Al hablar del fenómeno del Terrorismo es común asociarlos con palabras claves como por ejemplo yihad, mártir, atentado, etc. De la misma manera, gran parte de la población suele relacionar al terrorismo con países en particular, propensos a ser el núcleo de constantes ataques de esa índole, entre ellos, podemos hablar acerca de Afganistán, Siria, Iraq, Israel, etc. No casualmente, todos ellos pertenecientes al área que se conoce comúnmente como Medio Oriente. Sin embargo, hoy en día – y para sorpresa de muchos- el epicentro del terrorismo se encuentra un tanto más lejos de allí. Casi en el centro del continente africano, en la región conocida como el Sahel, se encuentra la capital mundial del terrorismo, hablamos de Burkina Faso.
El Sahel, tierra de Yihad
Como mencionamos hace un par de semanas, el centro de África se ha convertido –desde hace un tiempo- en una región muy propensa al terrorismo. Y el área conocida como el Sahel, en particular, se transformó en verdadera tierra de yihad. Tal es así que, según los datos del Global Terrorism Index 2024 (GTI) recopilados por el Institute for Economics & Peace que analiza el impacto del terrorismo a nivel global, ubicaron al Sahel como la región más afectada por el terrorismo con un 26% de los ataques registrados en todo el mundo.
Por su parte –y como señalamos al principio de la columna-, Burkina Faso ha sido catalogado como el país con el mayor número a causa del terrorismo por segundo año consecutivo, con un total de 1907 muertes registradas a lo largo del 2023, dando como resultado casi un cuarto del total de las muertes por terrorismo en el mundo. De esta manera y en el transcurso de pocos años, Burkina Faso ha logrado desplazar de sus lugares a muchos países de Medio Oriente que, durante mucho tiempo, han liderado el ranking de las naciones con un mayor índice de atentados terroristas a nivel global, como lo fueron, por ejemplo, Afganistán e Iraq.
Un escenario complejo
Particularmente, la región del Sahel se ha caracterizado por ser un área donde el vínculo entre el terrorismo y el crimen organizado ha crecido de manera estrecha y paralelamente. El tráfico de drogas, el robo de ganado, la extracción de oro y los secuestros masivos son algunos de los aspectos en donde estos dos peligros se entrelazan. Esto queda más en evidencia en algunas áreas en donde existe poco –o nulo- control por parte de los gobiernos y da lugar a que distintas organizaciones terroristas, rebeldes y extremistas compitan por el poder de dichos territorios. Algo muy común en la región tri-fronteriza entre Burkina Faso, Níger y Mali.
En cuanto a Burkina Faso en particular, la longeva crisis política que atravesó el país ha permitido que distintas organizaciones terroristas puedan echar raíces en dicho territorio. Y es así que, una de las principales razones que ubican a Burkina Faso como el país más afectado por el terrorismo a nivel mundial, es la presencia de una de los grupos terroristas más letales existentes al día de la fecha, como es el caso de Jamaat Nusrat Al-Islam wal Muslimeen (JNIM), con estrechos vínculos con Al Qaeda, quien desde hace años, se encuentra sembrando pánico en países como Mali, Nigeria y Níger.
Sin dejar de lado la –también fuerte- estampa que tiene el famoso grupo terrorista ISIS en Burkina Faso, como así también, en los restantes países pertenecientes al Sahel. No obstante, un significativo número de atentados terroristas que tuvieron lugar en Burkina Faso y sus alrededores, no han sido adjudicados por ninguna de las organizaciones yihadistas nombradas previamente.
¿Cambio de paradigma o más de lo mismo?
Desde la llegada al poder del capitán Ibrahim Traoré, quien asumió como líder del país en 2022 tras un golpe de Estado, Burkina Faso ha mostrado cambios rotundos en cuanto al manejo político y sus respectivos socios en materia de asuntos exteriores. Con relación a esto, podemos destacar la conjunta decisión por parte de Burkina Faso, Mali y Níger –los tres países con gobiernos militares- de romper los lazos con Francia, quien, durante años, ha tenido una importante presencia militar en la región, lo que derivó en el retiro de las tropas francesas y las de las Naciones Unidas de la zona del Sahel.
Mientras tanto, los tres países nombrados anteriormente, establecieron como su principal socio a Rusia a través del conocido conjunto de mercenarios denominado “Grupo Wagner”, a la vez que formaron la Alianza de los Estados del Sahel a fin de combatir a los grupos terroristas e insurgentes de la zona, haciendo de la lucha contra el yihadismo, su principal estandarte.
A pesar del presunto esfuerzo del gobierno Burkina Faso y sus vecinos, el fenómeno del terrorismo parece cada vez más arraigado en el Sahel, como en su tiempo lo supo estar en Afganistán, Iraq y Siria. En la región, los datos son realmente escalofriantes: de los 10 primeros países con mayor índice de terrorismo, según el (GTI), 5 de ellos son naciones africanas. Mientras que, Burkina Faso posee 4 de los 10 atentados más mortíferos a nivel global. ¿Lo más impactante? Todo indica que la letalidad de los ataques terroristas va en aumento año a año y las principales víctimas son civiles, por lo que el panorama de los próximos meses parece poco alentador.