La noticia reciente sobre un devastador ataque en Moscú llevado a cabo por el Estado Islámico en Irak y Siria: la provincia de Khorasan (también conocida como ISIS-K) está poniendo en el radar a un grupo previamente conocido por su brutalidad en Afganistán y el Medio Oriente en general.
Este ataque en Moscú ocurrió poco después de que funcionarios estadounidenses advirtieran sobre la posibilidad de un ataque en Rusia, basándose en información de inteligencia creíble. Este incidente parece ser una muestra significativa de la capacidad del grupo para llevar a cabo ataques complejos más allá de su base en Afganistán.
A fines del año pasado, individuos vinculados a ISIS-K fueron detenidos y acusados de planificar un atentado contra una catedral en Colonia, Alemania. En enero, ISIS-K se atribuyó la responsabilidad de un gran ataque en Kerman, Irán, donde dos atacantes suicidas realizaron un ataque durante el funeral del ex comandante de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria Islámica, Qassem Soleimani. Recientemente, autoridades alemanas arrestaron a dos personas con conexiones con ISIS-K y de origen afgano que conspiraban para atacar el Parlamento sueco en respuesta a la quema del Corán en Suecia el año pasado.
Estos eventos sugieren que ISIS-K es capaz de reclutar, entrenar y desplegar agentes fuera de Afganistán para llevar a cabo complots a cientos o miles de kilómetros de distancia. El ataque en Moscú es especialmente preocupante, ya que requirió una preparación compleja, incluyendo el viaje sin ser detectado y la organización sin alertar a las autoridades rusas. Además, el ataque involucró a cuatro personas que imitaron las tácticas utilizadas en ataques previos en Mumbai en 2008 y París en 2015.
¿El regreso de un viejo conocido?
En este contexto de ataques y complots de ISIS-K, así como las advertencias de Estados Unidos sobre diversas amenazas y la situación en Afganistán tras la retirada militar occidental y el retorno del gobierno talibán, es crucial analizar los orígenes y la evolución de ISIS-K en los últimos años.
Cuando ISIS surgió como una gran amenaza en el Medio Oriente a mediados de la década de 2010, muchas organizaciones yihadistas se unieron a su causa. ISIS-K, establecido en 2014 y 2015, incluía a combatientes de Tehrik-e-Taliban, un grupo yihadista violento con sede en Pakistán, así como yihadistas de Asia Central y miembros de los talibanes afganos. Utilizando la provincia afgana de Nangarhar como su bastión, el grupo llevó a cabo numerosos ataques dentro de Afganistán antes de ser expulsado de la región por la presión militar en la década de 2010.
El ataque devastador del 26 de agosto de 2021 en el aeropuerto de Kabul, llevado a cabo por ISIS-K durante la retirada de Estados Unidos, fue un recordatorio impactante de la amenaza persistente que representa este grupo. Aprovechando el caos en el país y la situación cambiante con los talibanes, ISIS-K logró perpetrar un ataque mortal que resultó en numerosas víctimas afganas y militares estadounidenses.
Desde entonces, ISIS-K ha demostrado ser más audaz en sus acciones. Esto puede deberse en parte a la ausencia de presencia militar occidental en Afganistán y la capacidad limitada de los talibanes para controlar la situación en el país. Sin embargo, es importante mantener la vigilancia y la atención sobre ISIS-K, incluso en medio de otras preocupaciones de seguridad nacional y conflictos globales.
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