dejando en evidencia –una vez más- la conexión existente entre dos de los peligros más grande que vivimos al día de hoy: el terrorismo y el narcotráfico.
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